Causa CNU: “Esto se arregla por las buenas o por las armas”

Esa habría sido la advertencia de Gustavo Demarchi al rector de la Universidad Católica, en medio de la discusión por la unificación con la Universidad Provincial. Siguen las declaraciones de testigos en el TOF 1.

El exfiscal Gustavo Demarchi, uno de los imputados por los crímenes cometidos por la CNU en Mar del Plata. Foto: archivo 0223

15 de Diciembre de 2015 16:57

Por Redacción 0223

PARA 0223

“Esto se arregla por las buenas o por las armas”, le habría dicho el exfiscal federal Gustavo Demarchi al rector de la Universidad Católica luego de que se negara a viajar a La Plata para firmar la unificación con la Universidad Provincial. Así lo relató una testigo de la reunión, que este lunes prestó declaración en el TOF 1 de esta ciudad, donde se juzgan los delitos de lesa humanidad que habría cometido la Concentración Nacional Universitaria en Mar del Plata a comienzos de la década del ’70.

El 9 de mayo de 1975, Selva Navarro acudió a la Universidad Católica, que funcionaba en el actual Pasaje Catedral de Mar del Plata y se enteró que durante esa madrugada habían secuestrado a María del Carmen "Coca" Maggi, decana de Humanidades.Según relató en la audiencia de este lunes, el decano Oliver se mostró preocupado y desesperado, sin saber qué hacer. “Estamos atados de pies, de manos y con los ojos vendados”, contó Selva que le dijo el decano. “Me lo estaba diciendo un abogado, con un cargo en la Justicia en Dolores”, aclaró. “Si ellos no sabían qué hacer, estábamos desvalidos, qué nos quedaba. No  había nada donde recurrir”, añadió, según informa el sitio Fiscales.gob.ar.

En ese marco, Selva resolvió ir a pedir ayuda a Josué Catuogno, entonces rector de la Universidad Provincial a quien conocía solo de vista. “Catuogno se quedó mudo, no contestaba nada”, señaló. Lo repitió dos veces más. Entonces le dijo que no la conocía, a lo que la mujer le retrucó y le pidió ayuda. “Se puso muy mal, no hablaba, gritaba, me decía ‘no me explico por qué vino a mi’”, agregó. 

Al final, Navarro se fue con la promesa de conseguir la cantidad de firmas de alumnos que la gestión de Catuogno necesitaba para avanzar en la unificación de la Universidad Provincial con la Católica y lograr luego la nacionalización. Pero cuando regresó por la tarde, el rector le dijo: “Señora créame que lo lamento pero no la puedo ayudar”.También se reunió con Eduardo Cincotta -secretario general de la Universidad Provincial- y fue a verlo a Monseñor Sirotti, entonces secretario del Obispo Pironio, a quien le contó que Catuogno esperaba que “alguien de la curia” fuera a verlo, lo que despertó su enojo. “Han ido muy lejos, es un insolente”, habría dicho. También participó de una reunión con integrantes de la Iglesia, y hasta acudieron a ver al intendente de turno.

A Navarro la convocaron para acompañar al rector de la Universidad Católica, Hugo Grimberg, a otra reunión con Cincotta en el Rectorado. Al llegar, también estaban Catuogno y el imputado Gustavo Demarchi, entonces coordinador docente, quien le negó el saludo a Grimberg. “Fue todo muy álgido en la reunión”, rememoró. Habló de una pila de expedientes presuntamente penales puestos sobre una silla y contó que en un momento se apagó la luz.Tras ello, Demarchi le dijo a Grimberg que debían acompañarlos a La Plata, que los esperarían para firmar el traspaso de la Universidad Católica a la Provincial.

En ese momento sonó el teléfono del Rectorado, le avisaron a Selva que era para ella: habían acordado con hombres de la Universidad Católica que si no estaban de regreso a determinada hora, llamarían. Al teléfono sólo dijo: “Todo bien, todo bien, ya nos vamos”. Levantó el maletín de Grimberg y le dijo al rector que se marcharían.Demarchi los despidió. “Bueno, esto se arregla por las buenas o por las armas”, advirtió.La testigo conoció a Maggi porque había sido su profesora.

