A los 82 años, murió el escritor Abelardo Castillo

Fue uno de los escritores más relevantes de la literatura argentina del siglo XX. Abordó todos los géneros literarios y dejó huella de su compromiso social y político en distintas publicaciones.

Abelardo Castillo, uno de los más extraordinarios cuentistas argentinos.

2 de Mayo de 2017 14:32

Por Redacción 0223

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Uno de los escritores más relevantes de la literatura argentina del siglo XX, que abordó todos los géneros literarios y dejó la huella de su compromiso social y político en revistas como El escarabajo de oro, El ornitorrinco y El grillo de papel, murió la noche del lunes a los 82 años de una infección postoperatoria en la Ciudad de Buenos Aires.

Maestro de escritores y eximio cuentista (digno sucesor de la dinastía de apellidos Arlt, Borges y Cortázar), pero también autor de novelas como "El que tiene sed" y "Crónica de un iniciado" y de obras de teatro como "Israfel", fue un autor fundamental de la segunda mitad del siglo XX, que consideraba que el escritor es ante todo "un inmoderado por naturaleza, un rebelde".

Castillo nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1935, pero a los 11 años se trasladó con su familia a la ciudad bonaerense de San Pedro, que para él fue su "lugar afectivo" y donde vivió hasta los diecisiete años. En 1952 regresó a Buenos Aires.

Castillo descubrió en San Pedro y muy tempranamente su vocación de escritor, y de hecho obtuvo reconocimientos tempranos, al obtener por ejemplo a los 24 años el primer premio del concurso de la revista "Vea y Lea", cuyos jurados fueron Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou.

La crueldad, el desafío, la competencia, la traición, la culpa típicas de la adolescencia son marcas recurrentes en sus cuentos, que comenzó a escribir en 1961 y reunió bajo los títulos "Las otras puertas", "Cuentos crueles", "Las panteras y el templo" y "El espejo que tiembla", entre otros.

En sus historias, los personajes transitan por arrabales, casas, boliches, cuarteles, las calles de la ciudad o de pequeños pueblos de provincia, donde llegan, por lo general, a situaciones límite, y muchas veces parecen concurrir a una cita para dirimir un pleito con su propio destino.

Otro tópico que aparecerá tanto en su obra de teatro "Israfel" (basada en la biografía de Edgar Allan Poe, uno de sus autores fetiche) como en el cuento "El cruce del Aqueronte", y sobre todo en la novela "El que tiene sed", será el alcoholismo, una adicción que lo aquejó muchos años de su vida y de la cual logró recuperarse.

Tan decisivas para Castillo como las obras de Jorge Luis Borges resultaron también las producciones de Poe, Marcel Schwob, Fiodor Dostoievski, Malcom Lowry, Roberto Arlt, León Tolstoi, Henry Miller y Jean Paul-Sartre.

Castillo sintió también una gran admiración por Leopoldo Marechal.

Su sólido compromiso con la realidad y la política, característico de la generación del 60, de la que fue uno de los nombres centrales, lo llevó a crear junto a otros escritores las revistas literarias El grillo de papel (1959-1960) que fue prohibida en 1960 por el gobierno de Arturo Frondizi; El Escarabajo de Oro (1961-1974), considerada por la crítica especializada como la más prestigiosa publicación literaria de la década; y El Ornitorrinco (1977-1986).

Castillo fue un amante de deportes como el boxeo, el remo, el ping pong, el ajedrez (que practicó casi como un maestro), el tenis; y de la música de los franceses Albert Roussel y Claude Debussy, aunque escuchaba igualmente jazz y rock.

También fue un atento lector de la filosofía occidental, sobre todo de la obra de autores como Sartre, Schopenhauer y Nietzsche, que lo forjaron en sus convicciones y en el desarrollo de una moral y una ética personal que era legendaria en el circulo literario: hasta sus detractores reconocían en él a un ser humano incorruptible y un intelectual comprometido con el bien común.

Entre muchísimos premios, Castillo recibió en 1986 el Premio Municipal de Literatura por "El que tiene sed", en 1993 el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra, y en 1994 el Premio Konex de Platino. En 2007 fue galardonado con el Premio Casa de las Américas de Narrativa José María Arguedas por "El espejo que tiembla".

Su obra fue traducida a 14 idiomas, entre ellos el inglés, francés, italiano, alemán, ruso y polaco.