Harina concentrada

Las harineras Coomarpes y Agustiner contribuyeron a bajar la tensión laboral que desató la crisis terminal de Moliendas del Sur, y se quedan con un negocio millonario. Los riesgos del monopolio.

22 de Enero de 2015 08:27

La hipótesis que dibujaba Antonio Carrasco allá por septiembre del año pasado acaba de tomar forma, aunque, su mano temblorosa, una de las secuelas visibles del ACV que sufriera tiempo atrás, tuvo un rol protagónico.

El patter family que creó el imperio Moliendas del Sur, todo pintado de celeste tan furioso como desprolijo sus procesos productivos en Mar del Plata y los puertos patagónicos, pensaba que detrás de los movimientos de Mario Del Ollio estaban las manos de sus competidores para quedarse con el control absoluto del negocio de la harina. Un tesoro en el principal puerto pesquero del país.

La harinera de Coomarpes, la cooperativa marplatense de pesca, y Agustiner funcionan a pocas cuadras de Moliendas. Hace una década se repartían el mercado en partes parecidas. Hoy avanzaron con los tropiezos de Carrasco.

Coomarpes recibe residuos y entrega cajones a cambio, de grupos pesqueros como Baldino, Solimeno, El Marisco y Pesquera Veráz (Contessi). La cooperativa también tiene fábrica de cajones. Agustiner, por Agustín, el hijo del principal accionista, Jorge Galli, tiene como clientes a Moscuzza, Valastro, Mattera y Caputo, entre otros.

Ambas han avanzado varios casilleros en el pre tratamiento del agua de cola, el mayor residuo que genera el proceso de cocción y mejoraron el venteo de gases al ambiente. Moliendas, con lavadero y fábrica de cajones, era una espina contaminada que guardaba cierto equilibrio en el negocio. Hasta que Carrasco, las internas familiares y la falta de inversiones, dinamitaron cualquier posibilidad de conservar su porción.

El presidente de Obras Sanitarias tenía el aval de la justicia para poner en jaque a la harinera, que hasta ese momento venía funcionando a fuerza de recursos de amparo y violando sistemáticamente toda reglamentación vigente en el tratamiento de sus residuos productivos.

“Me quieren sacar del medio”, decía Carrasco mientras seguía contaminando los senderos de la Reserva con los pocos residuos que le entregaban sus clientes. El único motor que seguía funcionando es  “Ancar”, que despacha cajones nuevos a razón de $55 cada uno.

El último gran golpe que recibió Carrasco vino de ese lado. Pedro Baldino, el armador fresquero más importante de Mar del Plata, se llevó 80 mil cajones para armar los barcos de Alpesca, en Puerto Madryn. Todavía no pasó a pagarlos.

Seis meses después que Osse cerrara los grifos, Moliendas no pudo levantar la clausura, nunca hizo las inversiones exigidas, profundizó las diferencias con sus yernos, los hermanos Raúl y Julio López, y como no podía producir harina, terminó vendiendo los residuos a su competencia, a razón de $0,35 por kilo.

Y como no hay forma de cambiar el resultado, repitiendo la misma fórmula, el no pago de salarios, desató una nueva crisis.  Los camioneros, que controlaban el lavadero/despacho de cajones, el único eslabón que todavía seguía en pie, contagiaron al resto.

“El viejo (por Carrasco) es como el pekines, si te descuidas, te muerde”. El perfil pertenece a un armador de barco fresquero, cliente de Carrasco, que no pudo arrancar la primera marea del año porque la crisis en Moliendas le impedía hacerse de los cajones.

No era la primera vez que Carrasco pedía plata a cuenta a los armadores para intentar apagar  el incendio. A fines del año pasado juntó más de 200 mil pesos para saltar un bloqueo de los propios camioneros que le inmovilizaban los cajones. Antes había juntado para pagar parte de la deuda de 1,8 millones de pesos que mantenía con Obras Sanitarias. Esta vez no hubo mano que lo rescatara. Muchas ya estaban lastimadas y otros habían mandado a fabricar cajones por su cuenta para romper con la dependencia.

Sus clientes no hacían beneficencia. Sabían que mientras Carrasco funcionara nunca tendrían problemas para acceder a los cajones, más allá del residuo de pescado que le entregaran a cambio. Muchos hacen variado costero o pescan  caballa y anchoíta, que no sirven para hacer harina de buena calidad. Para eso se necesita merluza o raya. 

Hoy esos armadores miran el futuro con incertidumbre. Dudan que, sin Carrasco, las otras harineras tengan disponibilidad de cajones cuando armen los barcos para la zafra de pelágicos o corvina. 

Lo que cambió ahora fue la intervención del Consorcio Portuario en la resolución de la crisis. Desde la oficina de Jorge Hidalgo, a través de Pablo Trueba, referente de la CGT en temas portuarios y marítimos, se reunieron con dirigentes de Camioneros, el Soip y el SEC, representantes  de los 46 trabajadores de Moliendas. En tres días de arduas deliberaciones, acordaron el plan de liquidación.

¿Quiénes entraron en escena y ofrecieron una solución para bajar la tensión mientras Moliendas se derrumbaba?; ¿quiénes se ofrecieron a crear una nueva empresa para tranquilizar el futuro laboral de los obreros?; ¿quiénes entregaron 5 mil pesos a cada uno de para alimentar sus flacos bolsillos?; ¿quienes abrieron un registro de retiro voluntario para depurar el padrón?; ¿quiénes harán un aporte en 12 cuotas para apurar la salida?. Coomarpes y Agustiner.

El negocio de la harina es un negocio millonario, aunque mueve cada vez menos. Al compás de los desembarques pesqueros, parece subido al tobogán en los últimos tiempos. El año pasado se exportaron 18.664 toneladas, que generaron 22,7 millones de dólares. En el 2008, se exportaron 42 mil toneladas, que habían generado 34,1 millones de dólares.

Coomarpes y Agustiner no tienen necesidad de crear una nueva empresa. Con el aval de los gremios y el Consorcio, perfectamente podrían absorber al personal en las dos harineras y dejar que Moliendas se termine de caer.

Para eso solo basta que alguno de los sindicatos solicite la quiebra. Hace más de una década que, al menos al Soip, no le paga la obra social ni la cuota sindical de los obreros. Ni cuando eran 35 ni ahora que le quedan 10.

Salvo que el salva vidas que arrojaron Coomarpes y Agustiner en medio de la última tormenta implique no reconocer la antigüedad de Moliendas y que arranquen todos con el legajo en blanco. Nueva empresa para nuevos empleados.

En el Consorcio Portuario avisaron que Moliendas tiene el permiso de uso vencido. Con los antecedentes y una deuda de canon impagable, la administración portuaria puede emitir la orden de desalojo cuando se le antoje. 

Quebrada y desalojada del puerto, liquidarán toda la batería de maquinarias para hacer frente a los créditos laborales. A esta altura no creo necesario decirle quienes están esperando para hacer la primera oferta.