Gabriel Rolón: “La muerte es algo absurdo o injusto”

7 de Febrero de 2016 09:50

Por Redacción 0223

PARA 0223

Gabriel Rolón llegó a Mar del Plata para presentar su nuevo libro. Esta vez, no aborda casos de pacientes. Tampoco crea una ficción. Cara a cara es un texto en el que el analista se interpela a sí mismo, en una pieza que “no llega a ser una autobiografía porque para hay que tener un peso realmente muy grande”.

En esta charla con 0223, Rolón habla de la muerte, del deseo y de los valores que mantuvo (o trató de alcanzar) a lo largo de su vida. Uno de ellos  es la gratitud. “Un ingrato es peor que un asesino”, define.

-Empezaste con libros sobre casos, luego saltaste a la ficción. ¿Cómo definís este libro?

-Es una combinación, un libro difícil de definir para mí. Tiene una idea que no quiero que suene pretenciosa, que tomé del placer que me daba leer los escritos de Platón. Lo bello que es para pensar el formato del diálogo. Platón fingía sus diálogos con Sócrates para poner la Tesis, la Antítesis, la Síntesis. Yo tenía muchas ganas de hacer ese formato de la pregunta que viene y te desvía y te obliga a pensar. Fui a las raíces y tomé ese formato para jugar con él.

La idea fue no solo apoyarme en casos clínicos sino también en experiencias personales. No llega a la autobiografía porque para eso hay que tener un peso realmente muy grande. El título Cara a cara puede generar esa confusión, que alguno pueda pensar que estoy contando de la historia de Rolón, pero no es así. Es simplemente preguntarme cosas que la gente ya me ha preguntado sobre el futuro, el desamor, la soledad, la muerte, Dios, la fe, las herencias, los hijos. Todas preguntas que gracias a la cercanía de la gente he tenido la oportunidad de responder a lo largo de los años de un modo espontáneo. Ahora tuve ganas de darle un formato más noble, porque en la espontaneidad te podés permitir algunas otras cosas y me pareció interesante porque me permitió hasta jugar un poco con la prosa poética, más bella, sin perder de vista que lo mío es siempre la difusión del psicoanálisis.

-No hiciste ninguna pregunta sencilla.

-Suelo estimularme mucho ante la posibilidad del diálogo. Me junté con Mariano Valerio, mi editor, a charlar mucho sobre estos temas. Vos bombardeame de todo para ver qué idea se me arma en la cabeza. Me senté mucho con Cynthia, mi mujer, que además es escritora y psicoanalista, para decirle Qué te parece esto que dije y en el medio preguntame lo que quieras.

Tomé dos o tres personas de mi más íntima confianza y respeto intelectual para que me apuraran y no me dejaran caer en salidas fáciles y lugares comunes. Hice todo un ejercicio de hablarlo, escucharme, para ver cómo podía expresar lo mejor posible estos temas desde la base teórica del psicoanálisis, pero con la mirada particular de este analista que soy yo.

Fue una cuestión muy interesante. Fue mi lugar como analista y sujeto humano jugando un poco al pensamiento más filosófico.

-¿Por qué las ganas de interpelarte?

-A lo mejor porque tengo casi 55 años y ya viví dos tercios de mi vida. He tomado consciencia de que viví más de lo que voy a vivir. Es fuerte darte cuenta de eso. En ese punto me pareció importante hacer un alto en el camino, mirar hacia atrás, el presente, lo que queda por soñar; desde dónde pienso lo que pienso, qué cosas me han cambiado. Tuve esa necesidad casi de pensar quién soy, qué clase de hombre soy, qué pienso sobre algunas cosas. La gente me ha dado la oportunidad de transformarlo en un libro que recibe con tanto afecto y cariño.

-¿En este ida y vuelta descubriste algo de vos mismo que te haya sorprendido?

-Sí. Sobre todo cuando hablaba del tema del azar o de las herencias. Me encontré obligado a pensar en cosas que no me había detenido a pensar. Obviamente cuando tratás de ser sincero hay cosas que te vienen a la cabeza, recuerdos; ideales caídos, cambiados o sostenidos.

-¿Hay más cambiados o sostenidos?

-Te diría que hay dos ideales... tres que se sostienen a lo largo de mi vida. No quiere decir que los haya logrado, sino que son ideales por los que seguir peleando para acercarse. Uno de ellos es la generosidad. Creo de un modo muy fuerte que lo más noble que puede tener una persona es ser generoso. El otro es la gratitud. Pienso como el Dante que en el último círculo del infierno están los ingratos, que un ingrato es peor que un asesino. Y el tercero, en esto no me alejo de Borges y Bioy, que es el tema de la valentía. Borges decía que de lo único que no se arrepiente nadie es de haber sido valiente.

Son tres temas que como ideales me siguen recorriendo y me siguen cuestionando por qué no los alcanzo (risas) Por qué no termino de ser lo suficientemente valiente, generoso. Sí soy agradecido, por suerte.

Otros han ido cambiando a lo largo del tiempo, tomando otras formas. No soy el mismo hombre que era hace 30 años, mi vida es otra, mis experiencias son otras, mis temores son otros y mis deseos son otros. Eso hace que algunas cosas varíen un poco, aunque no la base ética.

-Dijiste que tomaste consciencia de que ya te queda por vivir menos de lo que viviste. ¿Hoy la muerte representa un temor que antes no considerabas?

