Los Rolling Stones, arrugas y mística para el corazón

0223 estuvo en el primer show de la banda británica, que este año cumplirá 54 años de vida. Crónica de una noche histórica en el estadio Único de La Plata, con los septuagenarios más jóvenes que nunca ante 55 mil personas. Este miércoles, segundo concierto.

9 de Febrero de 2016 19:30

La vida siempre estuvo repleta de misterios. Históricamente. Preguntas sin respuestas. ¿De donde venimos?. ¿Existe Dios?. ¿Cómo se creó el mundo?. Y, ¿cómo hacen los Rolling Stones para llevar ya casi 54 años arriba de los escenarios, permanecer y sonar cada vez mejor? Para los que tenían dudas ante el inexorable paso del tiempo, el primer concierto de la trilogía que los ingleses brindan en el estadio Único de La Plata (gira "América latina/Olé tour"), dejó más que en claro que estos tipos realmente son como los buenos vinos: cuanto más añejos, mejor. Y así será hasta que todo termine.

Cerca de 55 mil fanáticos disfrutaron el domingo de la banda liderada por el magnífico Mick Jagger luego de la lluvia caída en la "Ciudad de las diagonales", que cesó antes del concierto para diagramar una noche perfecta. Un escenario mucho más austero que en otras giras, con una clásica pasarela al centro y dos más en los laterales. Aunque bien colorido e imponente también con dos pantallas realmente gigantes en HD a los costados y otra principal de fondo, que reflejaron hasta las más pequeñas arrugas de los británicos, y llegando sus imágenes hasta los recovecos más lejanos. La banda dejó por primera vez la magnificencia que otorga el estadio Monumental de River, para ir al Único de La Plata, con comodidades de primer nivel mundial y que lució perfecto. El público argentino, de todas las generaciones, respondió con el calor habitual que tanto conquistó a estos músicos. 

A las 21.10, tras un breve video psicodélico e introductorio que elevó la ansiedad a su punto máximo, apareció Richards con el clásico riff de "Start me up" (Tatoo you, 1981), que ofició de apertura para cortar una espera de diez años. Los Stones estaban de vuelta, sí señores. Los movimientos frenéticos de Sir Mick Jagger con una chaqueta verde brillante enloquecieron a los de abajo. Sin freno, continuó "It´s only rock and roll" (del disco homónimo de 1974), con ese estribillo que todos alguna vez cantamos arriba del auto. "¡Muchas gracias! Hola Argentina, hola Buenos Aires, hola muchachos", fueron las primeras palabras en perfecto español de Mick, que buscó toda la noche apelar a argentinismos en sus expresiones y que como en todas las visitas anteriores se esforzó en dialogar el mismo idioma de la gente.

Se sabía que, como en Santiago de Chile la semana pasada, serían 19 las canciones del repertorio. Pero los Rolling Stones se encargaron de que cada composición sea ejecutada como si fuera la última vez de sus vidas. Cada interpretación duró no menos 6 minutos, con picos de 10-11. Luego llegó otro inoxidable como "Tumbling Dice" (del doble Exile on Main Street, 1972).

"Es la primera vez que tocamos en el estadio Único de La Plata. Tardamos tanto que pensámos que estábamos en Montevideo", contó Jagger con una risa irónica, a lo que los hinchas locales respondieron con un "Argentina, Argentina", pensando que el cantante lo decía en serio... 

Tras el comienzo a puro rock and roll, la banda bajó la intensidad con el pop "Ouf of control" (Bridges to Babylon, ´97); pero retrocedió casi 30 años para volver con todo e interpretar la canción que la gente eligió en una votación por internet en los días previos: "and the winner track is...", anunció Jagger, "Street fighting man" (Beggars Banquet, ´68), que le ganó a "Let it bleed", "Live with me" y "Doom & Gloom". Luego retornaron a "Bridges to babylon" con "Anybody seen my baby", quizás la ejecución menos lúcida, con algunos desacoples y el cantante descansando tras un arranque demoledor.

Las parejas presentes se endulzaron con la vieja y hermosa balada "Wild horses" (Sticky Fingers, ´71), y el estadio a oscuras -como en otros tramos de la noche- estuvo decorado por los flashes de los celulares (¿ya nadie se quiere quemar con encendedores, che?). Lo que vino después, enloqueció a todos: Keith Richards arrancó con el punteo de "Paint it Black", creado por el fallecido Brian Jones con su cítara hindú para el disco Afftermath (´66). "Oh oh oh oh oh oh oh oh oh oh oh ooooh", acompañó la gente.

