Una agresión al línea terminó con la ilusión de Alvarado

Otra vez la gente de Alvarado le hace mal a su club. Cuando intentaba recuperar la desventaja de dos goles contra Defensores de Belgrano, un proyectil que impactó en el rostro de Leopoldo Gorosito, llevó a la suspensión del partido.

Sin dudarlo, el árbitro Adrián Franklin hizo lo correcto, mantuvo la decisión de suspender el partido y enfiló con sus asistentes rumbo al vestuario. (Fotos: Diego Berrutti)

22 de Marzo de 2017 22:42

Por Redacción 0223

PARA 0223

Una vez más, Alvarado es noticia por algo extrafutbolístico. Cuando todo transcurría por los carriles normales,más allá de los roces lógicos del partido, una piedra que partió desde la platea descubierta impactó en el rostro del asistente número 2 Leopoldo Gorosito y, con criterio, el árbitro determinó la suspensión del encuentro que Alvarado y Defensores de Belgrano de Villa Ramallo igualaban 1 a 1, en la revancha de la fase eliminatoria de Copa Argentina.

Cuando pasan cosas como estas, el partido queda en un segundo plano. Casi que no tiene importancia lo que pasó en los 67' que se jugaron si, en definitiva, el juego no terminó. El juego, porque de eso se trata, más allá de las pasiones y el profesionalismo, otra vez fue manchado por esos que se creen más importantes que los que están dentro de la cancha. Y seguramente mañana se reirán y se enorgullecerán cuando se vean en los diarios de la ciudad o los medios nacionales, con un segundo de fama que debería avergonzarlos. Porque ensucian a un club, a una dirigencia que le cambió la cara al club, que hizo mucho y proyecta más, pero un día se va a cansar. Y a sus propios jugadores, que si bien estaban en desventaja, todavía tenían chance de dar vuelta la historia y avanzar a la próxima instancia.

Debió ser una fiesta y terminó en bochorno. Porque Alvarado otra vez es noticia por un hecho de violencia, que será reflejado por todos con el escudo de la institución. Y esta vez no vino desde el centro de la popular, donde generalmente está el grupo más caracterizado de hinchas, llegó desde la platea descubierta, donde habitualmente van las familias. Desde ese lugar, un "vivo", acabó con las esperanzas futbolísticas y le dio otro golpe a un club que trabaja para encarrilarse, sale de una brava como fueron los disparos en la presentación de Gustavo Noto y otra vez tiene que verse envuelto en hechos de violencia.

Para el que le interese, antes hubo un partido, en el que Alvarado volvió a sufrir los mismos defectos del domingo, con un dominio que le costó horrores cristalizar en situaciones de gol, aunque la diferencia fue que Defensores de Belgrano se animó mucho más que Deportivo Madryn, entonces cuando pudo salir de contra, generó peligro en el arco de Barucco que ahogó el grito de Bonetto con una buena respuesta abajo. Del lado local, ante la falta de claridad, la pelota parada era la fórmula para intentar llegar al empate. Pero siempre faltó un centímetro para poder conectar uno de esos centros cerrados que complicaron a la defensa visitante y porque Joaquín Susvielles, increíblemente, le acertó al palo, de palomita, cuando la pelota le quedó picando en el área chica con el arquero ya vencido.

Para colmo, antes de ir al descanso, en una de esas aceleraciones de la visita, De Souza se sacó dos hombres de encima y Damián Luengo lo tocó cuando estaba entrando al área, Adrián Franklin entendió que había sido dentro y sancionó el penal que Federico Castro canjeó por gol y oscureció aún más el panorama para el "torito".

Inevitablemente, Alvarado salió con todo al complemento y, enseguida, Noto mandó a Albarracín por Madrid para sumar todavía más potencia en ataque. Cuando Escott fue agarrado en el área y el exUnión ejecutó con maestría el penal, la ilusión se renovó. Sin claridad, pero con empuje, los marplatenses iban por un segundo tanto que lo dejaran a uno de la hazaña. 

Pero Defensores tuvo un contra ataque, Ramiro Jorge salvó sobre la línea lo que era el 2 a 1 de Nouet y antes de que pudieran ejecutar el córner llegó la agresión, lo que cambió toda la noche, lo que hizo ver la decepción en los dirigentes, en los propios jugadores y en muchos hinchas, que fueron a alentar al equipo, a acompañar y otra vez vieron empañada su fiesta por un estúpido que se pasó de vivo.