Importantes avances del Conicet en los tratamientos por el cáncer de Mama

Se trata de una investigación científica que empezó hace un década en el laboratorio del Instituto de Biología y Medicina Experimental en la que se focalizaron estudios sobre los receptores de progesterona y su participación en el crecimiento tumoral.

12 de Marzo de 2017 15:02

Por Redacción 0223

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Desde hace más de una década, en el laboratorio de ‘Carcinogénesis Hormonal’ del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme, Conicet-Fibyme) dirigido por Claudia Lanari, investigadora superior del Conicet, los estudios se focalizan en analizar los receptores de progesterona y su participación en el crecimiento tumoral.

En un estudio recientemente publicado en la revista Journal of the National Cancer Institute (JNCI) Lanari difundió lo que reveló junto a su equipo: cómo se comportan dos isoformas –diferentes formas en que se presentan las moléculas de una proteína- del receptor de progesterona (RP): la A (RPA) y la B (RPB) frente al desarrollo tumoral.

La investigación es producto de más de 10 años de trabajo y comenzó con estudios en ratones y cultivos celulares para luego confirmar esos resultados en muestras humanas.

Para ello, realizaron cultivos de tejido de tumores ex vivo (fuera del organismo) de pacientes con cáncer de mama del Hospital Zonal General de Agudos “Magdalena Villegas de Martínez” de General Pacheco que fueron tratados con un antiprogestágeno, es decir un compuesto que contrarresta la acción del progestágeno. Al mismo tiempo evaluaron la expresión de las isoformas del RP del tumor. Lo que observaron fue que los tumores que se inhiben con un antiprogestágeno son aquellos con una mayor proporción de RPA que de RPB.

“Con estos resultados podemos decir, que los pacientes que presentan una mayor cantidad de isoforma A que de isoforma B podrían beneficiarse de una terapia con antiprogestágenos”, explica Paola Rojas, investigadora asistente del CONICET en IBYME y autora principal del estudio.

Cuando una paciente va al hospital y detectamos un tumor, una de las primeras acciones es sacarlo mediante cirugía. Cuando pasa esto, le avisamos al equipo de Lanari y se acerca alguien con hielo seco y un frasco con medio de cultivo para tomar la muestra. Por un lado se cultiva, le hacen un tratamiento de 48 horas con el antiprogestágeno y por otro lado se hace un estudio para ver su perfil de isoformas. La manipulación de las muestras requiere de cuidados para evitar errores. El tumor sin vascularización se muere, y la muestra en hielo no tiene que perder el frío, por lo que se debe trasladar, rápidamente al Laboratorio para procesarla”, advierte Hugo Gass, uno de los cirujanos consultor de ese hospital.

El antiprogestágeno que decidieron utilizar los especialistas es la mifepristona, un compuesto de origen francés que era utilizado como anticonceptivo de emergencia y actualmente se suministra para el tratamiento de la enfermedad de Cushing, una patología caracterizada por el exceso crónico de cortisol.

“En este caso la vamos a usar para el tratamiento del cáncer de mama, y entonces uno de los requisitos para cuando reclutamos las pacientes es que sean postmenopáusicas para evitar un posible aborto. Pero no es una droga que se tuvo que elaborar y eso es muy bueno porque todas las drogas para el cáncer llevan un largo proceso y son inaccesibles en cuestión de precios. Tuvimos que importar la mifepristona de Canadá, y fue un proceso muy largo y engorroso pero está en el mercado y es económica”, agrega Rojas.

Estudios moleculares

Las muestras de pacientes clasificadas en isoforma RPA y RPB se enviaron al laboratorio de Charles Perou en Estados Unidos, un reconocido investigador que propuso la clasificación molecular de los tumores de mama basado en la secuenciación de ARN, una tecnología que se está usando para poder encontrar nuevas mutaciones o alteraciones que puedan orientar al desarrollo de tratamientos dirigidos.

Finalmente, Martín Abba, investigador independiente del Conicet en el Centro de Investigaciones Inmunológicas Básicas y Aplicadas de la Universidad de La Plata (CINIBA) fue quien encontró una relación entre la clasificación molecular de los tumores de mama y la mayor expresión de una isoforma que de la otra. Esa relación de isoformas se puede utilizar como un marcador pronóstico para la enfermedad.

Si hay más de una isoforma que de la otra (RPA mayor que RPB) quiere decir que la paciente podría tener un mejor futuro porque el tumor es menos agresivo que cuando la proporción es inversa. Hasta este momento no se sabía y más bien se pensaba lo contrario. Como los tratamientos con antiestrógenos son muy efectivos, se demoró el interés en estudiar lo que pasa con la progesterona como protagonista. Con el tiempo si esto llega a prosperar la idea es poder combinar la mifepristona con los antiestrógenos, la idea no es reemplazar si no complementar”, concluyó Lanari.

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