Un descenso con errores que deberían ser aprendizaje

Aldosivi perdió la categoría por una suma de errores compartidos. Luego de un ascenso histórico, se dejó estar tras una primera gran temporada, y deberá replantearse muchos aspectos para mejorar y volver a la elite. Repaso de sus dos años y medio en la elite.

Foto: Diego Berrutti.

27 de Junio de 2017 00:45

Aldosivi no descendió ante Olimpo, ni por perder ante Boca o River. Aldosivi empezó a descender hace mucho tiempo atrás. Desde el momento que se conformó y no redobló la apuesta. Empezó a descender cuando no comprendió la dimensión de jugar en primera división. Cuando pensó que había llegado y que no bajaría nunca más. Estar en la elite del convulsionado fútbol argentino no es fácil. Y dirigentes, jugadores y cuerpos técnicos cometieron errores que hoy se lamentan, pero que con inteligencia deberían convertirse -tras procesar el duelo y analizar lo vivido-, en aprendizaje.

Son varias las aristas por donde se puede analizar y criticar este presente del "Tiburón". No se trata de hacer leña del árbol caído ni mucho menos. Pero, sin dudas, ha habido una sumatoria de equivocaciones que derivaron en la actualidad. La gran pregunta, el temor inmediato, es ¿qué efecto causará este descenso en Aldosivi?. Y hay dos salidas: crisis o fortalecimiento. Golpe o efecto.

Los 40 puntos obtenidos con Fernando Quiroz en el primer torneo tras el ascenso, debieron haber sido la plataforma ideal para diagramar una permanencia continuada del club en la "A". Aquellos goles inesperados en la previa de José Sand y Roger Martínez con goleada en "La Bombonera" incluída que casi lo clasifican a la pre-Copa Sudamericana, jamás fueron bien reemplazados en el plantel. 

Se fueron "caudillos" como Matías Lequi y Alejandro Capurro. Se sumaron Cristian Llama y Sebastián Penco como figuras, más Neri Bandiera tras un buen torneo en la B Nacional, y terminó de explotar Santiago Rosales aunque tuvo un final turbulento. Pero también vinieron Raúl Poclaba (siempre lesionado, jugó un puñado de minutos), un tal Matías Rosso, un Juan Dinenno sin gol ni buen pasado reciente y un Ramiro Arias sin lugar ni rodaje en San Lorenzo. Ya el segundo torneo, que fue corto y a 16 fechas, fue de regular a malo: 21° puesto de 30, con una pésima producción como visitante: 2 de 16 puntos.

Fernando Quiroz siguió al frente del equipo. A jugadores que no habían rendido, se les siguió dando oportunidades. Se fue un emblema como Hernán Lamberti, se desarmó la buena zaga que Guillermo Ortiz (volvió a Newell´s) había conformado con Galván, y la "joya" del club, Santiago Rosales, pasó a Racing tras un largo conflicto donde a la dirigencia, le faltó pulso para no exponer tanto al chico. Contrataron al uruguayo Roberto Brum, el delantero Antonio Medina -de irregular paso por Gimnasia-, Alan Alegre en defensa, Joel Acosta como atacante más conocido por un paso fugaz por Boca que por su presente, y un delantero que casi no jugó por su exceso de peso: Claudio Correa, paraguayo sin pergaminos. "Teté" Quiroz, con el anterior torneo como antecedente, fue despedido tras 8 fechas (un triunfo, tres empates, cuatro derrotas). Un modo que tampoco fue el ideal para un tipo tan querido, aunque también el entrenador-ídolo se aferró por demás al puesto cuando ya había un notorio desgaste con el plantel.

Mientras los hinchas despedían a Quiroz con un "banderazo" en la sede del club, asumía Darío Franco en su segundo. De un DT equilibrado, a otro casi opuesto, osado. Un entrenador con ideas interesantes -y que funcionó en la B Nacional-, pero que apostó a un fútbol al cual este plantel no estaba capacitado para brindar. El cordobés buscó un equipo vertiginoso, en una plantilla con 7 jugadores por encima de los 30 años. Dejó en claro, como con Ángel Vildozo en anterior ciclo, que Sebastián Penco -de los mejores pagos- no era su "9". Recién al sexto partido, el último del año, Aldosivi ganó en Junín: cortó una racha de 8 fechas adversas, y más de un año sin triunfos como visitante.

