"Cantamos porque aspiramos a que no existan la pobreza ni el hambre"

Eli Suárez, la voz de "Los Gardelitos" que se presentarán este domingo a las 21 en Abbey Road destacó su deseo de que "la gente viva en dignidad, con los recursos que le corresponden a cada ser humano".

12 de Octubre de 2014 08:45

Con el sentir profundo del ser humano, el aprecio por las raíces, las historias y el camino recorrido y con el lenguaje universal de la música como herramienta de transformación social, "Los Gardelitos" continúan trascendiendo y enriqueciendo su trayectoria con la producción del nuevo álbum "Ciudad oculta", una combinación de doce nuevas canciones, intercaladas en la autoría de dos de los fundadores de la banda: el recordado creador "Korneta" y su hijo, líder de la actual formación, Eli Suárez.

En diálogo con 0223 Eli analizó el presente de la banda, destacó que los monopolios de la comunicación y las compañías discográficas ven a la música como "máquinas de picar carne", al tiempo que aclaró que la banda no se encarga de "hacer culto de la miseria espiritual". El recuerdo de su padre lo resumió y comparó con "un homenaje", que es posible con la continuidad del proyecto que él inició. 

"Los Gardelitos", integrada por Eli Suárez en voz y guitarra, Diego Rodriguez en bajo y voz y Paulo Bellagamba en Batería se presentarán este domingo a las 21 en Abbey Road.

-¿Por qué arrancamos con "Puño y letra", en un disco que paradójicamente es el primero casi íntegramente escrito por vos?

- Tiene mucho que ver con el momento del grupo, de hacerse cargo, de hacer canciones para que la banda siga adelante y la temática un poco repite esa imagen de preguntarse por qué uno escribe, para quién y qué significa hacerlo. Para mi es una novedad escribir la mitad de las canciones del disco, la única que había hecho hasta ahora era el de “mezclas raras” en el disco Oxígeno. A partir de ahí me puse a trabajar en eso y devino en las demás canciones.

-¿La fusión de géneros refleja una interpretación de identidad para la banda?

-Me parece que antes que el rock mismo, también está el tango de alguna manera retratado en estas historias, que son cotidianas y que están en el mismo contexto de la ciudad y el barrio. Nosotros tomamos esa estética ciudadana, con el sombrerito, con el nombre, para reflejar las historias que suceden actualmente y también como una manera de identificarnos, hacer un rock propio, por eso existe esa búsqueda de identidad como un eje temático, junto con el amor como respuesta, por una cuestión de que es nuestra forma de ver el mundo, nuestra filosofía, lo que nosotros hemos mamado del rock desde John Lennon en adelante. Por eso de pronto podemos unir esas culturas distintas y a la vez parecidas. La idea es no encerrarnos en nuestro barrio y país sino más bien asimilado con la mirada universalista que supo tener el rock en su momento de explosión, en otros países y en Argentina también. Puede haber distintos géneros y darles una unidad de conceptos y estéticas.

-Nombrar "Fiesta Sudaka" al primer disco ¿Es una referencia a la estigmatización?

- Eso surge como una broma, pero es una manera piola en realidad que encontramos de hacer lo que se nos ocurriera. Nos creamos nuestra propia etiqueta y sin límites. La estigmatización ocurre con la gente que tiene ese prejuicio y quizás se refleja en el sector de la prensa especializada y que también muchas veces lo tienen los músicos. Hacemos rock sudaca porque también podemos hacer un chamamé o un reggae o un matiz tanguero. Fue tomando otro color con el tiempo porque de alguna manera el término nos terminó definiendo, es despectivo y estamos marginados los sudamericanos en eso, y nosotros tratamos de revertirlo y transformarlo en algo que identifique. A la vez  es hacernos cargo de que hacemos rock pero desde esta esquina del mundo que es América del Sur. Si se habla de temas que uno profundiza y que se pasan por alto, llegas a márgenes y no por serlo, sino por querer ir un poco más allá. También es medio caprichoso cuando en realidad cualquier rock, por más glamoroso que quiera ser, termina siendo de acá y termina siendo sudaca. Y ni hablar si te vas a presentarlo afuera.  En ese contexto desarrollamos nuestra idea, que es hacernos cargo de nuestras raíces y no hacer un culto de la miseria espiritual. Cantamos porque aspiramos a que el día de mañana no exista la pobreza ni el hambre y que la gente viva en dignidad, con los recursos que le corresponden a cada ser humano. 

