Por más que chirolas

Los mensajes que dejó el último conflicto laboral en el frigorífico Solimeno. La dignidad de los obreros pudo más que uno de los gigantes de la pesca argentina, a la que subsidiamos todos.

14 de Agosto de 2014 08:36
A vuelo lineal, el conflicto laboral que tuvo como epicentro las instalaciones del frigorífico Luis Solimeno E Hijo SA durante toda la semana pasada, en Ortíz de Zárate al 3000 del barrio industrial puerto, pareció una lucha repetida de la batalla cotidiana que enfrenta a la patronal con los trabajadores por la distribución de la torta.
 
Porque lo que estaba en juego –una actualización de un par de adicionales ligados a la productividad que inflan el salario básico- debería haberse canalizado en una mesa de negociaciones sin mayores sobresaltos. Unas monedas para ambos sectores de la mesa, pero que cobran otro significado en estos tiempos de licuación de ganancias y falta de laburo.
 
Es un vuelto para Solimeno, hasta que en tiempos de erosión de rentabilidad intenta defender a capa y espada sus costos laborales, y se encapricha en torcerle el brazo a sus recursos humanos que no siente como propios y que por eso busca fragmentarlos y después enfrentarlos.
 
Pero también es un vuelto para los obreros, hasta que se percatan de su valor cuando no tienen mucho más que contar en sus anémicos bolsillos. Y les molesta el boludeo de la patronal, las reuniones que no terminan en nada. El interés en palabras que se convierte en desinterés en los hechos. Y todo pasa a segundo plano cuando lo que está en juego es la dignidad.
 
O lo poco que queda de ella en una industria pesquera donde más de la mitad del total de los obreros no está registrado  y muchos de los que si lo están, vienen de sumar años en esa misma condición de explotados.
 
Tal es el caso de Solimeno. La empresa pesquera cuenta con la más larga lista de trabajadores registrados bajo convenio colectivo. Casi 400 nucleados en cinco pequeñas y medianas empresas: “MdQ Acha”, “MdQ Juan B Justo”, “MdQ Ortíz de Zárate”, creadas para salir del modelo explotador cooperativo que la firma transitó por años hasta formar, hace 6 años, parte de la registración que fomentó el Anexo PyME del CCT 161/75 del Soip.
 
Estas tres funcionan en Solimeno Mare, la moderna planta donde el pescado ingresa entero y sale cocinado con salsa acompañante, embolsado al vacio, o en forma de medallón empanado. Agregado de valor; primer mundo en una industria plagada de irregularidades. Las otras pymes: “Bahía Grande” y “MdQ Irala”, operan en la planta de la calle homónima.
 
Desde el año pasado los obreros de Mare pedían una actualización de los valores por el kilo de pescado excedente (cuando se supera el rendimiento acordado por la empresa) y por el kilo de pescado chico (menor a 30 cm). También un adicional a la hora de los peones.
 
Acordaron llevar del excedente de $1,39 a $2,50 y el pescado chico, de $0,28 a $0,40. Monedas… Pero el quiebre que desencadenó la ocupación de la planta fue el intento de Solimeno de aplicar la vieja treta de separar a los trabajadores: ofreció un adicional  de $400 por quincena, pero solo para un grupo de peones.
 
Después de una semana de conflicto, que paralizó la producción e impidió que salieran rumbo al exterior 6 contenedores cargados con pescado, tres de ellos con langostino, por un valor estimado en 600 mil dólares, la empresa extendió el beneficio al resto.
 
Tras la firma del acta, el lunes pasado, retroactivo al mes de julio, todos los peones finalmente percibirán $5 por hora, sobre las 88 que suman en la quincena. La incertidumbre e intranquilidad de los obreros, detener la producción, no cumplir con los clientes en el exterior… por $160 mensuales más para cerca de ochenta operarios.
 
Solimeno tiene una amplia y variada flota de barcos (otro día contamos la maniobra ilegal aplicada para ampliar su poder de pesca) como para empachar a sus obreros con pescado. “No nos da trabajo; lo vende entero. Desde el año pasado que estamos así, cortando poco”, confiesa Horacio Cortéz, delegado de “MdQ Acha”.
 
