De la frialdad para ganar, al llanto: la inolvidable última noche de Leo Gutiérrez

Homenajes en la previa, abrazos, un partido intenso con final feliz y una despedida entre lágrimas. Crónica, fotogalería imperdible y el video del adiós al 10 que 0223 transmitió en vivo.

Leo y el último precalentamiento de su carrera (Foto: Diego Berrutti).
Pasado y futuro. Leo se saluda con Luca Vildoza. (Foto: Diego Berrutti).
Gutiérrez y Diego Cavaco. (Foto: Diego Berrutti).
Un gran gesto de Quilmes al entregar un reconocimiento al emblema rival. (Foto: Diego Berrutti).
Gutiérrez y el presidente de Quilmes, Pablo Zabala. (Foto: Diego Berrutti).
Fabián Borro, presidente de la Asociación de Clubes y Obras, entrega un reconocimiento al "10". (Foto: Diego Berrutti).
Abrazo emotivo entre Domingo Robles, presidente de Peñarol, y Leo. (Foto: Diego Berrutti).
Peñarol hizo entrega de un trofeo especial que recuerda todos los títulos conseguidos por Gutiérrez en el club (Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
La última presentación de equipo (Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
Gutiérrez con su hijo Francisco, basquetbolista de las inferiores y que estuvo en el banco pero no pudo ingresar (Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
Gutiérrez con "Marito", un histórico empleado de Peñarol (Foto: Diego Berrutti).
Antes del partido, el plantel de Peñarol quiso posar con Leo (Foto: Diego Berrutti).
Los Gutiérrez. Leo y "Pepo". (Foto: Diego Berrutti).
Una sonrisa tras anotar uno de sus triples en la noche (Foto: Diego Berrutti).
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Pese a que deportivamente nada estaba en juego, Peñarol y Gutiérrez jugaron con los dientes apretados (Foto: Diego Berrutti).
Gutiérrez y la pegajosa marca de Ivory Clark. (Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
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(Foto: Diego Berrutti).
Festeja de fondo su hijo y el banco. Gutiérrez también. (Foto: Diego Berrutti).
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Una postal. Mirada atenta al aro para uno de sus libres. (Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
Terminado el partido, el festejo de Peñarol y el comienzo del homenaje al "10". (Foto: Diego Berrutti).
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"Uuhhh...", parece decir Gutiérrez en un desahogo. (Foto: Diego Berrutti).
Otra con "Marito". (Foto: Diego Berrutti).
Habló con la prensa y la gente lo ovacionó en cada instante (Foto: Diego Berrutti).
Micrófono en mano, el ídolo rompió en llanto al dirigirse a los hinchas (Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
"Chau, gracias, los voy a llevar siempre en mi sangre", dijo Gutiérrez. (Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
(Foto: Diego Berrutti).
14 de Mayo de 2017 03:33

Y se terminó, nomás, la carrera de Leonardo Gutiérrez. Vaya nostalgia para los amantes del básquetbol argentino. Para los que lo admiraron, y para los que lo rivalizaron. Que se haya retirado un símbolo como él, sin dudas marca el final de una era, como cuando en su momento se despidieron Marcelo Milanesio o Héctor "Pichi" Campana. El cordobés de Marcos Juárez pudo ponerle el broche de oro a su carrera de 24 años jugando el clásico más lindo, y ganándolo, con esa "amistad de sociedad anónima" con el triunfo que construyó de forma inquebrantable . Una noche inolvidable por donde se la mire, que 0223 repasa en esta crónica, en una imperdible galería de fotos, y en el video de la transmisión de facebook live que se observa al final de la nota.

Gutiérrez recibió su primera ovación en la primera salida de Peñarol al campo de juego. Y desde entonces, los hinchas no pararon de referenciarlo. Él, totalmente abierto a abrazar a quien se lo cruce y pida. Entre los movimientos precompetitivos, fue habitual verlo yendo al borde de las vallas para saludarse con amigos, dirigentes, fanáticos... Con una sonrisa nítida, y con una nostalgia que intentó controlar permanentemente para no desviarse del objetivo que tenía entre cejas: ganarle a Quilmes.

Pero fue muy difícil abstraerse. El reloj marcó las 9 de la noche, la televisión comenzó la transmisión, y tras la última presentación del locutor, se sucedieron los homenajes. Primero, de la Asociación de Básquet con una plaqueta entregada por su presidente, Fabián Borro -titular de Obras Básket-. Luego, del Club Atlético Quilmes mediante su mandamás Pablo Zabala, en un excelente gesto de caballerosidad. Y finalmente, de Peñarol con un muy original obsequio entregado por Domingo Robles: un trofeo de acrílico que dice "Leonardo Gutiérrez es leyenda" y que recuerda los títulos ganados en el "Milrayitas", más una pelota en la parte superior del mismo. 

