Leonardo Sbaraglia: "Nuestras vidas están atravesadas por el poder"

El actor protagoniza junto a Fernando Tarrés una obra multidisciplinaria que subirá este sábado al escenario de la sala Astor Piazzolla.

23 de Julio de 2016 15:08

Por Redacción 0223

PARA 0223

Leonardo Sbaraglia interpreta junto a Fernando Tarrés la obra multidisciplinaria titulada "El territorio del poder",  basada en textos originales inspirados en las ideas del filósofo francés Michel Foucault que entrelaza de manera homogénea y creativa a la música con la imagen y la palabra.

La puesta propone un recorrido oscuro y profundo por distintos hitos de la historia que van desnudando la naturaleza de la condición humana, organizada en distintos cuadros que tienen como protagonistas a personajes, lugares y acontecimientos diversos de la historia de la humanidad, aunque siempre guiados por las mismas premisas: el afán de poder y la dominación.

Este sábado 23 de julio a las 21.30 los artistas subirán al escenario de la sala Astor Piazzolla del Teatro Auditorium y por ese motivo Leonardo le contó más detalles de la propuesta a 0223:

-¿Qué expectativas tiene de presentar este material en Mar del Plata?
-Siempre es un gusto y un desafío mostrar nuestro trabajo en una ciudad con la tradición teatral de Mar del Plata. Hace dios años estuvimos en esta misma sala y fue una experiencia hermosa, con muchísima gente en el teatro.

-¿Cómo surgió esta idea y qué es lo que más le atrajo de la obra?
-Hace varios años el Centro Cultural para la Memoria Haroldo Conti nos convocó para hacer un proyecto en vivo que cerrase una jornada en homenaje a Rodolfo Walsh. No había nada preestablecido y quedaba a criterio nuestro qué hacer. Libertad total respecto de los textos, la forma, el abordaje. De ese primer encuentro surgió RW, la obra con la que iniciamos nuestra experiencia artística juntos. Luego, cuando vimos el inmenso potencial que nos ofrecía el recurso del multidiscurso, en donde el cine, el teatro, la música y la literatura se entrelazan, decidimos armar una obra especialmente escrita con este formato en mente.

-¿Cuál es el mensaje para el espectador?
-La idea es hacer visible algo que nos habita a todos y que, lamentablemente, todos hemos naturalizado al extremo de volverlo invisible. Nuestras vidas están atravesadas por el poder, tanto el recibido como el ejercido y, en tal sentido, la obra va abordando un mismo tema desde distintas perspectivas, algunas más abstractas, otras más concretas, algunas más lejanas, otras propias. Así vamos volviendo visible el problema, vamos viajando con el espectador a lugares y situaciones en las que cada uno sentirá mayor o menor grado de identificación pero, anta o después, todo esto que estamos contando va sedimentando, va organizándose de manera particular en cada uno de los espectadores que va a dar un significado muy íntimo e individual al planteo.  La idea nunca es señalar. Mucho menos pararse en el nombre de la solución. Es más bien una invitación a pensarnos, colectiva e individualmente, y a entender que hay procesos que no podemos seguir aceptando y repitiendo. Ese es el primer paso hacia la luz.

Fernando Tarrés es el director artístico de la puesta musical y en escena, acompañado por dos de los mejores músicos sesionistas argentinos: el violinista Damián Bolotín y el trombonista Pablo Fenoglio. Por su parte quien cuenta estos detalles, elige una vez más la magia del teatro para brindar con sutileza y maestría el fundamental equilibrio entre la lectura, el relato y la actuación en la interpretación de cada uno de los textos de la obra, que ponen en evidencia una faceta descarnada del humano.

El territorio del poder rescata una veta de luz y optimismo de un ideal de hombre aferrado a los últimos vestigios de su humanidad, que vocaliza su canto esperanzado y le devuelve al espectador la fuerza y la voluntad de creer en “el hombre”, que más allá de todo lo negativo, es capaz también de virtudes como el heroísmo, la inquietud y la creación”.

-¿Cuál es el punto fusión entre la música y la actuación en este trabajo?
- La pulsión. Toda acción tiene una pulsión, una fuerza que la mueve. El teatro, la música, el cine, las ideas, son todas pulsiones, y en su encuentro sus fuerzas se potencian. Todos nos paramos en el escenario dejando que el arte del otro nos penetre y nos empuje a otros lugares. La música puede llegar a donde la palabra hablada no llega, y viceversa.  Por otro lado, el multidiscurso, lo visual, lo auditivo, lo textual, generan un profundidad física, una tridimensionalidad que es una herramienta maravillosa a la hora de generar un viaje para el espectador.

-¿Cuál de todos los personajes que encarna le gusta más?
- No hay uno en particular. A veces el personaje es la situación misma, o la emoción, no necesariamente un personaje en el sentido tradicional del teatro. El uso de la lectura, el ser el ojo que observa desde afuera y el personaje al mismo tiempo permite un desdoblamiento interesantísimo como actor.

-¿La obra está orientada hacia un publico en particular?
.-No, para nada. Una de las maravillas del proyecto es su atemporalidad y su universalidad. A lo largo de las casi cien presentaciones que llevamos hechas por todo el país, hemos tenido toda clase de público y hemos tenido el honor de recibir de ellos mucho amor y agradecimiento. Uno de los mayores honores del artista es la oportunidad de transformar, o al menos de proponer, de abrir la puerta a cosas que transforman, y esta es sin duda una de esas obras.

-¿Se podría llevar este material al cine?
-Sin dudas el tema podría llevarse, pero sería algo completamente distinto. Cada formato, cada lenguaje tiene sus códigos formales y estructurales, y esta obra es, en ese sentido, muy especial. Parada en tierra de nadie, que ahora es tierra propia.

-¿Cómo está pensado el contenido?
-La obra está formada con reescrituras de textos históricos, científicos, relatos familiares, y algunas historias de ficción que van todas hilvanándose con llamativa naturalidad, hasta completar con nitidez la imagen final.

-¿TDP le permitió descubrir otra facetas como actor?
- Sin dudas. Cada experiencia en la que uno se sumerge con honestidad y entrega, van construyéndote. Todo es formación, todo es alimento. Y un proyecto como este, donde quedo en una posición en la que nunca antes había estado, es una vertiente riquísima. Quizás la más notable sea el que no hay director en la obra, más parecido a la dinámica artística de un grupo de jazz que de una compañía de teatro.

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