Banfield fue más y es un justo campeón

Las finales se ganan y el equipo del Puerto se repuso a muchas adversidades a lo largo del año y los playoffs, para meterse en la definición. Allí no falló, le ganó 3 a 2 a San Isidro y se quedó con el tercer título corto en la LMF.

17 de Septiembre de 2016 17:37

En una tarde ideal desde lo climático, luego de los partidos aburridos que se vieron en la semifinal, Banfield y San Isidro brindaron un gran espectáculo, cargado de emociones, con dominio cambiante por momentos, pero una superioridad del "taladro" que le permitió quedarse con el triunfo por 3 a 2 y festejar un nuevo título en la Liga Marplatense, algo que no conseguía desde 2004. El conjunto de Mariscal sufrió más de la cuenta en el final, pero a los de Leonardo D'Urso no les alcanzó con los últimos embates para estirar la definición a los penales.

Por lo que habían mostrado en las semis y teniendo en cuenta que era una final, quizá se esperaba un juego mucho más cerrado. Sin embargo, salieron al palo por palo, en el que Banfield se sintió más cómodo y sacó ventaja con la movilidad de sus hombres de ataque y la pálida tarde de los defensores celestes. Como contrapartida, aún con tres en el fondo, el "taladro" no pasó mayores sobresaltos y se las ingenió para controlar al solitario Gallego.

En la primera acción a fondo del equipo del Puerto, se invirtieron los roles: Leandro Monges, infiltrado en su rodilla derecha, salió para la derecha, desde allí lanzó el centro que conectó de cabeza Andrade, Ignacio Chiappa sacó de manera notable, la pelota pegó en el travesaño y en la desesperación por despejar, Maxi Gómez la metió contra su propia valla y le dio la apertura del marcador de Banfield. San Isidro sintió el impacto y le costó mucho generar situaciones de gol. Del otro lado, cometió errores defensivos que pudieron costarle caros. Un claro penal no cobrado de Ezequiel Tarabini a Riveira y un mano a mano de Andrade a la salida de un lateral y la sorpresiva distracción defensiva, que el delantero tiró afuera, pudieron empezar a sentenciar la historia. Sin embargo, en la última jugada de la etapa inicial, con una de sus principales vías de gol, Damboriana (había tenido la otra clara con un tiro libre que se perdió apenas ancho) metió el centro al segundo palo, Mariano Rando falló en la salida y Jonatan Gamarra apareció por el fondo para poner la frente y dejar todo como al principio camino al vestuario.

Lo que podría haber sido un baldazo de agua fría para el "taladro", pareció no sentirlo. Al menos, eso mostró en el arranque del complemento, cuando salió con la misma firmeza y manteniendo el control del partido. Y a los 6', otra pelota que ganó en velocidad Andrade, Fittipaldi lo tocó en la puerta del área y Franco Montes sorprendió a todos, el habitual ejecutante Riveira pasó por encima y el "zurdo" la acomodó con mucha categoría contra el caño derecho de Chiappa.

Otra vez en ventaja, Banfield empezó a cuidar la ventaja y se apoyó en las manos salvadoras de Rando, otra vez figura, que primero ante Maxi Gómez y después mano a mano con Gallego, ahogó el grito celeste y mantuvo la diferencia para su equipo, que a los 16' volvió a facturar. Andrade, una pesadilla para la defensa, burló el achique y quedó cara a cara con Chiappa, se acordó la que marró en el primer tiempo y prefirió eludirlo, el arquero lo derribó y Manuel Sosa cambió por gol con un remate fuerte, a la izquierda del "uno" que esperó hasta último momento parado y nada pudo hacer. 

Por lo que había mostrado San Isidro, parecía que la historia estaba sentenciada. El ingreso de Juan Buenahora (justo antes de la ejecución del penal), le cambió un poco el ritmo al equipo de D'Urso y empezó a llegar de nuevo a Rando, aunque le faltó probar al arco. Un nuevo descuento, otra vez de pelota parada, y con una sorpresiva aparición de Maxi Gómez que se tiró en palomita y la puso contra el caño izquierdo, le puso suspenso al tramo final. 

Con más empuje que fútbol, San Isidro fue, llenó el área de centros pero no pudo alcanzar una igualdad que había sido heroica. Como pudo, espantando los fantasmas ante cada pelota que llegaba por los aires, Banfield aguantó y llegó el pitazo final (previa expulsión de Chiappa).

El fútbol marplatense tiene un nuevo campeón y es merecido. Por lo menos, desde aquí, creemos que los partidos y los títulos no se merecen, se ganan, y por lo tanto el que lo logra es con justicia. Gustando más, gustando menos, con sus herramientas, con lo que tiene a mano, con jugadores importantes que se fueron, con otros que se lesionaron, con una coluna vertebral compuesta por jugadores de mucho sentido de pertenencia, que acompañan y potencian a chicos con un enorme futuro. Banfield se quedó con la corona del primer semestre del fútbol marplatense, y no hay nada que discutir.