De carne somos pero exportamos más pescados y mariscos

Aumentaron un 18% las exportaciones cárnicas pero están lejos de las pesqueras, que perforaron el techo de los 1500 millones de dólares, de la mano de otro año récord del langostino, que disimuló una mala temporada de calamar. Se pescó menos merluza pero se exportó más.

Oferta exportadora de la pesquera Solimeno. De la fábrica a la góndola con valor agregado.

26 de Enero de 2017 08:20

En el país de la carne, la industria pesquera supera al sector cárnico a la hora de exportar sus distintos productos, tanto en volumen como en generación de divisas. El año pasado no fue la excepción, pese a que se evidenció una recuperación del mercado con el cambio de políticas y la mejora de la cuota Hilton.

Las exportaciones de carne crecieron un 18% en 2016, según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina. Fueron cerca de 157 mil toneladas netas de carne bovina enfriada, congelada y procesada.

El precio FOB promedio por tonelada, en diciembre, fue de aproximadamente US$ 9.000 para los cortes enfriados y de US$ 4.900 para los congelados. Así, a lo largo del año 2016, ingresaron al país divisas por un valor cercano a los US$ 1.044 millones por exportaciones de carne vacuna y unos US$ 188,5 millones por menudencias y vísceras.

La pesca puede mostrar números superiores a pesar que la estadística oficial que monitorea la evolución de las exportaciones en la Dirección de Economía Pesquera de la Subsecretaria de Pesca completó los primeros once meses del año.

El fenómeno se mantiene gracias a la sobre abundancia que muestra el langostino patagónico, del que ya hemos dado cuenta en esta misma columna (Ver El Messi de la pesca nacional).

El crustáceo de ciclo anual del que poco puede anticiparse porque el INIDEP no realiza campañas de investigación para analizar su comportamiento desde el 2011, es el pilar donde se sostiene la base de la pirámide de la industria.

De los 1584 millones de dólares que ingresaron al país por la exportación de 415 mil toneladas entre peces, mariscos, moluscos, harinas y conservas de pescado entre enero y noviembre del año pasado, 947 millones corresponden a la venta de langostino. La hegemonía puede dejar una marca más tangible al completarse el mes de diciembre.

Las cifras parciales representan una merma del 4,8% en el volumen pero un incremento del 13,7% en divisas en comparación con el mismo período del año anterior. El ingreso de dólares entre enero y noviembre del 2016 ya fue superior a los 1465 millones que se generaron en todo el 2015.

A la inversa de lo que ocurrió con la carne, que tuvo 24 mil toneladas más exportadas el año pasado, la pesca no tuvo mayor volumen por el fracaso de la zafra de calamar, la peor de los últimos años, que exportó apenas 50 mil toneladas, casi un 100% menos que en el 2015.

Pese a la crisis laboral que desató su ausencia en las fábricas procesadoras de Mar del Plata, la exportación de merluza hubbsi en sus distintas formas, alcanzó las 98.600 toneladas y generó 226 millones de dólares. Un 8,3% más en volumen y una reducción del 7,7% en dólares en relación a los primeros once meses del 2015.

Cómo se explica que desde todos los sindicatos -marinería, estibadores y personal de tierra- coincidan en señalar que en el 2015 faltó mucha merluza en los muelles en relación al año 2014, y sin embargo aumentó la exportación de hubbsi.

En la subdeclaración que se mantiene en la flota congeladora, con cupos que se estiran a límites insospechados de la mano de benévolos coeficientes de conversión y pocos controles. Una pista: por primera vez, la flota congeladora declaró desembarques de merluza del stock sur, el principal que tiene la pesquería, superiores a los de la flota fresquera.

La carne, a diferencia de la pesca, tiene un mercado interno mucho más amplio, aunque el año pasado registró un fuerte descenso en comparación con el 2015. De las 24 mil toneladas adicionales que se exportaron de carne el año pasado, China aportó más de 14.500 toneladas adicionales, Israel unas 3.300, Chile más de 3.800 y Alemania junto a los Países Bajos e Italia unas 2.900, consignó el último informe del IPCVA. En cuanto al valor de las divisas ingresadas, el principal mercado en 2016 fue Alemania, que representa un 26% del valor total exportado.

España incrementó las compras de productos pesqueros argentinos y se consolida como el principal destino de las exportaciones nacionales. Hasta el 30 de noviembre, había recibido casi 93 mil toneladas que representaron 443 millones de dólares. En todo el 2015, habían sido 91.711 toneladas, por 396,5 millones de dólares.

Del resto de los principales clientes del Mar Argentino en el mundo, se mantiene China y Estados Unidos en los otros dos lugares del podio. El gigante asiático demandó menor volumen por la baja en el calamar aunque compró más langostino. Del resto crecieron las ventas a Italia y se desmoronaron las de Brasil, básicamente merluza hubbsi, que en dos años se redujo casi el 40%.

La principal empresa exportadora del sector pesquero es New San, que llegó al negocio hace unos años por “sugerencia” de Guillermo Moreno, para equilibrar importaciones de insumos electrónicos que ensambla en Tierra del Fuego y salen al mercado con marcas como “Noblex”, “Atma”, “Sanyo” “Siam”, “Philco”, entre otras.

Hoy el grupo chino tiene barcos y plantas procesadoras y la Patagonia y también en Mar del Plata donde opera su centro logístico con fuerte participación en las exportaciones desde el puerto local.

Por qué la industria pesquera no tiene la preponderancia del sector ganadero siendo que genera mayores ingresos de divisas. Hay múltiples motivos. Más allá de los atados a la identidad nacional, que el recurso/materia prima que sostiene el circuito productivo no paste visible en la pampa húmeda sino que habite a 400 metros de profundidad en la oscuridad del océano, a 150 millas de la costa, puede tener bastante que ver.

Si el calamar se recupera y el langostino se mantiene por sobre las 100 mil toneladas, se repetirá la tendencia estadística este año. En la pesca también esperan que se sostenga la  interacción con los distintos niveles de gobierno para recuperar la competitividad perdida que demoran su pleno desarrollo.