-La muerte es algo absurdo e injusto y como tal me lleva por delante con su omnipotencia. Le temo mucho a la pérdida de los que amo, más que a la propia. Sé que hay algunas personas sin las que yo no le encontraría mucho sentido a la vida. Eso es un tema fuerte. A lo que le temo es a la muerte del deseo, le tengo mucho miedo y trabajo mucho para que no me suceda. Lo peor que me podría pasar es un día decir "Ya está, no quiero más nada".

-Imagino que eso abarca lo sentimental, lo profesional, personal. ¿Hay algún aspecto en el que te tenés que preocupar más que en otro?

-El profesional es un tema al que yo en lo particular siempre tengo que cuidar mucho. He tenido la suerte que profesionalmente conseguí logros que ni siquiera me hubiera imaginado soñar. Yo siempre quise escribir, pero cuando comencé a hacerlo no imaginé nunca que iba a estar en la lista de los dos o tres autores argentinos más leídos. Nunca me imaginé recibir un libro mío traducido al alemán como me ha pasado. Decir "Guau, es el idioma de Freud y están sacando un libro mío de psicoanalisis en Alemania".

Soñaba de chico con hacer radio y lo hice con Dolina y Vernaci. He tenido logros profesionales muy fuertes. Estoy muy atento de encontrar una motivación para hallar un desafío más. Esto no tiene que ver con el inconformismo, porque soy un agradecido de todo esto, pero sí sé que en el momento que el deseo deja de movilizarte, las cosas se complican para mal.

-¿En algún momento el éxito se te subió a la cabeza?

-Creo que no y siento que no. Una vez presencié una escena de divismo por parte de un autor y le dije a Nacho Iraola, el director de Planeta, que es mi amigo, "Si alguna vez yo hago alguna de estas cosas te pido por favor como amigo recordámelo". Un día ante una discusión que estábamos teniendo me dijo "Gabriel, vos me dijiste que te recordara si alguna vez tenías un acto de divismo. Esto que estás haciendo es un acto de divismo".

Fue un cachetazo y le pedí disculpas. Se acabó. Lo peor que le puede pasar a alguien es olvidar quién es y de dónde viene. Yo he logrado muchas cosas después de mucho esfuerzo, pero no me gusta la gente que le parece que está bien lo que le conviene. Yo sigo pensando que está bien lo que creo que está bien. Lo pensaba cuando era muy pobre y lo pienso ahora que he salido de esa franja de pobreza y me va más o menos bien. Yo sigo queriendo para todos lo que quería en aquel momento. No digo A mí ahora me conviene tal cosa, total yo puedo viajar a Miami. No. Sigo pensando que las cosas son las que tienen que ser. Puedo equivocarme. Trato de no perder el registro, quién soy. Me miro en mis amigos. Yo he hablado mucho con mi padre, lo cual es un festín para otro psicoanalista, durante la corta vida de él. Recuerdo las cosas que decía y charlábamos. Muchas veces ante ciertas situaciones me retrotraigo y me cuestiono todo el tiempo. Después de 25 años de análisis, sé que esto es un momento. Que las dos mil y pico de personas que me van a ver presentar el libro un día no van a estar. Sé que voy a venir y no habrá nadie.

-¿Y no te frustra?

-No, estoy preparado para eso. Va a ser una pena, como dice Chico Novarro Cuando te das vuelta al doblar la esquina y ya no te miran como ayer las minas. Obviamente, pero ese es el tiempo, la vida y yo hoy ocupo el lugar que antes ocuparon otros y en algún momento tendré que correrme para que otros ocupen mi lugar. Estoy preparado para eso.

-¿Cómo es la respuesta del público en este nuevo libro?

-Es emocionante. El libro salió con 75 mil ejemplares de primera edición en octubre y ya va por la segunda edición. Ya lo deben haber adquirido 80 mil personas, se calcula que entre 3 y 4 personas lo leen, así que lo leyó un cuarto de millón de personas en cuatro meses. Es muy fuerte. No tengo más que agradecer. Para la presentación metimos 6 mil personas que pagaron una entrada en el Luna Park. Esperemos que ahora que empieza la devolución de la gente que lo leyó esté a la altura de las expectativas que generó.

-¿Cómo sigue tu carrera?

-Hay que darse el tiempo para disfrutar también, pero si todo va bien y nadie se arrepiente, teníamos todo armado como para este año filmar la película sobre la novela Los Padecientes, ojalá se pueda hacer como estaba previsto.

Tengo un ofrecimiento para conducir un ciclo particular de algunos capítulos de televisión, estoy con la escritura de la segunda novela, sigo en el consultorio con los pacientes, salgo de gira con la adaptación teatral de historias de diván. Hay muchos motivos por los cuales seguir sintiéndome motivado.

-¿Y en lo personal?

-También...

-Imagino que se mezcla cuando uno hace lo que le gusta.

-A veces lo que te gusta se lleva por delante lo personal y hay que cuidar mucho el territorio afectivo. A veces podés decir "Mirá que bueno, me voy todos los fines de semana de gira con mi obra, me voy una semana a dar charlas". Y en un momento te vas a dar cuenta que hace dos meses no aparecés por tu casa. Yo cuido mucho el territorio afectivo, no suelo hacer público lo privado, pero estoy muy bien. He logrado armar un equipo de trabajo con personas muy allegadas a mí. Hoy por hoy me voy a la gira de teatro y mi hija es actriz de la obra y mi hijo trabaja en la producción. Mi mujer tiene la generosidad de acompañarme casi siempre. Trato de demostrarles a aquellos que amo que estoy atento, que la vorágine de lo que estoy viviendo no me haga perder de vista lo que va a quedar cuando todo esto pase.