Arroyo, ente las internas políticas y las urgencias económicas

17 de Agosto de 2016 21:35

La explosiva renuncia de Eduardo Abud y la accidentada visita del presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal a Mar del Plata fueron dos hechos que profundizaron la interna dentro del gabinete de Carlos Fernando Arroyo entre las fuerzas que componen Cambiemos. Los cruces políticos tuvieron solo un beneficio para la desgastada gestión comunal: corre del centro de la escena los problemas económicos del municipio que aún persisten y amenazan con profundizarse.

Arroyo respeta Abud por sus condiciones humanas y por eso desde que ganó las elecciones el nombre del dirigente radical sonó para formar parte del gabinete municipal. Recayó en el Ente de Obras y Servicios Urbanos y más allá de las polémicas desatadas en torno a la recolección de residuos el ahora concejal pasó desapercibido por la gestión comunal. En medio de escándalos con funcionario echados o que renunciaban a regañadientes pasar desapercibido no era una mala opción. Pero superada esa instancia el desempeño de Abud al frente del ente encargado de la obra pública comenzó a hacer ruido en distintos sectores.

No es habitual, pero desde el entorno del intendente y desde el seno del Pro coincidían en algo: estaban disconformes con el desempeño de Abud en el Enosur. Y algo que potenció esa idea fue que el secretario de Planeamiento Guillermo De Paz reunía consenso. “Ni Abud ni De Paz son hombres nuestros, son radicales, pero entre uno y otro preferimos a quien es más ejecutivo”, confiaron desde el círculo íntimo del jefe comunal.

Lo cierto es que el empoderamiento de De Paz no sólo tiene una explicación local: el secretario que tendrá a su cargo los millones de la obra pública y la coordinación de las obras privadas suma consenso en las altas esferas de los gobiernos nacional y provincial. Desde hace meses, funcionarios nacionales y provinciales anticipaban que la decisión era no soltarle la mano a Arroyo y comenzar a abrir el flujo de fondos para la llegada de obras. “Pero la plata va a llegar con el proyecto cerrado”, aclaraban. Y en ese contexto será De Paz el que tenga el control de esos fondos-obras.

Todas esas justificaciones no fueron suficientes para Abud, que desde su banca en el Concejo Deliberante, exteriorizó su bronca por la situación que le tocó vivir. Habló de lealtad de su parte hacia el intendente, y de falta de ella en sentido inverso. En el seno del arroyismo creen  que la situación no pasará a mayores porque confían (tal vez de más) en los “códigos” de Abud y que no utilizará su enojo para profundizar los quiebres que ya se vislumbran.

La situación, por ahora, no traspasó al plano partidario. Más allá de algunas críticas por la falta de diálogo (que ya se habían escuchado), lo cierto es que el resto de los radicales que acompañan al gobierno, tanto desde el Ejecutivo como desde el Concejo Deliberante, no tomaron la salida de Abud como un golpe al acuerdo entre la UCR y Cambiemos. Eso no quiere decir que la relación sea excelente, pero seguro que no se trató de un tiro de gracia a esa alianza.

Hay un factor que beneficia a Arroyo y al mismo tiempo lo perjudica: los radicales tienen tantas líneas internas como representantes en el Ejecutivo y el legislativo, por lo que es difícil que un cambio enoje a todos por igual. Pero al mismo tiempo significa un as en la manga que cada uno por su cuenta intentará usar cuando más le convenga.

Las declaraciones de Abud quedaron opacadas en 24 horas:, la visita de Mauricio Macri, las denuncias de represión y los presuntos ataques se robaron la atención, no solo de los medios de Mar del Plata, sino de todo el país.

Y el fallido acto desnudó y profundizó las internas entre el arroyismo y el Pro puro de Mar del Plata. Los primeros dardos por lo ocurrido le apuntaron al joven Agustín Cinto, supuestamente el responsable local del operativo de seguridad. Tan lejos llegó la versión que Luis Barrionuevo lo “escrachó” en un programa de aire nacional.

“La seguridad del presidente está a cargo de presidencia, no de Cinto”, aseguraron a este medio fuentes de la provincia. Por estas horas, tanto el intendente Arroyo como su hijo Guillermo, hablaron de fallas en la organización, no en la seguridad. Y nuevamente volvieron a poner al funcionario cercano a Horacio Rodríguez Larreta en el ojo de la tormenta.

Estos cruces no hacen más que aumentar las tensiones entre el Pro y el intendente. La relación de Gustavo Blanco, quien fuera designado coordinador de gabinete, con el jefe comunal atraviesa su peor momento. Desde el gobierno nacional, entonces, apuestan a fortalecer la figura del concejal Juan Aicega y el primer paso para ello es incrementar su presencia. Este año, el único concejal puro del Pro dividió su tiempo entre su labor legislativa local y un trabajo en el Ministerio de Justicia de la Nación. “Lo necesitamos en Mar del Plata así que ya se va a quedar acá”, anticiparon fuentes del gobierno nacional.

Por lo pronto, Aicega seguirá dentro de la estructura del bloque Agrupación Atlántica – Pro, luego de amenazar con fracturar la bancada semanas atrás. ¿Irse para qué? Por ahora, no tiene demasiado sentido armar un bloque individual por lo que mantendrán la armonía, pero asumirán mayor protagonismo dentro del cuerpo legislativo. El Pro en ese sentido tiene una ventaja: la labor legislativa de los ediles del arroyismo es, cuanto menos, discreta.

Mientras estas situaciones son pequeños (y no tanto) obstáculos que la gestión debe ir saltando hay temas de fondo que todavía no están resueltos. El fundamental es la falta de fondos. El municipio depende casi exclusivamente de los fondos de Nación y Provincia para mostrar actividad, pero esa plata, como dijimos, viene en paquete cerrado y no le permite al municipio destinarla a lo que considere más necesario. Así, tiene reclamos, por ejemplo,  por falta de medidas de seguridad en centros de salud y otros dispositivos como el Envión o el CDI de La Herradura.

La principal batalla que deberá afrontar será, otra vez, con los municipales que esperan cerrar una paritaria anual cercana al 40%. La Provincia y la Nación, que son los que le permiten a Arroyo pagar los sueldos mes a mes, consideran esa cifra un despropósito y aún hoy le facturan al jefe comunal el acuerdo que cerró a principio de año. “Esa paritaria es una locura, impagable”, dicen de las altas esferas. Y recuerdan al mismo tiempo que el gobierno municipal resolvió que las tasas de los primeros dos meses se emitan sin aumento.

La recta final del año para Arroyo será con la presión del STM por un lado y de los gobiernos nacional y provincial por el otro. Mientras 2017 comienza a acercarse y genera que los nervios y las tensiones vayan en aumento.