Así fue Gutiérrez con ese regalo al sector de banco de suplentes, lo mostró a la hinchada, y por primera vez se quebró. Aunque sus ojos lograron sostener las lágrimas. Se sacó la sudadera, la hizo un nudo y la regaló al sector ubicado detrás del aro, cayendo a un afortunado hincha. Posó con sus compañeros por última vez, y se lanzó a los 40 minutos finales como jugador profesional.

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La última planilla de Leo: 29:47 minutos, anotó 13 puntos (1/2 en dobles, 2/7 en triples, 5/6 libres), tomó 6 rebotes y dio 4 asistencias.
 

Ya en juego, el inicio fue ideal: solo 16 segundos pasaron para que Gutiérrez abriera el marcador con un triple de su sello. Tras fallar y luego anotar un libre, repitió su segunda y última bomba de su carrera cuando faltaban 3 minutos y el "Milrayitas" pasó al frente 17-13. El "10" lució activo, capturó rebotes y lideró a su equipo. Descansó parte del segundo cuarto, y al retornar, casi no salió más. Al cierre del primer tiempo, se sacó la camiseta para regalársela al directivo Alfredo Miño.

Tras el descanso, luchó con la marca pegajosa de Ivory Clark, abasteció a Juan Manuel Torres, buscó sin puntería convertir más triples (0/5 en el complemento), estuvo sólido desde la línea, se fastidió cuando su equipo se vio superado por Quilmes pero a la vez siempre alentó a sus compañeros para salir de esos instantes de incomodidad. .

El final fue de novela. Leo lanzó su último triple a falta de 40 segundos pero falló. Pettigrew metió uno de los dos libres para pasar al frente, a 16.6 segundos. Y luego que Vildoza fallara el tiro que podría haberle dado el triunfo al "Tricolor", Gutiérrez se apresuró y lanzó la pelota hacia arriba desde su campo intentando convertir, suponiendo que se terminaba. Pero, quedaban 5 segundos por delante, de milagro terminó siendo una asistencia para el doble de Pettigrew. "¡Me quería morir cuando vi el reloj! Pensaba que quedaba menos", declaró instantes después, sorprendido y sonriente. Quilmes tuvo la última bola pero cayó, cómo no, en las manos del veterano, que en una reacción de felicidad y desahogo, pateó la "naranja" por el aire para recibir el primer abrazo de festejo por parte de "Pepo", su hijo que al final no pudo ingresar.

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Gutiérrez se abrazó con todos sus compañeros, y culminaron con el saludo clásico de pos partido, con las manos unidas y el grito guerrero de "¡Peñarol!". Feliz, empezando a caer, enfrentó a la prensa: "Es una mezcla de felicidad y tristeza, di y dejé todo dentro de la cancha. Pero la felicidad es más importante ahora", contó. Las tribunas deliraban. Los periodistas no lo dejaban, entonces un sonriente Marcelo Richotti llamó a sus jugadores para armar una ronda e intentar recuperar a su compañero para que siga siendo homenajeado. Así, el ídolo recibió un micrófono para dirigirse a la multitud, que empezó a cantar "el cebadooor, el cebadooor", en alusión a lo que antes fue un intento de insulto ("cebador olímpico"), por su poca participación en los Juegos de Atenas.

"Festejamos mucho, ¿eh?. Fueron 8 años maravillosos, estoy sumamente agradecido...", empezó Leo, que quebró en un llanto que se tornó imparable. El tipo duro se venció. Era inevitable. Imposible contener tantos sentimientos en esa gran cabeza. "¡Una liga más...una liga más...!", rogó el canto de la gente. "Voy a extrañar muchísimo esto, construimos entre todos a un Peñarol cada vez más grande, primero por su gente después por los títulos ganados", agregó, y la ovación continuó. "Estoy agradecido al día que me llamó Domingo (Robles, presidente) para venir acá. Compartimos alegrías y tristezas. Elegí este lugar para vivir y ahora retirarme", cerró Gutiérrez.

A esas palabras, le continuaron más abrazos. El más especial, con un emocionado Sergio Hernández, entrenador que supo aprovecharlo para regar de gloria a Peñarol. Y siguieron los pedidos de selfies de hinchas que bajaron al campo de juego. Leo se acercó a distintos sectores. Con la gente desde lo alto abarrotada contra una baranda, recibiendo gritos como si fuera un rockstar, se sacó más fotografías y saludó sin parar. 

Así fueron los instantes finales de Leonardo Gutiérrez, que el martes cumplirá 39 años. El más ganador de la Liga Nacional. El que se va a extrañar, por liderazgo, talento, ambición. El que en Mar del Plata tuvimos el lujo de disfrutar. El que quiere ser ya entrenador, tal vez como un mecanismo defensivo que evite el duelo del jugador que ya no es más. El "10" se fue ganador y sonriente. Un epílogo que fue un espejo de su trayectoria intachable.