Un viaje a los confines de la tierra

El lago Escondido. Detrás, el lago Fagnano.
La ciudad ofrece múltiples actividades para toda la familia.
Una colonia de cormoranes y lobos marinos, en las aguas del Canal Beagle.
El lago Fagnano es de origen glaciario y tiene una extensión de 110 kilómetros.
Algunos centros invernales cuentan con criaderos de perros alaskanos y siberianos, utilizados para los trineos.
Las caminatas en raquetas de nieve por los bosques nevados
No tener con quién dejar al bebé, no es excusa para no ir a esquiar.
El monte Olivia y el cerro Cinco Hermanos, el escenario elegido para las últimas escenas del film "El renacido".
10 de Julio de 2017 10:28

En el paralelo 54º latitud sur, al pie de la Cordillera de los Andes, protegida por el bosque subantártico fueguino y bañada por las aguas del Canal Beagle, emerge Ushuaia, la ciudad más austral del planeta. Con apenas 20 kilómetros de frente costero, puerto y aeropuerto internacional y las pistas de esquí más importantes de Sudamérica, esta localidad, capital de la provincia de Tierra del Fuego, es uno de los destinos más buscados por turistas de todo el mundo.

Un viaje a Ushuaia se disfruta desde el primer instante: apenas se desciende del avión, la vista queda impactada ante las cumbres nevadas que abrazan la ciudad. El antiguo puerto y la estación marítima actual, con sus embarcaciones amarradas, serán las primeras postales que encontrará el visitante. Pero eso sólo será el comienzo. Sobre la ruta nacional 3, hacia el norte, en el horizonte se descubre el Monte Olivia y un río que lleva el mismo nombre, el cerro Cinco Hermanos y la turbera del Valle Carbajal. En este lugar, Leonardo Di Caprio filmó en 2015 las últimas escenas de “El Renacido”, película que dirigió el mexicano Alejandro González Iñárritu.

Al transitar el Paso Garibaldi, un camino que que atraviesa los Andes fueguinos a casi 500 metros sobre el nivel del mar, se obtiene otra imagen inolvidable, siempre y cuando las nubes mantengan su altura: la de los lagos Escondido y Khami o Fagnano.

 

El Paso Garibaldi, a casi 500 metros sobre el nivel del mar. Foto: Luciana Acosta 

 

Al otro extremo, sobre el final de la ruta 3, aparece el Parque Nacional Tierra del Fuego, una extensión de 68 hectáreas de bosque, de las cuales sólo dos tienen un destino recreativo. El resto es área preservada y sólo acceden guardaparques que la sobrevuelan en helicóptero una vez al mes para no intervenir el ecosistema habitado por guanacos, zorros, conejos y castores.

En la profundidad de esos bosques, de las ramas de los árboles de lenga, guindos y ñires caen unos hilos verdosos: son líquenes, también llamados barbas de viejo, que surgen de la asociación de un hongo y una alga, y que para vivir necesitan agua y una concentración de oxígeno superior al 80%. Su presencia es un indicador de los bajísimos niveles de contaminación del aire.

El Lago Roca o Azigami y la bahía Lapataia, dentro del Parque Nacional, son lugares que quedarán grabados en la retina del viajero para siempre. Aquí, una vez más, se conjuga el paisaje montañoso con la frondosidad de la vegetación y los espejos de aguas transparentes. El famoso cartel ubicado a metros de Lapataia (bahía de la buena madera en lengua yagán) indica que definitivamente nos encontramos en el fin del mundo.

Navegar el Canal Beagle, en medio de los islotes donde viven colonias de cormoranes y lobos marinos, es una de las experiencias más conmovedoras que se pueden vivir en estas latitudes. A medida que la embarcación se aleja del puerto fueguino se observa con mayor claridad cómo la ciudad trepa en las paredes de las montañas. El recorrido termina al llegar al faro Les Éclaireurs, una torre de 11 metros, pintada con franjas rojas y blancas, que irrumpe entre las aguas calmas del Beagle. Se recomienda disfrutar del recorrido desde el exterior del catamarán para abarcar lo máximo posible la belleza de los paisajes australes y de su fauna marina. Sólo será necesario contar con un buen abrigo (gorro, campera y bufanda) y entregarse a disfrutar del momento.

 

 

Sobre los inicios de la ciudad

Hasta la llegada de las primeras exploraciones españolas, los únicos pobladores de estas tierras australes eran los yámanas o yaganes, una etnia que andaba a orillas del Canal Beagle. Existen registros arqueológicos que dan cuenta de su presencia desde hace unos 8 mil años. Luego, el asentamiento de la misión anglicana, en 1869, constituyó el primer eslabón sedentario en el lugar. A partir de 1884, tras el asentamiento de Prefectura Naval Argentina, comenzó a conformarse la ciudad tal como se la conoce en la actualidad.

Con el propósito de poblar el territorio se impulsó la creación del presidio, un centro de detención para reincidentes que funcionó durante más de medio siglo. Desde entonces, las estrategias para atraer a pobladores fueron de lo más diversas. En 1972 se sancionó una ley que eximía del pago de impuestos de todos los productos que se producían y consumían en la provincia, lo cual propició la instalación de industrias, sobre todo, de electrónica y electrodomésticos. Interesados por la posibilidad de obtener un empleo y mejores salarios -los sueldos contemplan una suma extra en concepto de zona desfavorable-, miles de personas arribaron a suelo fueguino. El crecimiento poblacional tuvo su pico a partir de la década del '70: se estima que hacia 1980 residían en Ushuaia 8 mil personas, cifra que en la actualidad supera las 75 mil.

