Gabriel Rolón: “La relación entre padres e hijos es una de las más difíciles”

El psicoanalista y escritor presentó la reedición de su libro Encuentros, el lado B del amor, en el que pone en discusión el amor. Y no solo las relaciones de pareja, sino todo tipo de vínculos.

El escritor y psicoanalista desmitifica el amor, aunque lo define como "el motor de la vida". Foto: La Nación.

29 de Enero de 2017 16:53

Por Redacción 0223

PARA 0223

Gabriel Rolón no está en contra del amor, pero Encuentros, el lado B del amor, su libro sobre el tema intenta desmitificar la idealización que suele realizarse del amor. No solo de las relaciones de pareja, sino también los lazos familiares. “La relación entre padres e hijos es una de las relaciones más difíciles”, opina en una charla con 0223.

El psicoanalista y escritor llegó a Mar del Plata para presentar la reedición de su ensayo y promete que aquellos que leyeron la primera edición encontrarán nuevo material. Rolón explica que el amor “es el motor de la vida, no más ni menos”, pero asegura que existe un “amor sano” y un “amor enfermo”.

“Lo que el amor puede resultar si uno lo hace bien es la unión entre dos personas solas que construyen un espacio común, donde esa soledad duele menos”, añade.

-¿Con qué se encuentra el lector en esta reedición de Encuentros?

-Quien no lo haya leído se va a encontrar con un ensayo crítico acerca del amor. Una mirada diferente de esa idealización a la que nos tiene acostumbrados la temática del amor. Esa creencia de que amar es bueno, que estar enamorado es lo más lindo que te puede pasar. Y quien lo haya leído va a encontrar una profundización de eso que leyó porque la reescritura de este libro tiene su origen en que quería ahondar un poco más en lo escrito. En su momento yo sentía que estaba bien para ser mi primer ensayo y primer testeo de cómo recibía la gente una propuesta de estas. La recibió tan bien que dije Quiero dejar el libro como me parece que tiene que estar. Con algunas ideas más profundizadas, algunos temas agregados, con un caso clínico para ejemplificar desde otro lugar. Para unos y otros va a haber material de lectura.

-En la anterior presentación abordamos esta idea de desmitificar el amor. ¿Qué se puede decir a favor del amor?

-Es el motor que hace que hagamos todo lo que hacemos, es el motor de la vida, ni más ni menos. Nada haríamos si no fuera por amor, aunque sea por amor a nosotros mismos. El amor es ese punto que si vos podés construirlo con sanidad es el único refugio extremadamente cruel. En la vida pasan cosas tremendas e injustas todo el tiempo. Muchas veces lo único que te sostiene todo el tiempo son las personas que amás, las personas que te aman; los amigos, los padres, la pareja, los hijos. No importa quién, pero es el refugio compartido que se construye para enfrentar un universo como éste.

-¿Y cuán difícil es generar ese refugio y que no se convierta en un lugar de más dolor?

-Justamente a eso apunta el libro. Todos tenemos el impulso de generar un vínculo, de construir una familia, de aglomerarnos, para enfrentar una vida compleja. Pero, cuidado, porque a veces eso se transforma simplemente en una trinchera. Y la trinchera tiene una característica: te esconde de los disparos, es cierto, pero está llena de agua, ratas, te agarrás enfermedades. No es bueno que el amor sea una trinchera, el desafío es construir un lugar que te permita a vos transitar la vida de una manera más sana, más plena. No digo más feliz, más sana, más auténtica.

-Cuando uno piensa en amor, rápidamente se piensa en el amor de pareja. Pero el libro también habla del amor en otro tipo de relaciones. ¿Creés que hay alguno más difícil que otro?

-Creo que la relación entre padres e hijos es una de las relaciones más difíciles. En primer lugar, porque como viene dada por la biología se piensa que es natural.

-Es una relación "obligatoria".

