Brotes verdes contra el Lado B de la pesca

Crecen desembarques y exportaciones pesqueras por mejores capturas de calamar y langostino, dos recursos que no dinamizan empleo en tierra ligado al pescado fresco. Recomendaciones para evitar audiencias que generen nuevos desencantos.

1 de Junio de 2017 08:23

Si de verdad a las autoridades les interesa entregar las piezas que faltan para que el motor de la industria pesquera se ponga en marcha tendrán que modificar algunas cosas que quedaron expuestas en la reunión de la semana pasada.

En principio comprender que no hay soluciones generales capaces de servirle al pescador artesanal de la banquina chica que hoy piensa más en vender el permiso que en salir a pescar, como al exportador de pescado interfoliado, agobiado por la presión tributaria y sin incentivos para vender productos con valor agregado.

Sentar en torno de una misma mesa, por más que luzca bien surtida de masitas secas y merengues con abundante dulce de leche, a representantes sindicales, armadores de flotas diversas, industriales y exportadores junto a dirigentes de cámaras empresarias cuyos patrones tienen espalda suficiente para soportar este temporal, es priorizar el mensaje contenedor.

Porque se llegó a ese cónclave presionados por las banderas negras desplegadas por la flota costera en la banquina chica y la amenaza de la cámara de frigoríficos exportadores de exponer públicamente la crisis del sector. Como la reunión con la gobernadora en el epílogo del año pasado desactivó el pescadazo, el desembarco de los Ministros buscó calmar las aguas.

Pero como la rentabilidad en la operatoria de la flota fresquera, la paciencia ya no abunda entre los muelles del puerto local. Y la reunión del Consorcio fracasó antes de comenzar. Con solo ver la amplia lista de invitados en simultáneos, solo decepción podía brotar del encuentro.

“Para comprar un kilo de carne tenés que vender 10 de corvina, el pescado no vale nada”, graficó uno de los armadores costeros que eligió quedarse sentado hasta el final. Otros se fueron antes, cuando el Ministro Sarquís les dijo que el Acuerdo Programático Tripartito “no tiene fecha” para entregar resultados.

Para la próxima del 9 de junio será indispensable que aparezca la pata que el miércoles pasado brilló por su ausencia. Representantes del Ministerio de Agroindustria, de la Subsecretaría de Pesca, el Ministerio de Hacienda, Trabajo, Producción, de la Secretaría de Comercio, ámbitos con poder de decisión para intentar modificar el esquema que hoy ahoga a una porción importante de la actividad.

La agenda de Tomás Gerpe, para variar, asomó lejos de los problemas. El Subsecretario de Pesca visitó Puerto Montt la semana pasada donde se reunió con representantes de la empresa Ventisqueros SA, un referente en la cría de salmónidos, con exportaciones por 40 mil toneladas anuales.

También urge no volver a sentar a todos juntos. A los representantes sindicales deberían agradecerles su contribución a la paz social firmada en el acuerdo programático tripartito, rodeados de bajo nivel de actividad y despidos.

Obreros del pescado y de la industria naval tuvieron una suma/porcentaje a cuenta. Pero ya en junio, ninguno terminó de redondear la paritaria 2017. Con la excusa de esperar a ver cómo termina la novela de los maestros, la patronal extiende todos los plazos. Los marineros del Simape arreglaron los viajes al langostino pero siguen sin definir la actualización del año.

“Es importante que se mantengan reuniones específicas con cada sector y no todos en un mismo momento y lugar. No todos tenemos los problemas ni la misma capacidad de respuesta económica, financiera y productiva”, pidió Cafrexport cuando todavía no se habían acallado las tensiones del Consorcio.

Por lo pronto en las últimas horas el viceministro de Trabajo bonaerense, Mariano Muñoz, mantuvo un encuentro con referentes sindicales. Después de 18 meses encargaron un relevamiento que ya tienen. La cantidad de trabajadores precarizados fue un estudio que realizó Trabajo Nación en el 2014 para determinar el grado de legalidad del sistema cooperativo. Rescataron solo a cinco: nunca dijeron cuáles eran.

