“El hiphop no es un género marginal, es un género de protesta”

Emanero llega a Mar del Plata con un adelanto de su nuevo disco, Tr3s. Cómo escribir una rima, el valor de las ideas en el hiphop y qué lo mueve a componer canciones.

Con sus canciones, dice, busca despertar el pensamiento crítico.

22 de Noviembre de 2014 20:31

Nada de collares de oro, ni autos descapotables, tampoco mujeres aceitadas zarandeando el culo. Emanero va prudente, apenas unas remera lisa, un micrófono y la lengua afilada. Dice en verso. Y hay muchos que le prestan atención. Su último disco, Tr3s, es una síntesis de su carrera. Las rimas del primer corte, No les creo, son de tinte social y van directo al corazón del problema:

Y es mentira, el político sólo quiere poder,

y aunque prometa una utopía yo no le voy a creer,

porque me niego a ser parte de un sistema tan nocivo,

que enriquece a tu país a costa del país vecino.

Eso sobre un flow oscuro que empuja con la intensidad contenida. También castiga a la iglesia, a la televisión descartable y al espectáculo vacío. Se lo escucha sincero, en los discos y sobre el escenario. Tiene 27 años, desde los 15 que escribe y graba canciones. No cualquiera.

Todo está en gramática de hiphop. Se pasa el día trabajando ideas, buscando una rima que sea distinta. Entonces por las noches se sienta en su computadora y experimenta con ritmos y bases que le permitan decir e indagar cómo decir.

 - ¿Cuál es el límite de una rima? Sospecho que hay cosas que se pueden decir mejor sin rima, pero bueno, es una exigencia del género. ¿La limitación de la rima puede ser al mismo tiempo una virtud?

- Voy sacando un promedio. Es cierto que se puede decir mejor sin rima. Yo no me considero un gran rimador. Canción y fracción, por ejemplo, hay ochocientas palabras que terminan en ción. La gracia muchas veces no está en eso, la rima es una forma de que el mensaje entre un poco más fácil. Lo que importa es dónde están las palabras canción y fracción. Y hay otras frases que tal vez no son brillantes ni son increíbles pero que acompañan, ahí van las ideas más complejas, por eso es un promedio. Cuando das con la gallina de los huevos de oro, que la idea está buenísima y que la rima es inteligente y poco predecible, ahí tenés el famoso punch nine. Con eso la canción escala en intensidad. Muchas veces está bueno terminar una canción y volver sobre esa misma canción para mejorarla. Es un trabajo.

- En breve vas a lanzar tu nuevo disco. En No les creo criticás a los políticos, a la religión, al mercado. ¿Qué cosas puntuales te inspiraron para escribir?

- No sé si quise hablar en contra de todo eso. Sí quiero despertar el pensamiento crítico. Descreer para informarse mejor, esa es la premisa. No es nada nuevo, ni nada que inventé yo. La iglesia me dice esto, bueno, no le voy a creer. Lo mismo con la ciencia, con la medicina y con los políticos. Me paro en ese lado para escribir. No les creo es un poco la esencia de mi música.

- Marca también el tono del disco...

- Sí, en particular este disco tiene mucho de estos temas. También hablo de la fama, del modelo televisivo, del raiting por el raiting. Y hay letras esperanzadoras. Lo que me planteé desde el comienzo es que sea un disco que se escuche de corrido, sin la necesidad de saltear ninguna canción. Que no haya rellenos. Por eso me tomé mi tiempo para componer la música, las letras y los estribillos. Así fue cómo trabajé el disco, sin apurarme. Trabajé como si cada canción fuese un disco en sí mismo.

La mayoría del público que escucha a Emanero es adolescente. La situación lo sorprende, dice, porque escribe sin pensar en quién va a recibir el mensaje. “Yo voy por el lado del hiphop que no es violento, que no usa insultos, ni cosifica a la mujer, ni ninguno de esos yeites de los videos de hiphop yanquee. Nunca me pegó por ese lado. Hay gente que conectó con mi música, y sí, en gran parte son chicos de entre 14 y 18 años, pero también hay mayores de veinte”, explica.

- ¿Por qué creés que el hiphop está teniendo tanto impacto en el circuito cultural argentino?

- Musicalmente tenemos una cultura de mucha importación musical en Argentina. El rock y la cumbia no son ni por asomo géneros nacionales, son géneros que se han nacionalizado. Y el hiphop no es la excepción. Lo que tiene el hiphop es que es muy adaptable a cualquier parte del mundo y cada país lo ha tomado a su manera, ha hecho su sonido y ha desarrollado su manera de rapear. Culturalmente creo que ha crecido en los últimos años porque tiene arte callejero, baile y un montón de cosas que son cultura y arte. Hubo muchos medios que se dieron cuenta que es mucho más que una música, eso hizo que se meta en la movida cultural de un modo mucho más fuerte.

