Llegó la hora de compartir el poder

Carlos Arroyo bajó su nivel de exposición tras el desembarco de Gustavo Blanco como coordinador de Gabinete. Dos conflictos le traen dolores de cabeza a la gestión: Educación y Cultura. El primero al intendente, el otro al Pro. 

Carlos Arroyo bajó su nivel de exposición desde el desembarco de Blanco como coordinador. Foto: 0223. 

27 de Abril de 2016 21:54

La designación de Gustavo Blanco como coordinador del Gabinete de Carlos Fernando Arroyo hacía prever un avance del Pro sobre la gestión en General Pueyrredon. Una especie de intervención, aunque todos los protagonistas de la historia se encargaran una y otra vez de remarcar que no era una intervención. Los primeros días dan pautas de que la figura del jefe comunal se va desdibujando y que el secretario de Salud, sostenido por el PRO, toma las riendas.

Prueba 1: recién después de aceptar el tablero de comando y el nombramiento de un coordinador de Gabinete, la gobernadora María Eugenia Vidal le depositó al municipio casi 23 millones de pesos destinados a seguridad.

Prueba 2: después de repetir una y otra vez que Mar del Plata no necesitaba un secretario de Seguridad porque él se ponía a cargo de la situación, Arroyo comenzó a evaluar candidatos para ocupar el cargo. Desde el Pro más puro rechazaban la decisión del jefe comunal de mantener acéfala la cartera.

La pulseada entre el Pro y la UCR en Cambiemos parece estar prácticamente resuelta. Por convicción o por presión, ya es un hecho que Arroyo volcó su gabinete hacia el macrismo.

El último gesto hacia el partido centenario fue haberle dado a Vilma Baragiola la firma para que quede a cargo de la Secretaría de Desarrollo Productivo, un puesto complejo porque debe ser el promotor de empleo en una ciudad como Mar del Plata en la que ese índice siempre golpea a los gobiernos, pero que también permite rodearse de sectores de poder.

Sin embargo, Blanco ya tomó el timón de ese barco y está llevando adelante las entrevistas para nombrar al reemplazante de Héctor “Toty” Flores, aunque en rigor de verdad se tratará de un funcionario que deberá empezar de cero su labor, debido a la pobre performance del dirigente de La Matanza.

La mayoría de los candidatos son empresarios (solo uno tiene experiencia en la gestión pública) o CEOs de empresas. Y casi todos fueron “analizados” por la Fundación Pensar. Blanco es uno de los integrantes del gabinete que proviene de allí. El concejal Juan Aicega es otro de los hombres de la fundación. Entre ellos, sugirieron a Silvana Rojas para que asuma como secretaria de Cultura. Y ahora buscarán poner un hombre de su entorno en Producción.

Hasta el momento la apuesta de Rojas no salió como se esperaba. La secretaria está rodeada de críticas, no sólo porque todavía no solucionó los conflictos de la Comedia Municipal y programas como Escenarios Andantes y Almacenes Culturales, sino por sus modos. “No va a la Secretaría y no nos recibe”, se quejan los artistas.

Para el esquema político del PRO será clave que Rojas logre encarrilar su gestión. Las críticas al intendente por elegir personas que no estaban capacitadas para gestionar Mar del Plata fueron constantes a lo largo de la campaña. Y a juzgar por algunas (malas) experiencias razón no les faltaba. El macrismo intenta ratificar que tiene cuadros técnicos aptos para asumir estos desafíos, aunque no tengan experiencia política.

La otra figura del gabinete en el centro de la polémica es Ana María Crovetto. En este caso, salvo el propio intendente (que no es poco) nadie tiene demasiadas esperanzas de que encarrile su gestión. En el seno del gabinete son varios los que esperan un gesto de la “amiga de Arroyo”: que presente la renuncia.

La denuncia del Centro de Estudiantes del Instituto Almafuerte dejó al descubierto el manejo de fondos destinados a la educación municipal para cubrir cargos políticos. Lo más llamativo es que Crovetto primero negó que sea así y luego solo se dedicó a devolver los ataques: “Antes se hacía lo mismo y nadie decía nada”, replicó ante consultas periodísticas. Crovetto no se muestra dispuesta a dar el brazo a torcer.

Mientras todo esto ocurre, Arroyo se muestra poco y nada. Ya no hay convocatorias a la prensa y sus actividades se difunden a través de comunicados, sin que el jefe comunal interactúe con la prensa. Las declaraciones explosivas del intendente siempre fueron un dolor de cabeza para su entorno. Cuando gestionaban un salvavidas financiero para paliar la crítica situación en que recibieron el municipio por parte de Gustavo Pulti, el intendente disparó munición pesada contra Vidal y Mauricio Macri: “Es una burrada adelantar el inicio de clases”. Es, apenas, una muestra de lo que los colaboradores tratan de evitar.

Por ahora, con Blanco absorbiendo la presión y los medios lo consiguen, pero el costo que están pagando es que el intendente tenga cada día menos peso.