Las dudas que sobrevuelan al Repunte

Interrogantes después del naufragio marcan la responsabilidad de la Subsecretaria de Pesca, la Prefectura, antes y después del hundimiento, y negligencia a bordo para superar la emergencia.

Buzos de Prefectura intentan ubicar al buque hundido. Sobran cuestionamientos a la fuerza.

29 de Junio de 2017 08:08

A 12 días de la tragedia que costó la vida a 10 tripulantes, sus familiares no dejan de marchar, denuncian un Estado Ausente, piden que se prosiga la búsqueda y asistencia psicológica.

En los muelles, la sensibilidad tras el naufragio hace brotar cierta conciencia y los marineros posponen la necesidad de trabajar a su garantía de seguridad a bordo. Todavía falta mucho: los armadores desembarcan a la tripulación que hace públicas las falencias.

Mientras Prefectura intenta localizar al Repunte en el fondo del mar, en superficie sobrevuelan algunos interrogantes.

¿Por qué el buque no perdió el permiso de pesca?

Fue una decisión política mantener el permiso del Repunte. En su artículo 28, la Ley Federal de Pesca 24922 establece las condiciones de los permisos de pesca otorgados a los buques. Señala que aquellos barcos que hubiesen permanecido sin operar comercialmente durante ciento ochenta (180) días consecutivos sin ningún justificativo, de acuerdo con lo que establezca el Consejo Federal Pesquero, caducarán automáticamente.

El Repunte estuvo 3 años sin salir a pescar y sin embargo la empresa Ostramar presentó documentación que refería a trabajos de reparación que “justificaban” la inactividad. El punto es que nadie controló –ni controla- la calidad de esos trabajos y si la documentación que presenta el armador no es apócrifa.

En recientes y desafortunadas declaraciones de Tomas Gerpe, a Revista Puerto, el subsecretario de Pesca, reconoció que había acordado con los dirigentes del Simape y los propios marineros de los barcos de Luis Caputo, que ellos controlasen la puesta en valor del “Wiron” y el “Don Luciano”.

Deberían estar los nombres de los talleres navales y profesionales que realizaron y controlaron las tareas. Y las firmas de los técnicos de Prefectura que luego aprobaron las certificaciones ordinarias y extraordinarias. Una punta en la recorrida de la cadena de responsables.

Para variar el armador no cumplió con su palabra. Ambos barcos todavía siguen inactivos en muelle, como el “San Antonino”, cuya inactividad se justificó en el Consejo Federal Pesquero en marzo pasado. El Repunte debería haber perdido el permiso de pesca, como lo perdió el Mellino II. Como deben perderlo los otros y entregarlo a un armador dispuesto a invertir y sacarlos a pescar.

¿Por qué Prefectura intentó demostrar que el buque estaba en condiciones?

Horas después del naufragio la fuerza encargada de inspeccionar, controlar y certificar las condiciones de navegabilidad del buque se esmeró en demostrar que el Repunte tenía todos los certificados vigentes y estaba en regla.

Pero la realidad contradice los intentos del Prefecto Campanini por demostrar que era un buque sin problemas. Las 7 mareas que dijo el Jefe de la Prefectura que había hecho el buque en el año, hasta que viajó al sur, no fueron tales. El barco tampoco bajó de dique seco en diciembre del 2016, como dijo muy seguro, sino que fue en el 2014.

El viernes pasado, cuando los marineros de Caputo se reunieron en la sede del Simape para repudiar los dichos de Gerpe, contaron una infidencia. Al Repunte le adaptaron los tangones que años atrás había utilizado el “Don Luciano”, un barco varios metros más grande. “Las pruebas de estabilidad se aprobaban lejos del agua”, aseguraron.

“Campanini le miente a los familiares. Yo estaba en una reunión donde les dijo que el barco había navegado de Mar del Plata a zona de pesca, y de la zona de pesca a Mar del Plata. Le pedí que no mienta más. Nosotros tuvimos que entrar a Madryn en enero, tirados por el Desafío, por una rotura y el ingreso de agua en la proa”, relató Alejandro Molina, ex marinero del Repunte.

