UCR: la crisis não tem fim

Mientras el caso de Vilma Baragiola avanza en la Justicia, muchos de sus "correligionarios" buscan sacar ventaja de la situación. ¿Y los valores de otros tiempos? Bien, gracias.

Si hay algo que diferencia a la UCR del PJ es la unidad. Los peronistas pueden odiarse entre sí, pero jamás cederían el poder en pos de esas rivalidades personales. Los radicales, en cambio, han hecho doctorados en esta materia. Y el caso de Vilma Baragiola es una clara muestra de esto. Aquellos que se presumían aliados de Vilma están con el cuchillo y el tenedor listos. En cambio, quienes se le plantaron en la interna y perdieron, parecen ser más leales.

Pero ¿qué queda de la UCR, aquel centenario partido que supo ser el defensor del voto universal secreto y obligatorio, con figuras como Hipólito Yrigoyen o Arturo IIlia, y a nivel local Ángel Roig o Elio Aprile, llegaron a conducir los destinos de la ciudad?

Quienes tuvimos la oportunidad de conocer a Roig o Aprile, quienes pudimos cruzar unas palabras, verlos moverse en la ciudad, caminar por las calles perfil bajo compartiendo los bares como cualquier vecino, nos cuesta mucho imaginar que esos hombres formaron parte de la misma Unión Cívica Radical que la que hoy integran. Ese partido que fue la bisagra entre la dictadura genocida del 1975 y la sociedad democrática de la que todos nos enorgullecemos.

Tengo un recuerdo muy fuerte y marcado de la elección de 1983. Yo apenas tenía 8 años y la imagen que gana mis recuerdos es la de una cantidad enorme de gente caminando por las calles a la escuela donde acompañé a uno de mis abuelos a votar. El recuerdo es vívido e intenso, me genera una sensación hasta de emoción evocarlo y me da tristeza ver en qué se ha convertido ese centenario partido.

Pero la crisis del radicalismo no es algo ni nuevo ni estrictamente marplatense. Tal vez aquí se pueden ver más a las claras, producto de que fue una de las pocas grandes ciudades donde el radicalismo gobernó sin ayuda de alianzas y recuperó en 1995 después de la calamitosa y penosa gestión del exdelegado de la dictadura Mario Russak. La llegada de la alianza en 1999, pareció darle un empuje revitalizador a la UCR, no sólo permitiéndoles conservar la municipalidad de Mar del Plata, sino también llegar al Gobierno nacional.

El espejismo duro poco, el fracaso de Fernando de la Rúa que arrastro al país a una de sus peores crisis institucionales, también repercutió en el Gobierno municipal con la renuncia del intendente Elio Aprile. El sucesor de Aprille, Jorge Petrillo, rechazó el cargo porque estaba siendo investigado por su gestión como rector en la Universidad Nacional de Mar del Plata.

 Tras ese “tropiezo” quedó al frente del Ejecutivo al joven Daniel Katz. Para no dejar dudas que la crisis en los partidos llegó para quedarse, el intendente radical junto a otros radicales decidieron fundar el Radicalismo K (denominación en el mundillo de la política a todos los radicales que se convirtieron al kirchnerismo a cambio de la "formación de un nuevo movimiento histórico " a base de dinero para obras y cargos nacionales).

Esto no hizo más que dejar a la deriva a la estructura partidaria y ponerla aún más en crisis. De ahí en más, las alianzas radicales han sido tan disímiles que han pasado de llevar de candidato a Roberto Lavagna (hoy massista), Francisco de Narváez (hoy “Scioli star” silencioso) o terminar con los socialistas y ex radicales en el Faunen.

En nuestra ciudad, el último golpe a la credibilidad del radicalismo lo dio la interna donde nadie quería están con Vilma Baragiola y ella, con un grupo de concejales ávidos de rereelección, enfrentó a todo el partido y les ganó. Lo paradójico es que entre los que la habían enfrentado está el concejal Mario Rodríguez, uno de los referentes del alfonsinismo, que le puso cuanto palo en la rueda pudo a la candidatura de Baragiola. Sin embargo, desde que trascendió el video de la presidenta del HCD con Eva Moyano, Rodríguez tuvo, al menos, la delicadeza de defenderla públicamente cada vez que pudo.