En el verano pasado, Franco pidió por Federico Vismara, Ezequiel Videla, u otro mediocampista de juego. Llegó sobre la hora Sebastián Navarro, de anterior paso por el club. La dirigencia no utilizó la otra ficha disponible para mejorar al plantel.  Los triunfos amistosos ante Boca y River en el verano, brindaban otro panorama. Pero el reinicio demorado del torneo pareció perjudicar al plantel. Siete puntos de nueve sin jugar bien, viraron en una racha de seis derrotas en fila. Chau Franco, hola Perazzo. 

¿Y los jugadores? Grandísimos responsables. Muchos, se refugiaron en sus trayectorias. Otros, pusieron el "yo" por encima del "todos". Y otros dejaron la vida para estar pese a los inconvenientes físicos.  Pero sus ciclos se notaban agotados en el club. Aldosivi terminó éste torneo con dos de sus jugadores "franquicia", Cristian Llama y Sebastián Penco, prácticamente desafectados. Un plantel al que le faltó frescura, recambio. 

¿Y el entorno? Tampoco fue el ideal en las adversidades. Cada derrota que tuvo el equipo, fue un cúmulo de malas sensaciones. Todavía se recuerda el episodio gravísimo el día que fue despedido Quiroz, con los barras circulando libremente por el predio y amenazando a los jugadores, con agresión incluída a Gastón Díaz. Pero lo que pasó aquí, está dentro de un contexto social lamentable de violencia en el fútbol. Aunque no por tristemente "común", está bien ni mucho menos.

Está claro, se fallaron en algunas contrataciones y en la conformación, puesto por puesto del plantel. Es cierto que Aldosivi perdió económicamente ante el poderío de otras instituciones en el "mano a mano" por un jugador. Que los representantes son "buitres" que se aprovechan y piden de más a un novato club marplatense en primera. Pero ha faltado ingenio para, con poco presupuesto, elegir mejor. Buscar potenciales figuras, observar otras ligas. Tampoco las aparentes buenas relaciones con Marcelo Tinelli -San Lorenzo- o el presidente de Racing Víctor Blanco -a quien Aldosivi le hizo ganar millones al valorizar a Roger Martínez- sirvieron para que el equipo sumara algún buen jugador a préstamo.

Aldosivi terminó el torneo acudiendo a un Nicolás Miracco que, con todo respeto, tuvo mil oportunidades en el club. Era el último suplente del ataque. Y culminó con un "pibe" que es un buen proyecto como Jonatan Benedetti. Y con más defensores que atacantes en el banco para el partido donde sólo tenía que ganar, hacer goles.

Aldosivi no tiene dirigentes que sepan de fútbol, ni se han sabido rodear de entendidos en la materia. El personalismo para tomar decisiones en mesas chicas no parece ser la mejor forma de conducir a un club, que ha avanzado en este tiempo también por esta dirigencia. Al margen de la polémica por la reserva del puerto, el predio que se sigue construyendo se encamina a ser modelo, si ya no lo es.

Otro punto que vale mencionar es el divorcio que existe entre Aldosivi y gran parte de Mar del Plata. Históricamente, la gente del puerto sintió que "su" barrio era un pueblo aparte del "centro". Y esa toma de distancia, que genera orgullo de pertenencia, también genera distancia. Aquel slogan instalado tras el ascenso de "que la cuenten como quieran" y que repiten sus hinchas, muestra un revanchismo que no queda en claro hacia quién va, que restó más que sumar. Desde que llegó a primera, la sensación que generó la institución fue: "je, ¿ahora que llegamos acá nos quieren venir a ver?". Y no hubo invitación alguna hacia la ciudad, una apertura de recepción de nuevos hinchas. Las campañas para socios no fueron efectivas ni claras. Hoy, Aldosivi apenas alcanza los 2.000 asociados. Es muy poco.

Esa actitud que este periodista observó, se suma a lo conocido: Mar del Plata es ciudad futbolera de los "grandes", no de sus equipos. Y con identidad heterogénea, no propia. Y una localía débil, ya que el estadio José María Minella es un lujo para los rivales, y una estancia para los nuestros.

Aldosivi descendió. Pasaron 2 años y medio en primera donde pudo "conocer el paño". Acertó y se equivocó. Disfrutó y sufrió. Anotó partidos históricos para su vida deportiva. Y terminó lamentando una caída vertiginosa que no pudo detener. Tiene un puñado inmenso de fanáticos, una identidad, un predio con divisiones inferiores activas.

Aprendiendo de la derrota. Así se han construído los mejores proyectos. Ojalá este retroceso sea un punto de partida para un retorno más fortalecido del "Tiburón" a primera.