Trump: una campaña peronista, un gobierno a definir

Para los peronistas la campaña que llevó al triunfo a Donald Trump en EEUU tiene inocultables reminiscencias con el peronismo histórico. El candidato “outsider” que enfrenta a todo el sistema político, económico, mediático y cultural y les gana nos remite – salvando las distancias obvio de tiempo y lugar – a la histórica elección de 1945 en Argentina cuando el entonces Coronel Perón derrotara a prácticamente a una alianza de todos los partidos políticos, los medios, las asociaciones patronales y la elite cultural de la época respaldado solo por un sector del Ejército y unos todavía débiles sindicatos.

En las recientes elecciones norteamericanas que gracias a la gentileza del Observatorio Electoral de la UNLP pude observar, se percibió claramente a todo el poderoso dispositivo mediático norteamericano del lado demócrata. Hillary Clinton recibió el respaldo de 229 diarios y 131 semanarios, por el contrario, Trump recibió el aval de 9 diarios y 4 semanarios.

Esto ha resultado en una diferencia de 27 a 1 apoyos explícitos por parte de organizaciones de noticias en favor de la candidata demócrata.

También fue visible el respaldo del mundo financiero a Hillary Clinton. En medio de la campaña trascendieron los contenidos de los discursos secretos (y pagos) que dio la candidata demócrata en Wall Street con afirmaciones afines a los oídos de los poderosos dueños del dinero. Esos mismos banqueros de Wall Street intentaron reunirse con Trump, pero este nunca los recibió.

El respaldo del partido demócrata para Clinton fue absoluto. No solo de la cúpula dirigencial sino también de su rival en las internas, Bernie Sanders, de su marido y ex Presidente Bill Clinton y de la pareja presidencial de Barack y Michele Obama quienes rompieron la larga tradición norteamericana de no enfrascarse en las campañas de sus sucesores. Pero como si esto fuera poco, muchos de los dirigentes republicanos omitieron expresamente respaldar a su candidato haciendo campaña solo por sus candidatos locales o regionales e incluso en el caso del poderoso clan Bush dejaron trascender que habían votado en blanco.

Por último, la mayoría de los artistas de Hollywood, con la excepción de Clint Eastwood, cantantes famosos como Madonna, Jon Bon Jovi o Steve Wonder e incluso deportistas como Le Bron James o Manu Ginobilli, respaldaron públicamente a Hillary y denostaron al candidato republicano.

Y por si todo esto fuera poco, el discurso nacionalista de protección de la industria nacional y recuperación del trabajo digno atrajo obviamente el voto de los obreros y trabajadores del antiguo cordón industrial norteamericano. La victoria de Trump en Michigan, Ohio, Pensylvania y Wisconsin (estados donde hasta 2008 ganaban siempre los demócratas) fue clave para que llegara a los 270 electores. Imposible para un argentino no percibir un aroma a peronismo en esta historia.

Ahora empieza otra historia. Trump empezará a gobernar y es improbable que haga un gobierno “peronista”. El análisis deberá ser otro y tener en cuenta otras variables. En principio parecería sí que EE.UU vuelve a la senda del proteccionismo y en un mundo globalizado eso influirá directamente en nuestro país. El gobierno de Mauricio Macri debería releer sus proyecciones de debilitamiento del Mercosur y búsqueda de un tratado de libre comercio con EEUU. El camino es el inverso.

Y no es un camino desconocido para la Argentina, al igual que los norteamericanos añoran el “American dream” donde con trabajo y esfuerzo podían labrarse un futuro mejor, millones de argentinos añoramos la década dorada del peronismo histórico con una distribución equitativa del PBI entre Capital y Trabajo, con fomento a la industria nacional, salarios dignos, salud y educación pública y de calidad, sin desocupación ni marginalidad, donde los chicos jugaban en la vereda y las cárceles eran instrumentos para la reinserción social. Y si se pudo, nadie nos puede negar pensar en que se pueda nuevamente.