Argen Pesca: una caja de pandora y explotadores

El saladero del Parque Industrial deja en evidencia un sistema laboral del medioevo, que perdura solo con la complicidad de la clase dirigente y un Estado que mira para otro lado.

“Manino” Iriart, siempre cerca de un “Pomelo” cada vez más canoso.

12 de Febrero de 2015 08:36

El conflicto laboral en continuado dentro del saladero ArgenPesca, que se trasladó luego a la delegación local del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires y volvió al Parque Industrial, abrió la caja de pandora y dejó a la vista del sol estival la precariedad laboral con que se desarrollan algunos eslabones productivos dentro del Partido de General Pueyrredon.

Bajo la luz del verano también quedaron expuestas las miserias de un sistema de contratación que se conserva al margen de la ciudad inclusiva, sustentable, de los 12 meses; cimiento de la perla industrial del atlántico que solo aparece en los avisos de propaganda.

Porque “Ceferino Namuncurá”, la cooperativa que preside Rubén “Pomelo” Guerrero y que aportaba “recursos humanos” al saladero desde hace 15 años, no es otra cosa que el recorrido diario y puntual de colectivos que recluta gente por Otamendi, Miramar, Mechongué, Batán y la periferia marplatense.

El diputado Rodolfo Adrián “Manino” Iriart sabe bien quién es Guerrero. El presidente de la Comisión de Intereses Marítimos y Portuarios no avanza sobre la explotación laboral que esconde “Pomelo” y su agencia de colocaciones de trabajos temporarios en negro, bajo la pantalla de la cooperativa.

“Pomelo” es un aportante indispensable de manifestantes para la ola naranja. La foto que ilustra esta columna se generó este verano, con el conflicto de Argen Pesca en su apogeo, en el club Mitre, del cual “Pomelo” es su mecenas, durante una acción sanitaria.

Da la sensación que “Manino” se codea con los explotadores.  Para el Día de la Mujer del 2013, reconoció la tarea de Norma Mira como “trabajadora” de Argen Pesca. En realidad la “trabajadora” es presidente de la Cooperativa San Julián, con el mismo manual de instrucciones que “Ceferino”. Gente ansiosa por ganar unos pesos sin muchas preguntas.  Se han mantenido fuera del conflicto porque Jorge Giovanelli, el titular del saladero, pagó el bono de fin de año.  

La gente adora a Guerrero. Su gente; a la que le consigue trabajo esporádico sin cuentas claras. A las mujeres un día descabezando y despanzurrando anchoítas, otro día llenando la maleta con papas, cuando no choclos; a la semana cambian de surco y juntan frutilla. Y si llueve, otra vez impregnados de olor a pescado en el Parque Industrial. A los hombres también los lleva descargar cajones de corvina en el invierno fangoso del Río Salado.

Los que podrían controlar a Pomelo se retratan con él. Daniel Sosa es el director de fiscalización y control pesquero bonaerense. Uno de los hombres claves de “Manino” en el puerto. Todos los atropellos a los derechos laborales que comete Guerrero con su agencia de colocaciones tienen una tarifa que alimentan la caja con que se retroalimenta y salpica más lejos la ola naranja.

Sumisos, temerosos, obedientes, dominados, los reclutados por “Pomelo” y Norma no conocen otro sistema de relación laboral que el que son protagonistas. No hay planteos ni cuestionamientos. Se trabaja hasta el día que se termina. Y cada cual a su casa con lo que le toca. Hasta que el colectivo vuelva a pasar por el barrio y existan necesidades para subirse.

A la bomba que explotó en Argen Pesca no la hizo estallar una zafrera. María Isabel Gómez, todavía hoy tras las vallas de la Delegación en la Avenida Luro, fue durante más de 10 años capataza de “Pomelo” en “Ceferino Namuncurá”. Giovanelli se negó a darle los 200 mil pesos que pedía para salirse de la actividad. Es más, el propio Guerrero reconoce que ya no trabajó la última zafra.

Conocedora de la logística,  no le costó nada convencer a viejos conocidos para que la acompañen en la toma de la fábrica. Para reclamar lo suyo y lo de los otros. Argen Pesca pagó la mitad de los arreglos en vísperas de las fiestas. “Mary” se llevó $19 mil y los otros 52 acompañantes, menos de la mitad. Si no hay otro premio por la toma de la Delegación, la esperan otros $19 mil cuando ratifique y homologue el acuerdo en los tribunales del trabajo. Claro que ella armó otra lista de extrabajadores. Ya van por el renglón 300 entre amigos y familiares.

Muchos de los que cobraron nunca habían pisado el Parque Industrial. Giovanelli pudo sacar los 2 mil barriles de anchoa en sal y pasó los gastos del arreglo como costos extras. Nada que modifique la fortuna amasada por ahorrarse el pago de cargas sociales, obra social, vacaciones, aguinaldo a las más de 200 personas que ocupó durante los últimos 12 años. Su contador, Eduardo Dehaut, es el mismo que presta servicios para otro marplatense ilustre: Amado Boudou.

En todo este tiempo el Estado no golpeó la puerta de su establecimiento para velar por la garantía de los derechos de esos trabajadores. Hace todos esos años que Guerrero y Mira le sacan el jugo a un Estado que no entra en escena. Que prefiere colores y slogans publicitarios.

Días pasados se conoció el fallo del juez federal Santiago Inchausti, quien procesó a Juan Martín Costantino por el delito de trata de personas con fines de explotación laboral, agravado por haberse cometido contra 42 víctimas –dos menores- y por el aprovechamiento de su situación de vulnerabilidad. El magistrado  trabó un embargo sobre sus bienes y/o dinero hasta alcanzar la suma de 3,5 millones de pesos y ordenó el decomiso preventivo del predio donde se emplazaba la quinta Costamari.

¿Cuál es la diferencia con Argen Pesca y todos los saladeros que funcionan en el Parque Industrial?

En el saladero siquiera se puede conocer exactamente quiénes son y quiénes no los trabajadores de la empresa. Porque de los 120 obreros que levantaron el viernes pasado la toma de la planta a cambio de repartirse 600 mil pesos que aportó el nuevo dueño del predio, que piensa transformarla en una recicladora de plástico, no todos pudieron hacerse del dinero. Había 15 menores de edad y otro tanto con problemas de documento. Algunos no habían hecho la renovación a los 16 años. Otros directamente no los tenían. Esos son los “asociados” a "Ceferino Namuncurá".

Argen Pesca ya es historia. Pero sus miserias, los vivos, los explotados, los explotadores y sus cómplices son puro presente. Están en otra caja de Pandora en el saladero de a la vuelta, en el de más acá y en el más allá del ingreso principal del Parque Industrial.