Las oportunidades de la anchoíta

La temporada no llegó a los 60 días pero permitió que trabajen barcos y fábricas. Los desembarques no se recuperan aunque este año mejoró el tamaño del pescado en una industria donde la precarización laboral sigue vigente.

Poco pero bueno. Los desembarques de anchoíta no levantan pero hubo trabajo para armadores e industriales con ejemplares de buen tamaño. Foto: Pescare

3 de Noviembre de 2016 08:15

La anchoíta (engraulis anchoíta) es una especie pelágico pequeño que se distribuye desde el sur de Brasil hasta el Golfo San Matías, en Chubut. En la región comprendida al sur del 34º S, los investigadores que la estudian determinaron dos stocks comerciales, el bonaerense y el patagónico, separados hacia el 41ºS.

En condiciones ambientales normales las concentraciones bonaerenses se desplazan desde el norte y desde aguas más profundas hacia la costa para reproducirse en los meses de primavera y dispersarse en verano. La flota fresquera de altura y la costera, que operan desde Mar del Plata, aportaron la mayoría de las capturas en las últimas 10 semanas.

La anchoíta es un recurso subexplotado. Los investigadores del Programa Pesquerías de Invertebrados, Peces Pelágicos y Ambiente Marino del Inidep vienen sugiriendo desde hace varios años respetar una captura máxima permisible de 120 mil toneladas. Pero el año que más se pescó a principios de los ´80, apenas fueron 40 mil toneladas.

No hay campañas de investigación desde el 2008 como para tener mayores datos de la pesquería que los que aportan los muestreos de desembarques de la flota comercial. Como para explicar por qué el año pasado fueron 14 mil toneladas y este año, apenas la mitad.

Por eso a los armadores plantearon sus dudas al inicio de la temporada sobre la calidad de información científica que dispone el Inidep. Quisieron saber dónde estaban las 120 mil toneladas disponibles para la captura.

Desde el Instituto reconocieron que hay evidencias que en primavera la presencia de cardúmenes de anchoíta de buen tamaño comercial en las áreas de pesca habituales no es la misma que en años anteriores y analizan los datos ambientales para encontrar una respuesta.

Hasta la semana pasada se llevaban desembarcadas poco más de 6 mil toneladas en una zafra que se caracterizó por la presencia repetida de períodos de mal tiempo, pero que mostró ejemplares de anchoíta de buen tamaño, como hacia un par de años no se veían en el muelle.

La anchoíta es una de las especies que alimenta, junto con la caballa, los circuitos de las fábricas de conserva y también de los saladeros donde trabajan de manera intensiva cientos de mujeres en el proceso de quitarle la cola, la cabeza y ponerlas a cocinar en grandes tambores con sal. Que sean mujeres no es casualidad: Sus manos pequeñas se adaptan mejor a la manipulación del pescado.

En el mundo de los saladeros el conflicto de Argen Pesca –casi cinco meses entre el 2014 y 2015 con la Delegación del Ministerio de Trabajo bonaerense tomado por un

conflicto laboral- no sirvió para cambiar el modelo de contratación en el Parque Industrial, donde sigue imperando la precarización de la mano de pseudo cooperativas que vulneran derechos básicos en la vinculación obrero empresa.

El negreo que permite mejorar costos de producción no se circunscribe al polo industrial de Mar del Plata, que en su momento motivó los más diversos proyectos para ponerle fin a ese sistema perverso, sino que llega hasta Strobel casi la costa, donde Marbella terceriza obreros en Cooperativa Sol, pese a que todos los años renueva la promesa de aumentar su nómina de temporarios bajo convenio.

La anchoíta no regala certezas a nadie desde hace muchos años con desembarques irregulares. Se pesca y produce lo disponible y las estructuras productivas se adaptan a las variables.

Los armadores quedaron satisfechos con estos 45 días de zafra. Con un recurso a 8 horas del puerto, completaban bodega en pocas horas y llegaron a vender a $9 por kilo.

Oscar Sayago es el armador del Florida Blanca. El fresquero de 2 mil cajones integró la flota de docena de barcos de altura que participó de la zafra. “Pudimos defender el precio porque el pescado fue bueno”, dice el armador que ya desarmó la red de media agua con la que se pesca anchoíta y se dispone a terminar el cupo de merluza. “Me faltan dos viajes y lo completo”, agrega.

El mayor comprador de anchoa salada del atlántico es España y un poco más atrás figura Italia. El éxito de la zafra de anchoa del Cantábrico, en la previa de nuestra temporada, generó incertidumbre entre los industriales nacionales. Sin compradores, ninguna fábrica se apuró en ordenar barcos a la pesca. los armadores tampoco se animaron a buscar una anchoíta que ni siquiera tenía precio.

“Fue una temporada corta pero intensa”, define Roberto Pennisi, de la conservera homónima, después de La Campagnola y Marbella, una de las principales conserveras locales. “Hemos comprado todo lo que hemos podido para conserva y salado. También congelamos un poco para trabajar en baja temporada”, señala el empresario mientras recorre el mural de Escollera Sur, su última locura artística.

En otros años era común que el importador europeo de los barriles de anchoíta financie la temporada entregando un adelanto para la compra del pescado fresco. En época de vacas más flacas Pennisi reconoce que no tienen pedidos del otro lado del Atlántico, “pero la venderemos porque es de muy buena calidad”, se esperanza.

En Quequén también cobró pulso la zafra con casi mil toneladas desembarcadas, animada por barcos costeros marplatenses. El pescado no tuvo la misma calidad pero cuando hubo buen tiempo los barcos salían y volvían en el día. Aunque la anchoíta valía $6 en promedio, gastar poco combustible hizo rentable la ecuación.

“El clima no dejó que pudiésemos darle continuidad”, cuenta Sebastián Agliano, armador del costero “Don José”. Entre los industriales lamentan que los barcos no hayan podido alimentar con mayor regularidad las líneas de producción aunque muchos deban desistir de algunos productos.

“Ya no hacemos boquerón ni filetes de anchoa por una cuestión de costos; no podemos competir teniendo a todo el personal registrado”, dice Pennisi. En el Soip no piensan lo mismo. Denunciaron que al personal temporario eventual trabajó como tal en septiembre. “En octubre les dio de baja”, contó una allegada a Cristina Ledesma.

El mal tiempo reinante desde la última semana parece acelerar el epílogo de una zafra que con sus matices, terminó sirviéndoles a todos. Muchos barcos fresqueros ya plegaron las redes y los costeros aguardan expectantes volver a encontrar la marca una vez que se calme el viento.

“El pescado bueno camina mucho”, dice Sayago, un experto en conocer los movimientos del cardumen. Cree que podrá estar frente a Bahía Blanca: el número de la ecuación ya es negativo.

Cuando la primavera termine de elevar la temperatura, la anchoíta le dará una última oportunidad a las lanchas de la banquina chica, acercándose a la costa y poniéndose a tiro de sus redes. También a las fábricas para aumentar stock en las cámaras frigoríficas. Y a algunos saladeros, donde la precarización laboral sigue derrochando buena salud.