¿Qué provocó el naufragio?

El último lance de pesca del Repunte se subió a cubierta a las 5 de la tarde del viernes. Hasta que encajonaron el último langostino en bodega, ataron las redes, sujetaron los tangones y despejaron la cubierta, la cena fue un trámite rápido para terminar lo antes posible.

El testimonio de los sobrevivientes permite conocer más detalles de los momentos previos a que se desate la emergencia. “Ya veníamos escorados, con agua en bodega”, confió Julio Guaymas en rueda de amigos íntimos. El marinero todavía sigue en estado de shock cuenta su familia.

El ingreso de agua en bodega confirma las sospechas de los familiares. La Hermana del Capitán denunció que el buque tenía un parche en la banda de babor de un metro por un metro. Pero el agua también podría haber ingresado por una válvula trabada o por la tapa de la bodega. Por el motivo que fuera, el caudal de agua superó las bombas de achique y ya no hubo retorno

Hay un dato suelto. Algo cambió abruptamente. Los sobrevivientes contaron que estaban durmiendo cuando el buque entró en emergencia. Saltaron a la balsa en remera y calzoncillo. Ni siquiera pudieron activar el EPIRB (radio baliza) que encontraron los familiares en uno de los rastrillajes en la costa. La activaron y funcionó.

Pero mientras Prefectura sea la encargada de controlar el funcionamiento de los barcos y también de investigar las causas de los naufragios, mientras sea juez y parte, nada bueno puede emerger de esta tragedia.

¿Por qué nadie pudo subir a la balsa?

El capitán antes de abandonar el Repunte avisó que la tripulación estaba saltando a la balsa. De ahí que las primeras versiones que llegaron a tierra tras el hundimiento lo hicieron con la esperanza del salvataje.

La balsa tenía capacidad para 20 personas. Se abrió pero se cree que se enredó y pinchó con los cables de acero del brazo del tangón que estaba en el agua. También estaba el portón, una placa de acero de más de 10m2 que podría haber ocasionado una pinchadura y dificultado el acceso a la balsa.

En cualquier “zafarrancho” de abandono, ejercicio de emergencia que se enseña en la Escuela de Pesca y la Prefectura lo debería exigir antes que zarpen todos los barcos, cosa que nunca ocurre, hay roles y movimientos predeterinados que deben cumplirse. Nada de eso parece haber ocurrido y la maniobra fue caótica.

Por los dichos de Trillo, a bordo del María Liliana, él fue el último en saltar del barco. Los marineros rescatados siquiera tenían el chaleco salvavidas puesto de la manera correcta. La balsa fue divisada por el congelador de Moscuzza. Un tripulante del pesquero confesó que cuando intentaron recuperarla se quedaron con una de las manijas en la mano.

Por qué Prefectura demoró tanto en llegar a la zona del naufragio

Ahora Prefectura busca a los 7 tripulantes desaparecidos con cinco guardacostas, el buque de salvamento Tango con capacidad para identificar e inspeccionar al pesquero en el fondo del mar. Además, participan del operativo un avión, un helicóptero, botes semirrígidos, buzos y patrullas terrestres de la institución.

Pero tras el aviso del naufragio el avión llegó sobre la una del mediodía, tres horas y media después. El avión salió de Comodoro, a 80 km de la zona del hundimiento, casi en simultáneo con el “María Liliana”, que navegó 13 millas en medio del temporal para auxiliar a los tripulantes.

“Habrían podido llegar en 20 minutos, media hora”, contó un tripulante del María Liliana. “Hubiesen podido rescatar a más tripulantes con vida o recuperar los cuerpos de los fallecidos”, lamentó.

Prefectura no solo llegó tarde. Cuando a las 6 de la tarde desafectó del operativo rescate al pesquero de Moscuzza, todavía no había llegado ningún guardacostas. Y el helicóptero que rescató a Guaymas no regresó más a la zona del naufragio hasta el día siguiente.