Alvarado y una victoria muy necesaria
Los dirigidos interinamente por por Gustavo Gatti y "Archi" Ayala sumaron el primer triunfo como local con un 1 a 0 contra Independiente de Neuquén, con gol de Molina. El jueves asume Duilio Botella.
27 de Mayo de 2015 23:59
Por Redacción 0223
PARA 0223
Había que ganar, y se ganó. Después se verán las formas, el rendimiento colectivo e individual. Pero Alvarado necesitaba imperiosamente conseguir un triunfo de local, cortar con la sequía ante su gente, salir del golpe que significó la salida de Luis Nicoletti y esperar con el ánimo renovado la asunción de Duilio Botella. Y todo eso pasó. Con un segundo tiempo correcto, después de una primera parte que había sido la continuidad de lo anterior, el “torito” superó merecidamente a Independiente de Neuquén por 1 a 0 y sumó su primera victoria en el José María Minella. Francisco Molina, uno de los jugadores de los que se esperaba mucho más, marcó el único tanto del partido.
Desde el vamos, Gustavo Gatti intentó diferenciarse y cambió el sistema, con Facundo Machado parado claramente de enganche, lo que pretendía darle más juego colectivo y no repetirse en el ataque por las bandas con Tello y Molina. Pero en ese arranque, la pelota pasó poco por el “10” y favoreció a la visita, que ganaba en los envíos largos y mostraba buena circulación de mitad de cancha en adelante. Tanto es así, que a los 8’ se enmudeció el Minella en una gran jugada colectiva, que terminó en asistencia Vergara para Manuel Berra, que le dio de zurda, como venía y la pelota pegó en el travesaño y se fue.
Cuando le empezaron a dar la pelota a Machado, el “torito” empezó a tener más posesión de pelota y a evitar los pelotazos que no le dieron resultado en el comienzo. El exLibertad se animó y encaró, ganó una falta cerca del área que no terminó en nada, pero que al menos levantó un poco a la gente que se aburría con un partido que no ofrecía nada. Alvarado no se terminaba de decidir a qué jugar y después de algunas buenas intenciones volvía a repetirse con los defensores salteando la línea de los volantes, directo a los delanteros, y facilitaba la tarea de Manchafico y Pirotta.
La mejor jugada de Alvarado llegó a los 30’, cuando no se apuraron, la empezaron por izquierda, la movieron y cuando no daba para más en ese lugar, Damián Luengo la cambió de frente para Tello, que metió el centro pasado que no alcanzaron a cabecear con dirección Luengo y Roda por el segundo palo. Sin embargo, con nada, Independiente era más inteligente. No tenía la pelota, pero entendió en qué momento presionar y lo llevó a cometer un error a Ramiro Jorge, que la perdió en la salida y Mauricio Villa le sacó pintura a la base del caño derecho.
En el tramo final, el local intentó tomar el protagonismo y la derecha era el lugar preferido para atacar. Otra vez Tello tuvo una buena incursión por ese sector y metió un centro-pase para Leonardo Roda que cabeceó débil y le dio tiempo a Ferreyra de recostarse sobre su derecha y contener. Aprovechando errores del medio visitante, Alvarado tuvo ocasiones de contra que no supo terminar bien. La última del primer tiempo, volvió a mostrar un exquisito cambio de frente de Luengo, un muy buen centro de Tello que se le cerró al arquero y alcanzó a cachetear por encima del travesaño.
Los retos dieron resultado en el vestuario, porque salió de otra manera a jugar el complemento, con las dificultades para generar juego, pero con mayor enjundia para ir hacia delante. Y movió la pelota con tranquilidad hasta encontrar pase por el costado, desde donde sí tiraban centros para Roda. Pero el “9” no estaba en su día y no logró conectar las buenas pelotas que llegaron desde las bandas. Las ganas de anotar, le jugaron una mala pasada al goleador, que a los 14’ capturó una pelota que peleó Tello, y pegado a la medialuna la quiso “pinchar” por encima de Ferreyra, cuando Molina ingresaba solo por la izquierda.
Conociéndolo bien de la local, Gatti-Ayala se la jugaron por Fernando Juárez por el cordobés para darle menos altura pero más potencia. Y el “negro” fue, se la bancó, empezó a presionar a la defensa y casi abre el marcador con la situación más clara. La manejó bien el “torito”, la movió del medio a la izquierda, Molina tomó una pausa y tocó atrás para Castro que metió un muy buen centro que el delantero cabeceó y obligó a Ferreyra a la atajada de la noche al sacarla por encima del travesaño.
Alvarado merecía más, sin jugar del todo bien, pero por ser el único que quería ganar el partido. Y esta vez lo que se merecía se consiguió. Por una maniobra individual. Porque la peleó Ramiro Rodríguez Rendón en la primera que tocó y le quedó a Francisco Molina, hasta ahí de discreto partido, la hizo toda él, se la acomodó para la zurda y metió un remate bárbaro, bajo, que se clavó contra el caño derecho de Ferreyra.
Quedaban poco más de 15 minutos y el “torito” se iba a aferrar al resultado, se iba abrazar, lo iba a cuidar. Y así lo hizo. Porque el autor del gol salió con un fuerte golpe y Gatti mandó Fernando Ponce a la defensa y subió un poquito a Mauro Castro para tener mucha marca por ese sector. La defensa se solidificó y sacó todo lo que llegó, sobre todo de arriba. Castillo y Juárez (le anularon por offside una jugada que terminaba en gol) corrieron para molestar a los defensores y ver si les quedaba una para definir el partido.
Pero Independiente no tuvo ideas, como a lo largo de los 90 minutos y el triunfo no corrió peligro, aunque el ambiente era de nerviosismo y ansiedad, porque cuando estás torcido, cualquiera termina dentro de tu propio arco. El pitazo final de Eliseo Acosta fue el desahogo de todos. De los jugadores, que se sacaron el karma de ganar en casa, del cuerpo técnico que se hizo cargo para este partido, lo trabajó y lo sacó adelante. Para los dirigentes, que venían trabajando para levantar al club y todo lo bueno no tenía la trascendencia porque no se daban los resultados deportivos. Y para los hinchas, que tuvieron que esperar más de un año para poder volver a festejar un triunfo en el Minella.
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