Boca a la Copa con un homenaje a Riquelme

Como si fuera un regalo al “último 10” que estuvo en el palco del José María Minella, un remate delicioso de Colazo, le dio el triunfo sobre Vélez y lo metió en la fase de grupos de la Libertadores.

Lo grita Colazo y se acercan Gago y Erbes para el festejo. El lateral metió un zurdazo bárbaro para darle la clasificación al "xeneize". (Fotos: Diego Berrutti)

29 de Enero de 2015 02:34
Un verano que había comenzado muy complicado para Arrubarrena, por el 1-4 con Racing y los rumores que empezaban a sobrevolar el “Mundo Boca”, tomó un rumbo perfecto, se encarriló y lo está cerrando de la mejor forma. Luego del triunfo sobre River, el “xeneize” jugaba su partido más importante ante Vélez, para asegurarse un lugar en la fase de grupos de la Copa Libertadores y evitar el repechaje. Y lo ganó con autoridad, por 1 a 0, con una “joya” de Nicolás Colazo que sacó las “telarañas” del ángulo superior izquierdo de Sosa, en un encuentro que pudo terminar con mayor diferencia, ante un “Fortín” desconocido, que se mantuvo con vida hasta el final por la falta de eficacia de Boca en los metros finales.
 
El José María Minella se vistió de fiesta para recibir un partido oficial después de mucho tiempo. Con todas las localidades agotadas del lado de Boca y un buen marco del de Vélez, el clima estaba ideal. Sin la efervescencia del Boca-River, pero con la importancia que tenía lo que estaba en juego. Todo agrandado a la décima potencia por la presencia de Juan Román Riquelme, el centro de atención y el hombre más buscado por todos.
 
En lo futbolístico, algo de los de Arrubarrena y nada de los de Miguel Ángel Russo. Seguramente se debe haber ido preocupado el entrenador de Vélez, por la falta de ideas y profundidad de su equipo, que apenas si inquietó una vez a Agustín Orión en todo el encuentro, con un remate de Yamil Asad que se estrelló en la base del caño izquierdo antes del final de la primera etapa. Demasiado poco para un conjunto que se reforzó con nombres experimentados e importantes y ya no pudo cumplir su primer objetivo del año que era entrar a la Copa Libertadores.
 
El arranque de Boca fue mejor, sin la intensidad que había mostrado el equipo “alternativo” frente a River, pero igual con mayor actitud que su rival, presionando en la salida, no dejando jugar y abusando por momentos de los pelotazos para Jonathan Calleri, que perdía referencia, inquietaba, pero se terminaba tirando muy a los costados y no quedaba nadie para definir adentro. Las buenas intenciones de Federico Carrizo, que empieza todas bien y termina todas mal, también fueron un dolor de cabeza para la defensa albiazul. Erbes y Marín parecieron sentir el efecto de la expulsión ante Racing y jugaron un partido a pura concentración y sin fisuras, Colazo además del gol clausuró su sector y le demostró a Monzón que ese lugar todavía es de él y Guillermo Burdisso se plantó para que vean que no se ganó el puesto de casualidad. 
 
Las jugadas en esa primera mitad no abundaron, pero Boca siempre estuvo más cerca. Una buena atajada de Sebastián Sosa a Calleri, antecedió lo que sería el teledirigido de Colazo a los 33’, que recibió de Carrizo, amagó a tirar el centro, se acomodó y sacó un zurdazo bárbaro, que se fue elevando y alejando cada vez más del arquero uruguayo que con su volada la hizo más espectacular, cuando se colgó del ángulo superior izquierdo. Golazo y victoria más que justa de Boca, que casi se va con dos tantos de ventaja al descanso, pero el cabezazo de Marcelo Meli se perdió contra el palo. 
 
Por obligación, todo hacía pensar que Vélez iba a salir de otra forma a jugar el complemento, con mayor ambición. Sin embargo, volvió a repetirse en pelotazos para Mariano Pavone, que peleó más de lo que jugó y terminó siendo controlado por los centrales xeneizes. Las malas decisiones de Boca en cada una de las contras que tuvo, le impidieron sentenciar la historia con anticipación y se complicó solo cuando Andrés Chávez se hizo expulsar irresponsablemente y dejó a su equipo con un hombre menos a 10’ del final.
 
Pero ni así pudo lastimar el conjunto de Russo, que fue una sombra de lo que asomaba en la previa, con los debuts de Pellerano, Somoza y Pavone. El “Tanque” todas las que tuvo fueron luchando y de costado al arco, que terminó rematando sin dirección. Milton Caraglio no tuvo participación y lo cambios no le dieron el resultado esperado. Encima, cuando la ilusión crecía en el equipo de Liniers, Grillo recibió la segunda amarilla y se tuvo que ir a las duchas.
 
Envuelto en la impotencia, antes del final, Leandro Somoza siguió el camino de su compañero y cerró de la peor manera su regreso a Vélez, con una actuación pobre y la expulsión del final.
 
El triunfo fue para el que más lo buscó, el único que tuvo jugadores capaces de desequilibrar, más allá de que no pudieron pesar en los metros finales. Arruabarrena sale fortalecido de un verano que parecía tenerlo en vilo y, en cinco días, saca pecho y se afirma en el cargo, con la Copa Libertadores como máximo objetivo, siendo consciente de que va a necesitar un refuerzo de jerarquía que le pueda dar el fútbol que le falta. Distinto panorama para Miguel Russo, que ya dejó pasar el primer objetivo con una pálida imagen y está obligado a comenzar de la mejor manera el campeonato. 

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