- ¿Y por qué se ha extendido especialmente en los sectores bajos de la sociedad?

- El hiphop maneja un código musical muy abierto, con muy pocas reglas para decir y expresarse. Cualquiera puede hacer una canción de hiphop, nadie te puede decir si es correcto o incorrecto, si estás insultando mucho o no. Tendrás tu público. Si vos hacés hiphop y exponés la realidad y la crudeza de la clase social a la que pertenecés está todo bien. Nadie te va a decir nada. El que le gusta la joda y el boliche y le gusta pegársela todos los fines de semana también tiene hiphp que habla de eso. Los que viven en un barrio marginal y la quieren luchar y salir adelante y denunciar que la mirada está corrida de lo que realmente importa, también tienen bandas y rap que habla sobre eso. El hiphop suena en el barrio y en los lugares más caros del país. El hiphop no es un género marginal, es un género de protesta. Y siempre conserva esa veta.

El proceso creativo de Emanero va por etapas. Primero se le ocurren las ideas, por alguna frase, por algo que escuchó o por algo que se le cruzó por la cabeza. Esas ideas se conectan, dialogan. Después arma la música. Recién cuando encuentra el sonido que está buscando se sienta a escribir los versos. En la grabación define la velocidad y la agresividad del flow. Cuando el cuerpo del tema tiene vida propia analiza una por una las frases, las mide, algunas quedan largas, otras cortas; también escucha si hay pocos o sobran instrumentos. Cuando su intuición lo dice, pone el punto final.

- ¿Sos lector de poesía?

- No. Yo no soy un intelectual ni una persona que lea mucho. Y muchas veces se me ocurren palabras que tengo que buscarlas en el diccionario, no quiero sonar pretencioso, quiero saber lo que estoy diciendo. Hay palabras que he usado que no existen y las usé sabiendo que no existen en el diccionario de la Rae. Por ejemplo habemos, que no existe pero que sí se usa en el lunfardo. Me gustaba y la usé.

- Participaste en una campaña, con una canción, contra el bullying. ¿Qué devolución tuviste y qué opinás del trabajo que se está haciendo para evitar esta problemática en los adolescentes?

-  De hace un año y medio a hoy te diría que la palabra bullying está completamente instalada. Antes se le decía acoso escolar. A mí me llegó la propuesta de la campaña y yo tenía otra cosa en la cabeza, algo más yanquee, muy distinto a lo que sucede en Argentina. Me pusieron en contacto con psicólogos y con especialistas que están muy en contacto con esta problemática, que saben mucho y que están muy al día. A ver, en un primer momento podría haber hablado del suicidio en la canción, pero me explicaron que no era lo que sucedía acá, que era fuerte, que estaba buenísimo, pero que no tenía relación con las consecuencias del bullying en Argentina. Con el resultado de la campaña y la canción estoy muy conforme y orgulloso. Yo terminé el colegio hace ya más de diez años y en todo el secundario no escuché la palabra bullying, no porque no sucediera, sino porque no estaba en la agenda de las escuelas. Yo crecí con mucha información con el tema de la capa de ozono. Estoy muy curtido con ese tema. Ahora se habla, también, del bullying.

- ¿Qué cosas te mueven a componer canciones?

- Trato de usar temas lo más universales posibles. No me meto exactamente en si los peronistas o los radicales. Trato de salir de esa terminología específica y hablo en función de la política en lo que es la esencia. No me detengo en lo que yo considero, y esta es mi opinión, son pequeñeces. Cuando me meto en la universalidad me doy cuenta que los propósitos terminan siendo los mismos. La esencia de las religiones, de la política, de la televisión, debería ser la misma, ir para adelante, educar. Lo que me inspira es buscar la esencia de las cosas. Y el trabajo está en buscar cómo decirlo sin repetirme. La simplificación de todo.

- ¿A qué llamás simplificación?

- Veo que todo está muy complicado, lleno de terminologías, y me parece que es más efectivo que te expliquen con tres palabras. Hago mucho hincapié en la simplificación de la cosas. No digo cosas que no sabe nadie. Queremos que los políticos estén con el pueblo, que laburen, y no preocupados si sus candidatos estuvieron acá o allá. La esencia es esa. Está ahí.

-¿A qué le dedicás la mayor cantidad de tiempo cuando componés?

- Lo que hago la mayor parte del día es pensar ideas. Como la persona que saca fotos, que debe estar todo el tiempo mirando como una foto. Dedico mucho tiempo a buscarle la vuelta y pensar. Mi cerebro está todo el día trabajando para encontrar una canción que tenga algo distinto al resto.

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