Campazzo: "Esto no es despedida"

El enorme base jugó su último partido para Peñarol. Emocionado, pero lejos de darle dramatismo a su partida, festejó y agradeció en partes iguales. Cómo fueron sus últimos instantes en el "Milrayitas". 

Champagne, trofeo, emoción. Un Campazzo bañado de alegría, en su despedida de Peñarol (Foto: Diego Berrutti).

6 de Junio de 2014 20:27

Volvió a ser la figura. Como tantas noches. Con la grandeza de los tipos que son tocados por la varita mágica, Facundo Campazzo se lució en el sexto juego final de la Liga Nacional, y fue pieza clave para decretar el triunfo de Peñarol pentacampeón. Fue su última función en el Polideportivo y ante la gente que lo vio crecer como jugador, al menos en este ciclo inolvidable. Y, pese a que intentó siempre evitar pensar que eran sus últimos juegos, en el último cuarto sí "le cayó la ficha" y la emoción le fue ganando.

El cordobés de 1,79 metros pero con kilómetros de altura basquetbolística, se subió a la tarima especialmente diseñada con anticipación para festejar el título. En la segunda vez en la noche que pisó esas tablas (antes, en el partido, para salvar una pelota terminó encima de ella, de espaldas), fue el último en tomar el micrófono entregado por el locutor Carlos Más, que entrevistó a todos los jugadores. Ahí, con los ojos vidriosos, Campazzo se dejó mostrar como un chico. Y puso todo el esfuerzo para que la tristeza, la nostalgia, no le gane a la felicidad. "Muchas gracias, de corazón. Esto no es despedida. Vamos a disfrutar ahora, a salir de caravana, a chupar. Los quiero mucho, de corazón", dijo Facu.

En un partido en el que anotó 33 puntos (24 en el último cuarto), Campazzo vivió los últimos minutos con total intensidad. En cada salida desde el aro propio, se desesperó por recibir la pelota y tenerla el mayor tiempo posible. Sabiendo que esas eran sus últimas imágenes para su retina: los hinchas gritando ya festejando el título, un entorno apabullante, los colores azul y blanco de fondo, el sonido del pique de la pelota en el parquet del Polideportivo... Volvió a anotar puntos con sus notables, veloces, mágicas penetraciones. Enojó a Nicolás Romano, jugador de Regatas que lo empujó, recriminándole que tanto pique delante suyo significaba una "gastada". De pronto, los aplausos bajaron de todos los costados, en esos segundos finales. Y, al momento de salir reemplazado por "Lata" Ibarra, llegó al banco de relevos y la emoción lo invadió. Se cubró la cara con sus manos, y se abrazó con todos. Leiva fue el primero en cubrirlo. 

Llegó el final, y el desahogo, el festejo. Saltó, gritó, como un pibe en el centro del campo de juego. Ya en la tarima, recibió un paternal abrazo (uno de los tantos) de Leo Gutiérrez, que le dijo unas palabras al oído. Campazzo no podía con su alegría. Tomaba la copa, la dejaba. Miraba a la gente. Aplaudía a sus compañeros que hablaban. Luego, dio la vuelta olímpica con sus compañeros y pese a su diminuto físico, fue quien sostuvo a Martín Leiva para cortar la red del aro de la avenida Juan B. Justo. 

Cuando pocos pero enfervorizados hinchas quedaron dentro del campo de juego y en las tribunas, "Facu" se subió al escenario y revoleó sus zapatillas. Después, ya cambiado, se subió al micro que transportó a los jugadores hacia el Monumento al General San Martín de Luro y Mitre. Una cuadra antes, se bajó para correr entre la gente. Y se trepó para seguir festejando, sacarse fotos con cada uno que lo requería, con la gentileza y la simpleza de un muchacho de enorme talento, pero también de gran corazón. Querido por sus compañeros, y que como esas historias de ídolos de pueblo, dejará la ciudad para seguir creciendo. Primero, la selección argentina en el Mundial de España. Luego, Estados Unidos o Europa, no importará el destino. Su talento, sin dudas, está preparado para seguir escribiendo historia.