El Maratón de Mar del Plata fue una fiesta

Exitosa XXVI edición del Maratón de Mar del Plata. Más de 9.000 corredores disfrutaron de una jornada deportiva histórica por la costa. El santafecino Nicolás Ternavasio y la chubutense Karina Neipán se impusieron en los 42 kilómetros.

29 de Noviembre de 2015 14:01

Nuevamente la costa de la ciudad vivió una mañana espectacular con la realización del XXVI Maratón Internacional de Mar del Plata. Corredores de todas las edades, amateurs y experimentados, colmaron las calles del circuito corriendo las tres distancias programadas: 42 kilómetros, 21K y 10K. Una verdadera fiesta que entregó $ 198.000 en premios y que fue récord con más de 9.000 inscriptos, y con tiempos que también se batieron en relación a ediciones anteriores.

Primer factor que colaboró fue el clima. Si bien era bueno el pronóstico, en Mar del Plata nunca se sabe, máxime luego de los días de lluvias que se vivieron en la semana. Pero el sol salió radiante desde temprano, las nubes aparecieron y desaparecieron constantemente, y un importante viento jugó como obstáculo a superar para todos los corredores en puntuales sectores de la costa, como La Perla y Varese.

Desde pasadas las 5 de la mañana comenzaron a verse a todos los runners desperdigados por la zona céntrica. Con el correr de los minutos, fueron acercándose a las Plazas Colón y del Milenio para comenzar a elongar, hidratarse, o escuchar música en sus auriculares para aflojar los nervios de una competencia donde el rival no era el de al lado, sino los límites que cada corredor se ponía a sí mismo.

Ya cerca de las 7 de la mañana, horario de salida para los 42K y 21K, todos se acercaron al inmenso arco inflable ubicado sobre la avenida Peralta Ramos y Moreno para escuchar la estampida que marcaba la largada.

En la extenuante distancia de 42K se impuso en varones el santafecino Nicolás Ternavasio, con 2h20m50s, quien el viernes había presentado en el Polideportivo su libro "El Maratón de mi vida" y tiene amplia experiencia en maratones. En tanto que la chubutense oriunda de Esquel, Karina Neipán se consagró en damas, con 2h45m43s. La atleta participó en agosto del año pasado participó del Mundial de Atletismo en Moscú, corriendo los 42K con un histórico 11° puesto. 

En los 21K se quedó con la prueba de varones el catamarqueño Marcelo Fabricius, con 1h05m15s; y en damas la marplatense Florencia Borelli, quien batió el récord de este maraton con 1h15m25s.

A las 10 de la mañana llegó la última competencia, con la imponente largada de la distancia 10K. Allí participaron más de 4.000 personas, casi la mitad de los inscriptos. Al momento de la salida, se llegaron a formar casi cinco cuadras de corredores por la calle Moreno. Impresionante. Y ganaron dos marplatenses: Ezequiel Monin (32 minutos) y la atleta Micaela Levaggi (35m14s).

El aliento de la gente

Al comienzo, por ser muy temprano el inicio de la competencia, no fue importante el número de espectadores al costado de las vallas. Mayoritariamente, los familiares de cada corredor. Pero con el pasar de la mañana, se fue sumando gente de la ciudad y turistas que se encontraron sorpresivamente con tamaño evento. Equipos de mate completos, facturas, auriculares, cada familia que se acercó para alentar a los atletas le aportó su afecto con gritos y aplausos, y ovaciones para los ganadores. 

Organización sin fallas

Hay que mencionar que la organización fue impecable. No quedó detalle librado al azar. Más de 600 voluntarios colaboraron para acercarles los vasitos de agua a cada corredor en medio del maratón, o para cortar los más de 28.000 kilos de bananas y naranjas, y acomodar las botellas de agua. Mientras los periodistas Esteban Salinas y Marcelo Marcel en el escenario de premiación fueron informando los tiempos de los competidores y arengando al público, debajo los entrenadores Leonardo Malgor y Daniel Díaz, junto al profesor Andrés Macció, vía handy, corrieron de un lado al otro y se encargaron de coordinar cada movimiento. Los atletas olímpicos ya con marca para Río de Janeiro 2016, los marplatenses Mariano Mastromarino y Marita Peralta y el chascomunense Luis Molina fueron quienes recibieron en la llegada a los primeros tres puestos de cada distancia, sosteniendo la cinta de la línea final. 

Los podios de cada categoría, tras cruzar la línea, ingresaron a la plazoleta Almirante Brown primero para dialogar ordenadamente con la prensa, y luego -como todos- continuar a los puestos de alimentación e hidratación. Girando hacia el Teatro Auditorium, fueron recibidos por los voluntarios, que entregaron medallas a todos los participantes. Luego, cinco camillas con masajistas estuvieron alertas para quienes necesitaran atención ante calambres y contracturas.

Allí todos se encontraron con sus familiares en un momento emotivo. Madres con sus bebés en el carrito, sosteniendo el pie estirado del padre en el suelo. Hombres y mujeres mayores de 50 años agotados pero con una sonrisa bien ancha por haber terminado. Jóvenes llorando por alguna promesa que cumplieron. Grupos de amigos que entrenaron antes en la costa, o se conocieron en los habituales equipos de entrenamiento, y que tras perderse en la multitud, se reencontraron allí con un abrazo emocionado, y las felicitaciones. Selfies con el mar y los edificios del Casino y Hotel Provincial de fondo. Otros, caminando rengos con ayuda de competidores desconocidos. Una comunidad donde el atletismo oficia de camaradería para el encuentro de deportistas.

Pasó el Maratón Internacional de Mar del Plata. Un encuentro que dio un salto más de calidad, y que deberá ser sostenido por las próximas autoridades municipales. Como dijo el entrenador Leonardo Malgor a 0223 en la semana, "hay que ir por un maratón reconocido en el mundo". La ciudad cuenta con todo para lograrlo. Algunos rumores indican que el año próximo, a esta altura, solo se correría los 10K y los 21K-42K pasarían a fines de marzo de 2017, para encajar en el calendario nacional respecto a los maratones de Rosario y Buenos Aires, y así sumar más competidores. Lo cierto es que este domingo cercano al verano el deporte fue una fiesta, y cada atleta, haya terminado o no su carrera, se volvió a su casa cercana o lejana con una alegría por otra prueba de superación.