Sus "aliados", en cambio, no fueron tan efusivos. Maximiliano Abad y Nicolás Maiorano funcionan como una unidad. Ambos salieron de la Facultad de Derecho y desembarcaron en el Concejo. Mueven el aparato universitario para su conveniencia y viven su proyecto político de la mano. Sin embargo, el caso Baragiola los quebró. O al menos eso parece. Maiorano, jefe del bloque, fue el encargado de negociar la "supervivencia" de Vilma con los opositores. Abad guardó un silencio sepulcral y en el momento de la aparición del video se dedicó a hacer turismo electoral viajando como "veedor" a la primera vuelta electoral en la República de Colombia. Muchos lo señalan como el sucesor de Baragiola en la presidencia del cuerpo. Y él sueña con que esa sucesión no se detenga allí: va por la candidatura a intendente.

Abad se presenta como el hombre de Ernesto Sanz en la provincia de Buenos Aires y fue quien lo trajo para sacarse una foto con la hoy poco taquillera Baragiola. El silencio de Abad es muy similar al que tiene el mismo Sanz que desde la presentación del Faunen se ha llamado a un silencio especulativo, porque que es uno de los radicales que mejor vería un acuerdo con el PRO y Mauricio Macri. El joven Abad saca cuentas y especula, ya que frente a una posible caída en picada de Baragiola y con casi ningún candidato a la vista que supere el 15 por ciento de intención de votos él podría ser la pieza clave que ocupe el lugar vacante de Eduardo “Lalo” Ramos, después del escandaloso accidente que protagonizó y que el PRO una tarde nublada lo borró de sus carteles sin pena ni gloria.

Poco queda de ese radicalismo que se dobló pero que no se rompió. Hoy, la UCR marplatense es una corporación de intereses mezquinos, como se pudo ver en el video donde la mismísima Baragiola hablaba con desdén y desprecio de su compañera de bloque Cristina Coria y del defensor del Pueblo Fernando Rizzi.

Tal vez el único referente que quede de aquel PAR -Pensamiento y Acción Radical-, que supo comandar el profesor Elio Aprile, Eduardo Abud, un hombre de perfil bajo pero que parece no estar con voluntad de recuperar los valores que supo representar Aprile.

Otros radicales que están fuera del Concejo, como Luis Rech, Oscar Pagni o Gustavo "Tato" Serebrinsky, deberán ponerse al hombro una pesada y ardua tarea para recomponer el vínculo de su partido que hoy los representa en el Concejo Deliberante y se han esforzado por romper.

Hasta la columna que viene, esperando que los partidos políticos vuelvan a recuperar la vida que nunca deberían haber perdido.

PD: cualquier semejanza con la realidad, es pura coincidencia.

Había una vez tres cerditos que vivían en una ciudad ventosa. Los tres hermanitos comenzaron a hacerse grandes y cada uno quiso construir su propia casa para vivir.

El primero, el más remolón, no quiso esforzarse mucho ya no le gustaba trabajar y construyó una casita de paja, ramas y tronquistas.

El segundo, más elegante y delicado, construyó su casita de maderas y troncos como una cabañita alpina. Muy a su estilo intelectual.

El tercero, el más temeroso de los tres, prefirió quedarse en el edificio frente a la plaza Rocha, que sus antepasados habían construido, ya que no requería de mucho esfuerzo y le daba seguridad sin hacer mucho.

Así crecieron estos tres cerditos, al calor de una tía buena que los apañó y les dio todos los gustos.

Un día sopló una fuerte tormenta, que azotó la casita de paja que el más remolón había hecho. Cuando no quedó ni una ramita, corrió rápidamente a refugiarse en la casita de su hermanito que había hecho la cabaña donde PRObablemente podían salvarse de la tormenta. La tormenta era brava y no alcanzaba con las ramitas y los tronquistas que habían armado. Los dejó a la intemperie y corrieron a la casa del más miedoso que se había quedado en la casa familiar. Cuando llegaron, encontraron a su hermanito en la puerta todo mojado ya que los otros familiares, como ninguno de los tres había cuidado la historia, la memoria y el buen nombre de la familia, decidieron desalojarlo para recuperar lo que era de todos.

Así, los tres hermanitos que se creyeron vivos por tener todo sin hacer nada, ahora quieren usar a la tía buena como Caballo de Troya. Pero pueden quedar a la intemperie sin nadie que los cobije. Y colorín colorado, este cuentito ha terminado.