Cano y el temor a un efecto cascada

19 de Octubre de 2016 22:06

José Cano se juntó con Carlos Arroyo en el despacho principal de la municipalidad y le anunció que se iba del bloque de concejales del oficialismo. El intendente sabía que esa posibilidad podía ocurrir desde hace tiempo, desde el mismo día en que Cano abandonó la secretaría de Hacienda para retornar a su banca de concejal, pero esperaba que esa amenaza latente jamás se concretara. Pero hoy se concretó: el portazo de Cano retumbó en una ya endeble estructura de poder en el oficialismo.

Es difícil encontrar a alguien sorprendido por la decisión de Cano, quien ya había hecho un trayecto similar durante la gestión de Gustavo Pulti: fue su primer secretario de Hacienda, pasó al Concejo, se fue del bloque oficialista y se convirtió en uno de los principales opositores.

Por ahora, según hizo saber el concejal Cano, su idea no es convertirse en acérrimo opositor a la gestión de Arroyo, pero está claro que no se siente del todo cómodo formando parte del “oficialismo” puro y optó por distanciarse.

La salida del exsecretario de Hacienda oficializó algo que en los hechos ya existía: el oficialismo ya no cuenta con mayoría propia para sacar expedientes del cuerpo legislativo sin apoyo opositor. Y no solo por obra del “díscolo” Cano. Eduardo Abud se fue (lo fueron) del Enosur muy molesto con el intendente y siempre dejó en claro que el vínculo no sería el mismo. Se sintió traicionado y, a pesar de no hacer grandes escándalos públicos, avisó que no votaría todos los proyectos del oficialismo.

De esta manera, la mayoría automática que tenía el oficialismo, sumando los votos de los interbloques de Agrupación Atlántica – Pro y la UCR se esfumó antes de terminar el primer año de mandato. Y se da con dos proyectos claves para el intendente en pleno tratamiento en el cuerpo legislativo: el nuevo código de publicidad y la implementación del sistema de fotomultas. Al menos sobre el último proyecto Cano ya había anticipado su voto en contra.

Pero en el entorno del jefe comunal existe otro temor: que la decisión consumada de Cano, sumado a las internas que está desatando la interna radical generen un efecto cascada y otros concejales sigan al exsecretario de Hacienda.

La opción que primero viene a la mente es la de Abud, viejo dirigente radical, enojado con Arroyo y sin demasiados intereses en el desenlace de la elección que definirá la nueva conducción del partido (aunque su hijo está jugando a favor de la lista de Mario Rodríguez). Pero no sería el único. “También hay charlas con Juan Aicega para armar un bloque aparte”, confió una fuente este medio.

Aunque el referente del Pro en Mar del Plata no confirmó la posibilidad, no suena descabellado. De hecho, hace algunos meses había amenazado con abandonar el bloque oficialista y crear un monobloque amarillo puro. La falta de participación en algunas decisiones y cierta molestia con la conducción de Guillermo Arroyo habían generado malestar en el único concejal del Pro. La situación terminó con una reunión entre Aicega y el propio intendente Arroyo en la que “limaron asperezas” y lograron mantener la unidad.

A eso se le suma la incursión del jefe comunal en un asado peronista, invitado por Alvarito Fanproyen, una de las últimas incorporaciones del gabinete. La visita no hubiera caído tan mal, si Arroyo no hubiera anticipado que, una vez que el abandone el cargo, Mar del Plata necesita un intendente peronista. Mientras Cambiemos intenta convertirse en la primera fuerza política del país, en una puja fuerte con las distintas  vertientes justicialistas, el planteo del jefe comunal cae como una bomba en sectores puros del Pro.  

De avanzar las rupturas la conformación de un nuevo bloque “paraoficialista” debilitaría aún más el poder del intendente y, especialmente, su desempeño en un Concejo Deliberante que no se caracterizó en estos meses por la eficacia. Cano oficializará este jueves su ruptura con el bloque oficialista y el domingo se sabrá que facción se queda con el control del Comité Radical. Después de eso, será cuestión de esperar cómo se suceden los hechos, para saber si Arroyo logra contener el éxodo o comienza a administrar un poder cada vez más exiguo.