El efecto derrame que muchos esperan y frena a Arroyo

Sáenz Saralegui dijo que quiere presidir el Concejo y desató una pelea con los radicales. Cano se convirtió en el hombre clave en estos días. Foto: 0223.

25 de Noviembre de 2015 20:26

La intensidad que se está viviendo por estos días a nivel nacional contrasta fuerte con el letargo que se advierte en Mar del Plata. Mauricio Macri ganó el ballotage un domingo y en menos de 72 horas ya se conoce la mitad de su gabinete nacional. Carlos Arroyo lleva un mes exacto como intendente electo y apenas se conoce un puñado de personas que lo acompañarán durante los próximos cuatro años.

No es un tema para caerle exclusivamente al flamante jefe comunal marplatense. De hecho, María Eugenia Vidal también tiene dificultades para definir su equipo. La gobernadora frenó la designación de su gabinete hasta no saber si Macri ganaba el ballotage. Lo mismo le pasa a Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

El escenario que quedó después del domingo es un triunfo total de Cambiemos: gestión en la Nación, en la Provincia, en Caba y en General Pueyrredon (entre muchos otros municipios). Al éxtasis por “quedarse” con todo le sigue el problema de armar equipos de magnitud. Arroyo no cuenta con ningún dirigente del círculo íntimo de Macri que se debata entre ser funcionario nacional o venir a Mar del Plata. Sin embargo, sí son muchos los marplatenses que esperan el llamado para picar más alto de lo que imaginaban hace pocas semanas.

Tanto Macri como Vidal se rodearán de personas de su confianza para las primeras líneas de gestión, pero la administración nacional y la bonaerense son un monstruo difícil de colmar. Por caso, se mencionan más de 60 cargos provinciales que Vidal debe ocupar en Mar del Plata. Serán otros tantos a nivel nacional. Y los radicales, principales aliados del macrismo en Cambiemos, saben que el PRO no tiene tanta gente de confianza para ocuparlos.

A esa especulación por obtener el mejor puesto posible, también se le suman problemas propios del armado de Arroyo.  Hasta ahora, el líder de la Agrupación Atlántica confirmó a José Cano (Hacienda), Emiliano Giri (Turismo y Deporte)  Gutavo Blanco (Salud). En los tres nombres confirmados no aparece ningún radical: hoy, la relación entre el partido centenario y el intendente electo es tensa.

Los nombres del partido que sonaron para sumarse fueron el de Gustavo “Tato” Serebrinsky (Producción) y Alejandro Vicente (Gobierno). Los dos, de hecho, confirmaron su desembarco en el gabinete marplatense en diálogo con 0223. Sin embargo, Arroyo los desautorizó pocos días después: “La lapicera la tengo yo, yo soy el intendente”.

Vilma Baragiola también está en carpeta, aunque según ella misma confirmó tuvo varias confirmaciones con la gente de Vidal para ocupar un cargo en el ámbito bonaerense. Otro que no tuvo ofrecimiento, pero se autopostuló fue Eduardo Abud, quien reconoció que le gustaría sumarse al Gabinete

Arroyo, por ahora no dio más pistas. Por estos días solo habla con Cano de los números y no avanza en nombres, ni estructuras que deben ser modificadas. El rol del futuro secretario de Hacienda es clave, porque muchas de las ideas que sobrevuelan en el entorno del jefe comunal deben pasar por el filtro del responsable de las cuentas. Y, por como encontró el municipio, no es muy proclive a ceder ante los planteos.

El otro foco de tensión que se generó en los últimos días fue ¿quién debe presidir el Concejo Deliberante? Naturalmente debería ser Guillermo Arroyo, el dirigente que encabezó la lista de concejales ganadora. Sin embargo, el hijo del intendente electo anticipó de entrada que no quería el cargo. Allí se abrió la disputa. Ante la falta de posibilidades, muchos radicales, en silencio, comenzaron a hacer correr la versión de que uno de ellos se haría cargo. El primer nombre que sonó fue el de Mario Rodríguez. Por estas horas también se escucha el de Cristina Coria.

Lo cierto es que Arroyo nunca se resignó a dejarles a sus aliados un puesto que será clave. Y fue Guillermo Sáenz Saralegui, quien tuvo intervenciones a cuenta gotas en sus cuatro años de sesiones, el que comenzó a tallar en la disputa.

La tensión no afloja. Arroyo sigue mirando con cierta desconfianza a sus aliados y confía en pocas personas (contadas con los dedos de una mano). Pero la desconfianza es recíproca. Muchos hombres de la UCR temen que al final del camino el futuro jefe comunal les dé vuelta la cara y la cantidad de cargos con la que ellos contaban sea una ilusión.

Los próximos días serán clave para saber si la tensión afloja y la alianza se mantiene firme durante la gestión o si el tránsito político de Arroyo será más turbulento del que se esperaba.