-¿Cuánto tienen "Los Gardelitos" de hoy, de aquel que fundó tu padre, "korneta"?

-En este disco nos plantamos en nuestra esencia, es reafirmarnos en la idea y en el sentir de que sigue siendo lo mismo esencialmente. El mayor homenaje que podemos hacerle a Korneta es seguir adelante como banda, y yo puntualmente en lo personal, más allá de que le dediqué “Pájaro y campana” es componer mis propias canciones. En ese sentido permanece la esencia. Por otro lado uno va buscando nuevos matices o experimentar con cuestiones que en realidad ya estaban en discos anteriores como en “Gardeliando”, con guiños al género porque evoca la figura de Carlos Gardel como un elemento poético que puede definir la búsqueda de la identidad y la felicidad. Sin embargo, musicalmente tiene una mezcla de sonidos que no solo se encierran en el tango. Eso nos dio la libertad desde un primer momento que siempre se ha expandido en cada álbum.

-¿Cómo se lucha con el hecho de ser una banda autogestionada?

-Hoy por hoy se está viviendo una situación bastante particular en ese punto, de la mano de las redes sociales, algo que no sucedía años atrás. Era muy a pulmón, ir por barrio con el disco, volantear, pedir teléfonos, pero hoy en día te comunicás con quien quieras de forma instantánea y el público también no se encuentra así limitado a consumir lo que los medios de comunicación o las compañías musicales les hacen llegar. Los monopolios terminan contaminando al mismo músico, que empieza a pensar y actuar conforme a eso y el mensaje se tergiversa y corrompe, basado en un mecanismo de comodidad y confort.  Se vuelve algo más marquetinero que artístico y deja la visión de las compañías que ven a la música como una máquina de picar carne, avalado por muchos medios de comunicación por darle bola a ese tipo de bandas y ocultar a otras que la están peleando desde hace tiempo. A nivel económico uno sabe hasta dónde puede arriesgarse.

Respecto al recibimiento del público, Eli destacó:  "Estamos viviendo un momento muy copado con la gente, de mucha onda. El hecho de concretar el sueño de llegar a presentarnos en mayo en la última provincia que nos quedaba por visitar que era Tierra del Fuego, fue muy gratificante. Más allá de eso poder volver y ver que la gente te recibe tan bien, no tiene precio. A veces encaramos  ciertos lugares que no son un negocio económico, pero ganamos el contacto directo, conocer historias, cantar para ellos y conocerlos. Es aluscinante subir arriba del escenario y contar nuestras realidades de Buenos Aires y de pronto en esos lugares se pueden sentir identificados. Ahí te das cuenta de que tiene que ver con estar relacionados con historias universales y no dentro de esas que parecen comunes sin profundizar. La reflexión que las canciones permiten y la identificación hacen que nos sintamos mucho más cerca"

-¿Hay diferencias entre el público porteño y el del interior?

-El rock viene mutando desde el hecho de que el Indio como solista no ha podido pisar Capital, desde el cromañón de Callejeros tampoco pudo hacerlo Pato Fontanet, La Renga es otro ejemplo, hay otra onda y por algo se les complica a ellos también. Con nosotros a menor escala también nos pasa. La gente del interior da una hospitalidad distinta, los mal llamados “cabecitas negras” terminan siendo mucho más conscientes de cuestiones elementales de convivencia que debería tener una comunidad, que tiene que ver con ser solidario, tener conciencia de que el otro está frente a vos, no estar viendo quién es el más capo o piola, sino de compartir y salir de esa competencia absurda que no va para ningún lado. Eso que se vive en el interior va impregnando el rock también.

-¿Qué pensás de la absolución de Callejeros?

-Para mi está muy bien que hayan recuperado la libertad que les corresponde, pero nadie les va a devolver esos años que se les arrebató injustamente a los chicos. Sí estamos esperando que se reconozca la inocencia que les corresponde. Estaría bueno que cada uno esté en el ruedo nuevamente con sus proyectos. Ese ímpetu de seguir adelante es muy rescatable. Merecen tener la posibilidad de hacer lo que ellos saben hacer.  Te ponés a pensar y las principales responsabilidades recaen en la cúpula del aparato político y también inevitablemente relacionada con los empresarios y productores. Por eso consideramos que el último eslabón que es la gente y después el artista, la banda, termine pagando por todo eso es una injusticia. Todos somos de alguna manera responsables de Cromañón porque como sociedad hemos permitido que eso suceda pero no podemos culpar a la banda. Tenemos que elegir gente que se haga cargo bien de todas esas situaciones.