Primun non nocere

La información recientemente publicada a propósito de la exigencia del Secretario de Salud Gustavo Blanco para que el recurso humano destinado a trabajar en los CAPS sea redirigido a desempeñarse como médicos de urgencia extrahospitalaria es muy grave

La tarea que desempeñan estos trabajadores no es menor, ejercen desde el centro de atención más cercano al vecino la Atención Primaria de la Salud que es interpretada por todos los organismos serios nacionales e internacionales como el eslabón más importante en la cadena de asistencia en los servicios de salud. 

Entender que esos profesionales formados para ser quienes asistan apropiadamente en las tareas de promoción, prevención y asistencia de problemas de salud en sus primeras etapas pueden subirse a una ambulancia y asistir urgencias/emergencias es expresar la más absoluta ignorancia sobre las prioridades en salud. Ignorancia que lamentablemente se observa en gran parte de las acciones que esta gestión ha tomado y evidencia la falta de planificación cuyo epílogo es la improvisación, una más de las que lamentablemente empezamos a acostumbrarnos. 

Recientemente una publicación británica mostró los resultados de un estudio en el que se demostraba que los errores médicos eran la 3er causa de muerte en el sistema de salud de EEUU. Esto ha sido tomado muy seriamente en los países desarrollados y se han generado políticas que por lógica son contrarias a lo que se quiere hacer aquí. 

La emergentología requiere hoy de profesionales con niveles de formación cada vez más exigentes porque los problemas que deben resolverse en la emergencia necesitan frecuentemente de medidas tempranas porque muchas veces el tiempo es vida y para poder hacer buena praxis de requiere adecuado entrenamiento. 

Ni que decir sobre tomar decisiones de modo imperativo sin consenso apropiado, sin una elaboración previa donde todos los actores participen, ingrediente fundamental que se recomienda en las reglas básicas del liderazgo. 

Obligar a un grupo de profesionales no formados para asistir emergencias puede implicar de suyo un riesgo gravísimo que compromete no solo a la persona asistida sino también a aquel profesional al que se expone al error y también al sistema de salud mismo. 

Hipócrates nos dejó muchos consejos pero uno de los más valiosos es el concepto de “primun non nocere” que traducido del latín expresa primero no hacer daño. 

Si hacemos un análisis no muy profundo vemos que se puede hacer mucho daño con esta decisión, primero porque se aumenta de forma notable el riesgo de errar en lo que se hace y por lo tanto demorar o equivocar diagnósticos y/o tratamientos en el contexto de la emergencia y como consecuencia afectar la salud o la vida de las personas; en segundo término al recurso humano, porque además de comprometer la responsabilidad del profesional el error es llevado luego como carga para siempre por quien lo comete; y en tercer lugar al sistema mismo porque un sistema de emergencia mal planificado no solo no tendrá buenos resultados en términos de salud sino que también que afecta la imagen del sistema de salud pública.

Tener ambulancias no es tener un servicio de emergencias, para lograr este cometido se debe necesariamente planificar, ordenar, capacitar, plantear objetivos y definir acciones de manera programada. Hacer las cosas de otra forma es garantizar el fracaso y el derroche de los recursos. 

Hay una sola forma de hacer las cosas y es bien. Para eso necesariamente se requiere de planificación, diálogo y consenso para lograr éxito en los objetivos, mientras tanto no perdamos la importancia de la máxima Primun non nocere, Hipócrates, los profesionales y los vecinos agradecidos.