Detalles de una noche espectacular

30 de Enero de 2014 02:23

Una nueva fiesta se vivió en el Polideportivo Islas Malvinas de Mar del Plata, con la edición 103 del clásico entre Quilmes y Peñarol, que finalizó con triunfo "Milrayitas" 85 a 82. Dentro de la cancha, se ha dicho, los equipos entregaron todo para el mejor espectáculo. Y afuera, en las tribunas, el color y la pasión fueron una garantía.

Desde temprano el estadio tuvo un ritmo de ingreso de público importante. Una hora antes del inicio del juego, ya se vivía el clima de clásico. Quilmes fue local, pero el estadio estuvo dividido en mitades iguales, con aproximadamente 2.700 localidades para los “Milrayitas”. 

Llamó la atención que en la platea de Peñarol, los hinchas estuvieran tan incómodos. Todas las escaleras estuvieron rebasadas de gente, impidiendo una normal circulación. Sin dudas para ese sector se vendió más de lo pautado, en un error de cálculo.

El partido fue televisado por la señal TyC Sports para todo el país, y para Mar del Plata únicamente por la señal de DirecTV. Por la TV, fue que se demoró el inicio del partido, pautado oficialmente para las 22. El salto inicial se produjo recién a las 22.18. 

Llegado el entretiempo, la manga donde debían pasar los jugadores de Peñarol tardó en inflarse. Ante esa demora, molestos, con Leiva a la cabeza, los jugadores del elenco de Rivero decidieron apurar su ingreso al vestuario, pasando por debajo de los hinchas de Quilmes que insultaron y escupieron a los jugadores rivales…

Y fue en el descanso donde se vivió un pequeño cruce entre las hinchadas, que amagó a pasar a mayores pero al fin todo quedó en paz. El codo donde estaba el grueso de los hinchas de Peñarol, la “barra”, estuvo pegado a la platea de Quilmes. La policía no había formado ningún cordón, sólo estaba ubicada en las bocas de salida. Entonces se produjo un cruce entre un par de hinchas, a la distancia, verbal, y simpatizantes de Peñarol cruzaron al sector de platea, amagando en avanzar y produciendo el retroceso de público familiar que estaba ubicado allí. Así fue que parte de la “barra” de Quilmes dio vuelta por el anillo del estadio, llegó a las plateas y amagó con ir hasta el sector de Peñarol. Allí actuaron más rápido simpatizantes “Cerveceros” que frenaron a esos muchachos. La policía, tarde, dispuso un doble cordón.

Adentro de la cancha, el clásico se vivió intensamente. Cada entrenador, metido metro y medio del campo de juego. Y entre los jugadores, roces pero sin llegar a mayores. 

El único momento tenso se produjo cuando Martín Leiva pasó del banco al campo de juego para, dedo índice en el aire, reclamarle a Federico Marín por un golpe en una jugada. El jugador de Quilmes se puso de frente al pivot, para darle su explicación. Se ve que la cosa venía del partido anterior...

Una vez terminado el juego, el presidente de Peñarol Domingo Robles, sentado en el banco de suplentes, no pudo contener su emoción, por el resultado y por la actuación de Campazzo. 

Cuando todos los jugadores había ido al vestuario, Robles se acercó al base estrella de la Liga Nacional, disculpó a un periodista que lo estaba entrevistando, y lo llevó del brazo para que recibiera cercanamente la ovación de los hinchas de Peñarol.

Al rato, todo el plantel volvió al campo de juego para, sin los hinchas de Quilmes, festejar más íntimamente y sumarse a los cantos propuestos por la gente. Un cierre bárbaro para Peñarol, que sabe lo que es ganar un clásico pero no por ello le pierde el gusto.


Panorama de lesionados

Facundo Piñero finalmente formó parte de los relevos de Quilmes. “Faca” se recuperó de un microdesgarro en el gemelo de su pierna derecha, y por la mañana se realizó un estudio que constató que el mismo había cicatrizado. Por ende, se cambió y tras nueve días de recuperación, ingresó a falta de 3´19´´para el final del segundo cuarto.

Otro que reapareció fue Matías Ibarra en Peñarol. “Lata”, ausente 21 días por un desgarro, ingresó en el segundo cuarto para darle descanso a Campazzo. El base terminó con dolores, pero Rivero recuperó una carta de su plantel necesaria.

Pero arduo trabajo tuvieron los cuatro kinesiólogos de Peñarol. Martín Leiva padece una lumbalgia, y antes del término del primer cuarto fue atendido en el vestuario para aplicarle masajes y un gel. Durante el partido, Adrián Boccia sufrió una contractura en uno de sus gemelos. 

Otro dato que 0223 pudo averiguar al término del partido, es que Facundo Campazzo jugó con un esguince en la articulación de la clavícula. Molestia que acarrea del último juego. En la práctica previa del martes por la noche sintió fuertes dolores, y por eso fue infiltrado. Está claro que no se notó en absoluto que tenía esa molestia…