Peñarol no le tuvo piedad a Quilmes

El conjunto de Richotti mostró una abrumadora diferencia sobre su clásico rival en el comienzo de la temporada de la Liga Nacional y lo aplastó por 95 a 65, con una superlativa actuación de Reed. 

Con pasta de ídolo. Robert Reed se presentó ante la gente de Peñarol y mostró sus credenciales en el clásico. Ya se metió a los hinchas en el bolsillo. (Fotos: Diego Berrutti)

23 de Septiembre de 2016 22:01

Si bien Peñarol no se reforzó como otros años y Quilmes terminó armándose mejor de lo esperado, a la hora de la verdad, la diferencia entre un equipo y otro fue demasiado grande. Individual y colectivamente, el "milrayitas" armó su propia fiesta en el Polideportivo, se floreó y no le tuvo piedad a su clásico rival en el arranque de la Liga Nacional de Básquet y lo aplastó por, con una muy buena actuación general y una descollante presentación de Robert Reed con 25 puntos (5 de 8 en triples). 

En los primeros minutos se notó como nunca que era el primer partido de la temporada y justo en un clásico. Defensas aguerridas, tiros incómodos, dos tapas de Gutiérrez y una de Giorgetti, otra de Basualdo del otro lado y el marcador en blanco en casi 3'. Hasta que apareció "Leo", hizo pasar de largo a Vildoza y sacó un triple de su repertorio para romper el cero. Con esa "bomba" del capitán "milrayitas", se abrió el juego, porque Reed hizo lo mismo, respondió Vildoza y Giorgetti aportó el suyo. Era más el equipo dre Giorgetti, con mayores variantes, apostando mucho al tiro externo (5 de 6 en los 10' iniciales) y aprovechando la falta de opciones del "tricolor", que dependía mucho de su base y alguna aparición de Enzo Ruiz, que no tenía afinada la puntería. Por eso, con autoridad, a pesar de bajar el rendimiento con la rotación, el local se fue con una clara ventaja de nueve puntos (23-14) al descanso corto.

Fue una tromba Peñarol en el segundo segmento, Quilmes siguió careciendo de ideas y falta de gol, y apenas anotó 2 puntos en 4'10, el "milrayitas" metió un parcial de 8-2, se escapó a 15 (31-16) y obligó al tiempo muerto de Bianchelli, que no le podía encontrar la vuelta, sobre todo a la faz ofensiva. Los árbitros perdieron la paciencia muy rápido y "picaron" un partido que venía muy tranquilo. Sansimoni le peleó una pelota a Gutiérrez, le cometió falta y en su afán por sacárselo de encima le sancionaron una antideportiva al "10". Sin embargo, la diferencia adentro seguía siendo muy amplia, cuando los de Richotti apretaban un poquito el acelerador se alejaban cada vez más y a falta de 2'20" sacaron 20, con dos triples seguidos de Reed y Zurschmitten. El unipersonal del americano "milrayitas" (17 hasta ahí) le puso el broche al primer capítulo y se fueron al vestuario con 24 de ventaja: 48-24.

Si alguien pensaba que con la ventaja Peñarol iba a bajar la intensidad, se equivocó. Mantuvo una defensa firme y cuando pudo correr la cancha lastimó continuamente, para empezar a rondar los 30 de diferencia. Richotti, al igual que en el segundo periodo, movió el banco, le dio minutos a los juveniles y su equipo no pasó mayores sobresaltos, ante un Quilmes que seguía sin ideas y en el que apenas Ruiz y Famutini (se fue por faltas promediado el cuarto), aparecían en ataque. Ya no había partido y la mirada estaba puesta en si Peñarol iba a lograr superar la máxima ventaja histórica (32 puntos) o no. Por lo pronto, se fueron al último descanso con diferencia de 31 (67-36).

Nada cambió en el último periodo. En el "milrayitas" todos se querían mostrar y jugaban como si el partido recién empezara o fuera equilibrado. Por eso, Jerónimo Barón se ganó una ovación cuando peleó y ganó una pelota en el piso, o Ale Diez fue aplaudido por su habitual despliegue defensivo. El partido estaba totalmente desnaturalizado, Richotti jugó más de medio cuarto con juveniles y Vildoza mostró su orgullo para descontar e impedir que la derrota sea acompañada por el récord. Ventaja final de 30 para Peñarol (95-65), una nueva ilusipón para sus hinchas y el mejor debut para Marcelo Richotti, mientras que del lado de Quilmes nacerá la preocupación, rápidamente, por un debut muy flojo en todo sentido y mucho por mejorar.