Laburantes acostumbrados a ganar bien y cobrar cada dos semanas, en épocas de vacas flacas, revisan el recibo de sueldo del derecho y el revés. Y descubren que los valores del excedente y el pescado chico no se actualizan desde el 2008. Y demandan, piden,  reclaman. Y se unen. Y aplican un plan de acción directa. Y se declaran en huelga. Y toman la planta.  Y se bancan todas las presiones por siete noches.
 
La empresa que amenazó con despidos masivos y volver atrás el acuerdo abrochado con los fileteros –otro intento por abrir una grieta en el grupo que no prosperó- si no levantaban el paro, forma parte del selecto grupo de cinco compañías que en 2013 contabilizaron el 21,5% del movimiento exportador pesquero nacional. Así lo informa el informe de Coyuntura que elabora la Subsecretaría de Pesca. En el ranking general, Solimeno no se baja del podio, detrás de dos empresas patagónicas de capitales españoles: Conarpesa e Iberconsa, enfocadas en el langostino.
 
Los números totales que arrojó el año pasado la pesca nacional se resumen en 504 mil toneladas exportadas, que representaron un ingreso de 1501 millones de dólares. Haciendo un promedio del selecto grupo, Solimeno exportó por más de 21 mil toneladas de diversos productos pesqueros y percibió algo más de 60 millones de dólares en el 2013.
 
Fernando Rivera es el presidente de CaiPA, la cámara que agrupa a las empresas procesadoras como esta. Además es abogado  laboralista de Solimeno, como de otros apellidos ilustres de la pesca local. “Es un premio que paga la empresa, no es obligatorio ni está sujeto a la evolución de los básicos en la paritaria”, dice en referencia al adicional por producción acordado y que le puso punto final al conflicto.
 
La negociación le corrió el velo a otro punto álgido. Los trabajadores habían aceptado que la oferta de $400 para los peones estuviese sujeta al presentismo. Para desdicha de Solimeno esa batalla también la perdió. El gremio intercedió en las negociaciones y ahora el acuerdo definitivo no contempla la asistencia perfecta.
 
“Tenemos el 20% de ausentismo. ¿Sabe el dinero que eso representa?”, se queja Rivera y en su voz, se escucha a todos los empresarios. En algunos frigoríficos  el pico de ausentes incluso trepa al 30%. Y no baja aunque por convenio colectivo haya un 20% de incremento adicional para los que siempre cantan presente.
 
Mientras Solimeno vende pescado entero, durante un año (abril 2013/abril 2014), por cada uno de los obreros registrados en “MdQ Acha”, “MdQ Juan B. Justo”, “MdQ Irala” y “MdQ Ortíz de Zárate” recibió los beneficios del plan de Recuperación Productiva (Repro), un subsidio de mil pesos por empleado del Ministerio de Trabajo para las empresas que no despiden trabajadores. Con “Bahía Grande” tuvo un problema administrativo y no se lo pagaron.
 
Todos los Repro de la pesca marplatense salen con el aval del sindicato. Casi todos, a decir verdad porque el de Solimeno directamente se arregló con Pesca de Nación.  Cristina Ledesma no lo avaló justamente porque la empresa no actualizaba el incentivo a la producción.
 
Casi 4 millones de pesos invirtió el Estado para subsidiar a Solimeno en el 2013. Mientras el empresario no deja de vender pescado entero, porque como dice su abogado, "le conviene más eso que mandarlo a cortar por sus trabajadores". Millones que el empresario se ahorra. Que lo pagamos todos nosotros.
 
El sindicato denunció que la empresa llega a un arreglo extrajudicial con los trabajadores. El testimonio de ese acuerdo es el envío del telegrama de renuncia. El aval para cobrar la primera cuota de la salida. En los papeles Solimeno no despide a nadie, pero las PyMES siguen goteando obreros a la calle.