-Claro,  no hay que hacer nada. Soy tu padre porque sí, porque soy tu padre. Porque te adopté desde que eras muy chico y pago tu colegio y tus cosas. Eso no es ser un papá. Un papá es distinto y el vínculo con el hijo hay que construirlo. Entonces muchas veces, confundido por esta cuestión que parece ser natural, es un vínculo que no se trabaja bien. Por eso es tan común encontrar conflictos muy grandes entre padres e hijos. Además, porque es un vínculo que generalmente se tiende a sostener toda la vida. Mientras que con una pareja vos decís Cómo le erré con esta mujer, me separé porque nos matábamos... Es más difícil decir A mi mamá no la voy a ver más porque la mato.  Podés decir La visito poco porque mi vieja es brava. Habla de una dificultad, pero una dificultad que tenés que seguir enfrentando.

-¿Se puede hablar de amor en ese caso?

-Sí, claro. Se puede hablar de amor y de falta de amor. Se puede hablar de un amor sano y de un amor enfermo. Y se puede hablar de una ausencia de amor. Cuando leemos la noticia trágica de que encontraron a un bebé tirado en un basural ahí hay una mujer que no sintió ningún amor por su hijo. Cuando hablamos de un padre que aunque seas adulto hace cosas para lastimarte ahí tendríamos que diagnosticar si es que ama mucho y no sabe amar o si hay falta de amor.

-¿Por qué se idealiza el amor?

-Porque uno nace solo y uno está solo. Justamente se idealiza el amor porque el amor brinda la ilusión de que vamos a dejar de estar solos. Entonces lo idealizamos y le exigimos que nos quite la soledad constitutiva. Es decir, yo estoy con vos, vos me tenés que completar; tenés que hacer que yo no necesite más nada porque para eso estoy con vos. No te puede gustar nadie, no podés mirar a nadie, no me podés fallar en nada, tenés que ser como yo quiero... Y la verdad es que no. No es así. Entonces, se idealiza porque se busca ni más ni menos aquello que nos puede dar una completud y nos puede convencer de que no estamos solos en medio de un universo atroz, diría Sábato. Y la verdad es que sí estamos solos en medio de un universo atroz.

Lo que el amor puede resultar si uno lo hace bien es la unión entre dos personas solas que construyen un espacio común, donde esa soledad duele menos.

-De tu círculo cercano, ¿cuántos lo lograron?

-Pocas, muy pocas. Somos un producto de la cultura. Vos leés las historias de amor que nos llegan de la cultura. Desde Helena y Paris en la guerra de Troya, pasando por Romeo y Julieta y terminando en Arnaldo André pegándole a Luisa Kuliok y el atravesamiento cultural parecería dar cuenta de que el amor es un lugar que tiene que ser muy tormentoso para ser realmente lindo. Y la verdad que no es así: tiene que ser tormentoso para generar una obra de arte. Obviamente, si yo cuento una historia y digo Ella lo conoció a él, se amaron, las familias los aceptaron, se casaron y fueron felices, a la página y media terminé la novela. Entonces necesito complicarla. Pero eso es para hacer arte, no para vivir. Para vivir bastante es la complicación de tratar de hacerlo simple.

-¿Qué es lo que sentís que despertaste en la gente con este libro?

-La gente se ha sorprendido con Encuentros. Llevá a alguien que nunca estuvo en una editorial al diario, o en una radio y llevalo. Y va a ser todo un mundo muy raro y vos lo transitás como si nada porque es tu mundo. A mí me pasa que, cosas que para mí son partes constitutiva de mi pensamiento cotidiano porque pienso como un analista, a la gente le da un punto de vista que no tenía.

Este es el libro que, junto con Historias de diván y Los padecientes, más me nombra. Historias de diván por el punto de impacto, de la gente que por primera vez se topó con lo que uno escribe, Los padecientes porque es ficción y éste porque dicen Me abriste la cabeza, me quedé pensando, yo no lo había visto así. Lo recomiendan mucho por Twitter: Leé este libro, no te lo podés perder y vas a entender por qué te pasa lo que te pasa. A lo mejor vos hacés una mirada que por cuestiones profesionales podés analizar y que uno en su cotidianeidad no hace.