El clima en las facultades, dijo, era “un poco caótico”. Además comentó entrar “bandas de manifestantes con palos, a veces armados también”. Las aulas se abrían a patadas y se desalojaban. Le habían comentado –dijo- que eran personas llevadas desde el barrio Belgrano a quienes les pagaban 20 pesos. ¿Quiénes los llevaban? “CNU los traía”, respondió ante la pregunta del fiscal. En una de esas entradas uno de ellos gritaba: “¡Queremos las cabezas de los jefes montoneros!”.

“Siempre voy a sentir los gemidos de tristeza de la madre de Coca. Los padres murieron luego de pena y angustia, porque no termina todo con el exterminio de las personas que secuestraban”, relató ante el Tribunal. Más tarde habló de la relación de afinidad de la decana de Humanidades con el Obispo Pironio. “Era vox pópuli que había que salir a matar zurdos”, añadió.

Alicia Ruszkowski era ayudante graduada cuando quedó cesante en abril de 1975. El clima en esa época, relató en el juicio a integrantes de la CNU, era de violencia en Mar del Plata, y en particular en la Universidad. “Grupos de derecha estaban asaltando, de alguna manera, la universidad”, señaló.La testigo estaba casada con Enrique Pecoraro, quien era docente en Humanidades y Arquitectura y participaba en la Universidad Católica, trabajando “mano a mano” con María del Carmen Maggi por la fusión y nacionalización de las casas de estudio.Previo a la denominada noche del “5x1”, contó que en su casa recibían amenazas telefónicas, y que luego de esa trágica madrugada, se fueron de la vivienda donde estaban. Incluso Pecoraro debió abandonar la ciudad en el baúl de un auto porque supieron que estaba en una lista de militantes que irían a buscar. “Era vox populi en Mar del Plata que había que salir a matar zurdos”, sostuvo la testigo.Y así fue: ella se fue por cuatro días a Buenos Aires, dejando a Ana, su hija de apenas cinco meses con sus padres, y al regresar la señora que vivía en la planta baja de su casa le contó que había ido una patota con armas, que habían intentado subir por un espacio interno. “Fue un hecho muy violento, toda nuestra vida peligraba”, señaló. Supieron allí que debían irse de Mar del Plata porque “nos pisaban los talones”.

En 1979 su esposo fue asesinado a balazos cuando fue a pagar el seguro de su auto por integrantes del Batallón 601. Ella entonces regresó a Mar del Plata con sus hijos de 1, 3 y 5 años. Pero aquí también fue perseguida, secuestrada y llevada a la Esma.Consultada por el Ministerio Público Fiscal sobre una posible vinculación entre los sucesos de 1975 y 1979, Ruszkowski apuntó que “algunos integrantes de grupos de derecha se integraron tras el Golpe al Ejército”. “Eduardo Cincotta, quien firma nuestras cesantías en la Universidad, fue luego personal civil que actúa operativamente con el Ejército”, añadió.

La testigo también se refirió a la noche del “5x1”, cuando fueron asesinados Enrique Pacho Elizagaray, su tío y primos Videla, y el médico Bernardo Goldemberg. “La CNU rodea la casa, lo acribillan a Pacho en el techo cuando intentó escapar, ante la ausencia de fueras de seguridad con zona liberada”, sostuvo.A Maggi la definió como “una persona muy ejemplar, con convicciones maravillosas, trabajó por la gratuidad de la enseñanza en la Universidad Católica, una mujer joven, con una gran coherencia de vida”. “Se dice que la mataron para darle una lección al Obispo Pironio, pero creo que también por su defensa de la Universidad”, añadió.Ruszkowski inscribió los crímenes juzgados dentro del terrorismo de Estado. “Son grupos paraestatales con protección y amparo desde el Estado, algunos incorporados en el sistema de represión y otros detenidos luego como delincuentes comunes”, definió. 

Cuando el imputado José Luis Granel quiso preguntar, el presidente del Tribunal le dijo que lo haga a través de su codefensor, pero enseguida desistió del interrogatorio. Demarchi intentó lo mismo: “Voy a preguntar yo”, le dijo al Tribunal e interpuso una reposición. Tras una deliberación, los magistrados no le dieron lugar y debió hacer las preguntas su codefensor, César Claudio Benvenuto.

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