Pero asoma una valla más alta que pone en riesgo cualquier posibilidad de respuesta a las necesidades más urgentes. La mirada parcial que tiene el gobierno nacional sobre la realidad del sector, atada a números favorables pero que nada tienen que ver con los problemas de rentabilidad que enfrenta la pesca fresquera marplatense.

Quien desplegó la valla fue el mismísimo Nicolás Dujovne la semana pasada. El Ministro de Hacienda divulgó una reseña en su cuenta de twitter en la que destacó el crecimiento de varios sectores productivos. “Tres trimestres consecutivos de crecimiento. Cada día un poco mejor”, escribió. La “pesca” encabezaba uno de los gráficos, con un alza del 28% en la comparación interanual.

Lo que omite el Ministro, o quizás directamente no lo sepa, es que esa comparativa de los desembarques del primer cuatrimestre se explica por el crecimiento en las descargas que evidenció el calamar y la continuidad del fenómeno langostino.

De acuerdo al Informe de Coyuntura que actualizó la Subsecretaría de Pesca la semana pasada, los desembarques al 30 de abril en todos los puertos marítimos llegaron a 249.082 toneladas, que marcan un aumento del 27,8%, el 28 que redondeó Dujovne, respecto del año pasado.

La cifra se explica por el aumento del 184,5% que tuvo el calamar en relación al primer cuatrimestre del 2016. Buena parte de esas 88.342 toneladas se desembarcaron en Mar del Plata. Pero como el illex no se reprocesa en tierra sino a bordo para exportarse en vaina, tentáculos o directamente entero, solo activa los brazos de estibadores y el movimiento de cargas desde TC2, la terminal de contenedores.

En hora buena que el calamar reanime fuerzas de empleo ligadas a la estiba y la logística exportadora. Pero no alcanza para disimular las horas muertas de marineros, fileteros y la larga cadena adherida al pescado fresco.

En las cifras oficiales el langostino también ha contribuido a la suba. Fueron casi 40 mil toneladas, más de un 41% en relación al año pasado. El marisco se pesca en aguas provinciales de Chubut y casi nada puede reprocesarse en Mar del Plata.

Ahora que se abrió la temporada de aguas nacionales y más de 40 barcos fresqueros marplatenses participan de la temporada, Chubut salió con una medida polémica: aplicó una tasa portuaria adicional. Cobra $40 por cajón que descarguen los barcos que no son de jurisdicción.

Un lastre dirigido a la pesca marplatense que obliga a sacar cuentas a los frigoríficos interesados en traer parte de ese langostino a procesar a estas costas y generar actividad en el personal de tierra.

Y los números de las exportaciones también ofician de brotes verdes para la óptica resultadista del Ministerio de Hacienda. Deberían poder discernir con facilidad que el crecimiento se origina por las mayores ventas de calamar y langostino. Un 229% más en volumen y un 250% más en divisas, entre enero y marzo pasado en relación al primer trimestre del año pasado.

El langostino sigue batiendo récords. El aumento en las capturas representó también ventas al exterior. Fueron un 37% más en volumen y un 47% en divisas, a partir de una mejora del 7,5% en el precio promedio.

De la merluza hubbsi, que se descarga mayoritariamente en Mar del Plata, los números son otros. Se vendió un 25,9% menos en volumen y un 13,5% en recaudación durante el primer trimestre, gracias a un aumento del precio del 17%.

Si no se observa el tablero de la industria pesquera en su totalidad, las piezas que brillan pero también las opacas, si se elige mirar los números positivos y segmentados, si se evita mirar bajo la alfombra y descubrir que la pesca tiene un lado B, con plantas que cerraron, otras que caminan al borde del abismo, subocupación y desempleo, no se tendrá dimensión de la gravedad de la crisis.

En definitiva, si no se ataca la falta de rentabilidad del sector fresquero, si no se piensa en alternativas a la ayuda financiera -muchos de los que hace seis meses podían calificar para un crédito, hoy ya no pueden-, convocar de apuro y poner la cara cada tanto, no alcanza para sujetar el estallido.