“Napolitano nos arruinó la vida, pero ¿dónde estuvo el Estado?”

Mayra (21) y Rosario (32) fueron víctimas del violador serial "Pepino" Napolitano. Las dos se animaron a contar su historia. Este martes comienza a ser juzgado por 7 abusos sexuales. 

"Pepino" Napolitano cayó en mayo de 2013. Desde este martes será juzgado, acusado de 7 violaciones.

6 de Julio de 2015 19:53

Jueves 20 de septiembre de 2012, 19.30. Mayra, que hace un rato volvió de la facultad, revisa en sus bolsillos y busca las llaves para abrir la puerta de su casa del barrio Florencio Sánchez. Pero jamás llega a franquear el acceso: alguien la aborda por la espalda y le apunta con un arma a la altura de la cintura. Le dice que no se mueva, que se quede quietita, que no le va a pasar nada. La toma por el cuello, la abraza; le dice que esté tranquila. Así, aparentando ser novios, caminan veinte cuadras y se detienen al llegar a un descampado de El Martillo. Entre la maleza, la viola y la amenaza para que no grite. Antes de irse, le quita la bufanda y el celular. Ahora son casi las diez de la noche y Mayra ni se imagina que acaba de convertirse en una de las víctimas de un violador serial.    

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Claudio “Pepino” Napolitano (45) cayó en mayo de 2013. Fue detenido por personal de la Dirección de Investigaciones en una vivienda de calle 47 al 6800, en donde además se encontraron elementos que pertenecían a las víctimas. Es que después de violarlas, el sujeto se llevaba un souvenir.

Napolitano había sido condenado en 1996 a 25 años de prisión por haber violado a otras siete mujeres en apenas un mes y a 11 por robos a mano armada. Sin embargo, beneficiado por la denominada ley del 2x1, recuperó la libertad en 2003.

Los antecedentes del violador serial generaron conmoción en los distintos sectores. Incluso, el gobernador bonaerense Daniel Scioli calificó de “inadmisible” su liberación y criticó que ello haya ocurrido “sin que se haya acreditado efectivamente que ha dejado de ser un riesgo para la sociedad”.

A partir de este martes y durante seis días, el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de Mar del Plata juzgará a “Pepino” por 7 casos de abuso sexual agravado por uso de arma de fuego y acceso carnal, y 7 robos agravados por uso de arma de fuego cometidos entre 2009 y 2013. En total, 16 personas darán testimonio ˗̶ algunas, de forma escrita˗̶  ante los jueces Alfredo De Leonardis, Gustavo Fissore y Jorge Peralta.

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Jueves 14 de febrero de 2013, 22.10. La noche es clara y Rosario, que acaba de irse de la casa de su ahijado, decidió que volverá a su hogar caminando. Entonces llama a su madre, le avisa que llegará en unos minutos y guarda el teléfono, apurada. Ahora en el barrio Florencio Sánchez son las 22.25 y sus ojos chocan contra la cara tapada de Napolitano, que le apunta al cuello con una 9 milímetros y la obliga actuar como si fueran novios. Ella le ofrece dinero, la mochila, el celular nuevo, sus zapatillas carísimas de trainning. Pero él le dice que se calle y camine.

˗̶ A la tercera cuadra pensé: si éste me quisiera robar, ya lo hubiera hecho, es corta. Entonces me puse a pensar en que lo único que me importaba era que no me matara. Traté de concentrarme en eso, no tenía otra˗̶  recuerda Rosario.

El sujeto detiene la marcha en un descampado del barrio El Martillo; el mismo lugar donde cinco meses atrás había atacado a Mayra. Sin dejar de amedrentarla con el revólver, la viola. Antes de escapar, le roba la mochila y le suelta esa frase que Rosario repite como una autómata: ¿Vos te pensás que no soy consciente de que te arruiné para toda la vida?

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“Pepino” siempre actuó bajo el mismo modus operandi: usaba ropas oscuras y gorras, sorprendía a sus víctimas de noche, cerca de las paradas de colectivo de los barrios El Martillo, Florencio Sánchez, San Martín y El Progreso, en la zona sudoeste de Mar del Plata. Reducía a las jóvenes a punta de pistola y las llevaba casi siempre al mismo descampado para cometer el abuso.

Una vez que se hacía de algún trofeo, las abandonaba en el lugar. Tras su detención, Rosario supo que en la billetera del hombre habían encontrado una tarjeta personal suya, y que su celular lo utilizaba la expareja de Napolitano. Otro familiar del imputado tenía en su poder el teléfono móvil de Mayra.

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Inevitablemente, las vidas de Mayra (21) y Rosario (32) no volvieron a ser las mismas. Gracias a la contención de su familia, Mayra pudo continuar con sus estudios universitarios ˗̶ en poco tiempo se recibirá de profesora de Educación Física˗̶  pero nunca más pudo volver a tener una relación con un hombre, ni piensa en poder hacerlo en bastante tiempo más. Pese a que estuvo medicada, los ataques de pánico jamás se le fueron.

Rosario, directamente, debió abandonar el barrio: dejó su casa familiar y alquiló un departamento en pleno centro, a unas cuadras del trabajo. Dice que tardó mucho tiempo en caer. Mientras tanto, pidió ampliar su horario laboral y se concentró en no mirar más allá de las paredes del gimnasio en el que da clases de fitness.

A veces logra dormir algunas horas de corrido, pero las pesadillas son recurrentes. Incluso, algunas noches, las paredes de su casa se transforman en garras enormes que poco a poco la van asfixiando. Ella tampoco pudo entablar una relación: cree que sus ataques de ira, ese enojo desmedido que la enceguece, alejan cualquier posibilidad.

Aunque vivían en la misma zona, a unas cuadras de diferencia, Mayra y Rosario se vieron las caras por primera vez 48 horas antes del inicio del juicio a Napolitano. Las dos supieron que había más víctimas recién cuando lo detuvieron. “Uno no quiere que esto le pase a nadie, pero sentí que no estaba sola”, admite Rosario. Y dice que ahora se siente un poco más acompañada. O menos sola.

Las dos coinciden en que el abuso fue doble: para ellas, las violó no sólo Napolitano, sino también quienes lo dejaron en libertad antes de que cumpliera la totalidad de la condena.Napolitano me agravió, claramente, pero después fue el Estado. ¿Dónde estuvo el Estado? No creo que ni siquiera lo hayan controlado alguna vez, cómo no voy a estar caliente”, se enoja Rosario, para quien esto es una cuestión de lógica pura.

Mayra también comparte ese planteo que de hecho harán este miércoles a la mañana, día en el que ambas están citadas a declarar. “Napolitano ya nos arruinó la vida. Ahora queremos que lo condenen y pase los años que tenga que pasar en la cárcel, sin ningún tipo de beneficios, para que esto que pasamos nosotras no lo tenga que pasar ni mi hermana, ni mi prima ni ninguna otra chica que se le pueda llegar a cruzar en el camino”, reclama.