El show, con Charlie Watts a sus 74 años aguantando la base con cara de no importarle nada, prosiguió con otro hito como "Honky tonk woman" (single, ´69), canción escrita por la dupla Jagger-Richards durante las fiestas de 1968 en el vecino Brasil, precisamente en San Pablo.

"Fuimos a Caminito, Charlie fue a la Costanera a comer choripán con chimichurri", sorprendió nuevamente Mick Jagger y su "spanglish" a los presentes.

Allí hubo un freno necesario, y Mick se dedicó a presentar uno por uno a sus músicos. En relación a las visitas pasadas, faltaron el histórico saxofonista Bobby Keys (falleció en 2014) y la espléndida corista Lisa Fisher, quien se dedicará este 2016 a su carrera como solista. Así pasaron al frente del escenario el bajista Darryl Jones, los tecladistas Chuck Leavell y Matt Clifford; Tim Ries y Karl Denson, en bronces; y los coristas Bernard Fowler (que en "Anybody seen..." rapeó con Jagger nombres de ciudades argentinas), y Sasha Allen (ex Christina Aguilera, Usher). .

Pero las ovaciones, claro, fueron para los más famosos: Ronnie Wood, Charlie Watts (Jagger lo quiso llevar a la pasarela central pero, bajo perfil como siempre, el baterista se negó entre risas) y por sobre todos, Keith Richards, quien visitó por primera vez el país en 1992 y fue quien le dijo a sus compañeros "ey, vayamos a Argentina". El guitarrista del rostro extremadamente arrugado, con una remera con su rostro en el film "Piratas del Caribe", recibió el mayor de los reconocimientos, al punto que se lo notó emocionado, tardando en emitir un "I love you..". Jagger se fue a descansar un rato y Keith quedó como frontman para tocar "Can´t bee seen with you" (Steel wheels, ´89) y "Happy" (Exile...´72). 

El tramo final del show fue un infierno. Mick Jagger retornó para tocar una música más vinculada a las raíces bluseras de los Stones: "Midnight rambler" (Let it bleed, ´69) se extendió por más de diez minutos, con el vocalista exprimiendo su armónica por segunda vez en la noche, y un ritmo que fue in crescendo hasta la explosión final. "Miss you" (Some girls, ´78), para la continuidad de perlas, y "Gimme shelter" (Let it..), canción que está en el top 3 de la historia del grupo, con un final donde la corista Allen se lución a grito desenfrenado. Continuaron con "Brown sugar" (Sticky...), hasta que tras unos minutos el escenario se vistió de rojo furioso en sus pantallas, con imágenes y símbolos demoníacos. Se empezaron a escuchar los timbales, el piano, el "uh uh" de la gente, y Jagger apareció vestido con un tapado de plumas rojas para "Sympathy for the devil" (Beggars...). Momento de altísimo nivel. El cierre antes de los bises fue con "Jumpin´ jack flash" (single del ´68), y el estadio envuelto en llamas.

Vale reparar nuevamente en Mick Jagger como rey absoluto del escenario. Con 72 años, saltando y corriendo de un lado al otro, hasta más fuerte que muchos de los que llevábamos tiempo parados debajo en el campo. Su padre, que falleció a los 93 años y fue un reconocido profesor de educación física, mucho tuvo que ver para preparar su condición de atleta que aún hoy mantiene con esfuerzo y dedicación. Y la voz, impecable, con falsetes, potencia, manteniendo los tonos originales de cada interpretación.

La vuelta para el cierre fue espectacular. Un grupo de coristas argentinas divididas en cada costado del escenario (la banda elige voces locales en cada país al que visita) iniciaron la bella balada "You can´t always get what you want", sin música de fondo, hasta que la banda se sumó con Jagger tocando guitarra acústica, y luciendo un gorro negro en su cabeza. El epílogo, como debía ser, fue con "(I can´t get no) Satisfaction", ese rock and roll de riff básico pero efectivo y que hace bailar al mundo entero desde hace 41 años. 

Y todos nos fuimos felices. Porque en el año 2016 no podíamos creer que estábamos viendo a la banda que atravesó la historia del rock and roll, tan entera y vigente. Con los viejos trucos de siempre, sí, pero con un respeto absoluto por el espectador. Dos horas y media de show en tipos que promedian los 73 años. Los Rolling Stones están en Argentina y esta cuarta visita parece ser la mejor de todas, con sus arrugas y la mística siempre que colmaron cada corazón de la noche platense.

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