El principal motor de la economía local es el empleo público: se calcula que casi la mitad de la población trabaja en las diferentes áreas del gobierno, es docente o personal de Aduana, Armada o Prefectura. Las fábricas de electrónica y textiles, el puerto, el turismo, la industria maderera (se comercializa lenga a nivel local y a otros puntos del país) y la cría de ganado ovino (la carne y lana de oveja se exporta en tu totalidad) son otras actividades productivas de la zona.

 

Entre 2012 y 2014, Filipe Masetti Leite, “el Caballero de las Américas”, cabalgó los 16 mil kilómetros de distancia que separan Canadá y Brasil. Días atrás llegó a Ushuaia. Foto: Luciana Acosta

 

Casas de chapa y madera en las laderas del Martial

Ante la multiplicación de los residentes, la ciudad de Ushuaia creció de forma desordenada: adaptándose al relieve ondulado producto de la erosión glaciaria, los nuevos habitantes se instalaron donde pudieron. Las laderas de la sierra del glaciar Martial, el sector de valle o las orillas del Canal Beagle se fueron urbanizando a lo largo de las últimas dos décadas.

La clásica construcción fueguina es de chapa y madera. Esto tiene sus inicios hacia el 1900, cuando a estas latitudes sólo arribaba un barco una vez al año que apenas transportaba algunas chapas apiladas. Sin otros recursos a mano, los primeros pobladores comenzaron a utilizar madera de lenga para levantar sus viviendas y refugios. Este tipo de construcción no sólo se mantiene, sino que además es considerada la más adecuada para la zona porque permite mantener las temperaturas en las estructuras -principalmente en invierno, cuando las térmicas se ubican varios grados bajo cero- y tiene buenos resultados ante los movimientos sísmicos, habituales en este punto de la isla grande de Tierra del Fuego.

 

 

Esquí, paseos en trineo y motos de nieve: actividades para todos los gustos

Durante el invierno en Ushuaia hay múltiples actividades y excursiones que no se pueden dejar de hacer. Los centros invernales Tierra Mayor, Las Cotorras y Cerro Castor son algunas alternativas para la práctica de esquí de fondo o nórdico y de travesía, caminatas con raquetas de nieve por el bosque y recorridos en motos de nieve.

Los paseos por los bosques nevados a bordo de trineos tirados por perros alaskanos y siberianos -una forma de transporte ancestral que se utilizaba en el hemisferio norte a la hora de recorrer grandes extensiones-, constituyen otro atractivo para toda la familia. En Tierra Mayor, la actividad comienza con una caminata con raquetas de nieve a través de los senderos de los leñadores y concluye en el interior del bosque fueguino. Desde allí, los perros que tiran los trineos se ocuparán del regreso.

Los más chiquitos –y algunos adultos, también- prefieren los juegos con trineos plásticos que deslizan fácilmente sobre la nieve.

El Cerro Castor, ubicado sobre la ruta 3, a 26 kilómetros de la ciudad, es considerado el segundo centro de esquí más importante de Sudamérica. Aquí se puede practicar esquí de fondo y alpino y snowboard en una extensión de más de dos kilómetros. Su temporada comienza en junio y termina el 1 de octubre.

Una particularidad de este lugar de características similares a la de centros de esquí europeos es que, para garantizar la calidad y cantidad de la nieve en las 34 pistas, cuenta con 23 cañones que generan nieve al procesar agua a una temperatura que ronda los 2 ó 3 ºC bajo cero. Posee además un sector exclusivo para principiantes, escuela de esquí, guardería para bebés a partir de tres meses de vida, una pista natural de patinaje sobre hielo, restaurante en el que se sirve el exquisito cordero fueguino y aerosillas que trasladan a los esquiadores a las pistas ubicadas en los distintos niveles.

Para acceder a los centros invernales se pueden contratar transfers o buses que salen desde el centro de Ushuaia y cuestan aproximadamente 400 pesos por persona (ida y vuelta). El pase diario de esquí tiene un valor promedio de 1300 pesos e incluye todos los medios de elevación en el Cerro Castor y habilitan la práctica de esquí o snowboard durante todo el día. Estos pases son individuales y se pueden adquirir por día o aprovechar promociones por más cantidad de tiempo. El alquiler del equipo (tablas, botas, pantalón de esquí, campera, casco y bastones) tiene un costo similar.

 

En centro invernal Tierra Mayor, a pleno.

 

Circuito de cerveza artesanal y un bar de la Antártida

Si bien la movida nocturna no es fuerte en Ushuaia, existe un circuito de bares irlandeses en los que se puede degustar cerveza artesanal tirada (Beagle y Garibaldi, por ejemplo, se elaboran en la zona) y pasar un buen rato entre amigos o en familia. Dublin, Irish, Viagro y Birra, son algunas pub’s que hay que visitar.

Otro imperdible es el Ice Bar Ushuaia, un espacio que recrea las condiciones de la Antártida, un plan ideal para los curiosos: allí, en una temperatura ambiente que promedia los 14º C bajo cero, se sirve una gran variedad de tragos y cocktails. Una muestra fotográfica y multimedia del continente blanco completa la salida.