“Los profesores tienen que recuperar la idea de que van por algo y así entusiasmar a los pibes”

Iaies habló sobre la realidad educativa actual en la Argentina. 

22 de Julio de 2017 20:28

Cada idea vinculada a la educación que dirá a lo largo de la entrevista, Gustavo Iaies la complementa con una anécdota de su extensa trayectoria como docente. El referente en temas educativos de 1País charló con 0223 acerca de la realidad actual y señaló que el sistema “esta muy caído”.

El docente remarcó que lo primero que se debe dejar en claro es que los chicos tienen que ir a la escuela para aprender. Y remarcó que esa idea debe fortalecerse incluso entre los propios docentes. “Los profesores están vencidos y esos profesores vencidos son un modelo desastroso para los jóvenes. Necesitamos que recuperen la idea de que van por algo y ahí van a poder entusiasmar a los jóvenes”, indicó.

A su vez, remarcó que muchos chicos no tienen bien en claro a qué van a la escuela, pero cuando se les pregunta todos ellos quieren terminar sus estudios, ir a la universidad o trabajar. “Ninguno quiere tirar todo por el demonio”, resumió Iaies.

-¿Cuál es la realidad de la Argentina en materia educativa?

La Argentina viene mal en términos educativos. En los últimos 15 años nos hemos caído mucho en las evaluaciones internacionales. La prueba Pisa se aplica a chicos de 15 años: en 2001 éramos primeros en América Latina y hoy somos sextos.

El sistema está muy caído, no tiene línea ni un eje de mejora. Los directores, los docentes no tienen mucha idea de para dónde esto se saca adelante; perdemos muchos pibes en la secundaria, prácticamente la mitad, y los que terminan no terminan de saber lo que se necesita.

-¿Cómo se cambia ese panorama?

-Está claro que esto no se piensa de arriba para abajo. Vos no volvés a pensar lo que pasa en las escuelas, todo desde el Ministerio Nacional. Vos en Mar del Plata, que tiene una tradición de escuelas municipales, no vas a decir del ministerio nacional Hacé A, hacé B, hacé C, como era hace 40 años.

Mi sensación es que arriba podés plantear algunos ejes comunes, que es lo que en todas las escuelas tiene que pasar, porque eso es lo que explica que sean parte de un sistema, pero abajo le tenés que dar margen a cada escuela para que piense un proyecto, qué es lo que va a hacer.

-¿Qué es lo común?

-Básicamente lengua. Los pibes tienen que poder leer, escribir y escribir con intención. Hoy en la Argentina a los pibes les cuesta mucho escribir un texto para algo. Redactan, pero si uno le pide un texto argumentativo sobre ventajas y desventajas de que los chicos vayan con celulares a la escuela: Hay celulares más grandes, más chicos, antes había menos, ahora hay más, pero nadie te puede decir Es mejor por esto, tiene estos problemas.

Matemática tiene un núcleo duro. Hay algunos valores que son núcleos duros: vos recorrés el país y en las escuelas más pobres los pibes miran al piso cuando te hablan. Y eso hay que reconstruirlo, tienen que recuperar autoestima para poder hablarte a la cara. Una lengua extranjera, alguna materia social y otra natural. Si en Estados Unidos un pibe cursa siete materias en la secundaria no puede ser que acá curse 16.

Lo que necesitamos es recuperar la idea de proyecto propio, que cada escuela tiene metas y cada equipo sabe cómo está y qué debe mejorar. Compararlos entre ellos no tiene sentido: no podés comprar una escuela del centro de Mar del Plata con una de Florencio Varela. Cada una tiene que tener sus metas y sus objetivos de mejora.

-¿Eso no puede generar que haya escuelas públicas clase A y escuelas públicas clase B?

-Las hay. En la prueba Pisa somos el país con la mayor inequidad de la muestra, de los 70 somos el país más desigual. Necesitamos que todos empiecen a mejorar. Después vemos a dónde apretamos más y dónde menos, pero que todo el mundo empiece a subir. Y necesitamos que se instale la idea de que los pibes tienen que aprender.

-¿Eso no está claro?

-En la Provincia de Buenos Aires, trabajando con directores, te dicen: ¿El objetivo cuál es? ¿Es enseñar, es contener es integrar? Lo que hay que tener claro es que la escuela tiene que enseñar, que les tiene que dar algunas certezas a los pibes. Los pibes luchan porque les digamos si es blanco o es negro y nosotros le decimos A vos qué te parece.

En la prueba Pisa nuestras aulas dan las más desordenadas del mundo. Y en un aula desordenada un pibe que tiene dificultades tiene muchas más. Vos mirás un aula de secundaria de la Argentina hoy y en las dos filas de atrás tenés los pibes que van a dejar la escuela. A los de las tres de adelante la maestra le dice Trabajaste, hiciste…  A los de atrás no les pregunta nada, los dejó caer. Hay un acuerdo tácito de Yo no te jodo a vos, y vos no me jodés a mí. Ese acuerdo tácito es terrible. Tenemos que convencerlo de que tiene que estar en la escuela y al papá también. Y que tiene que aprender.

Lo que tenemos que reconstruir es esta idea de responsabilidades arriba, responsabilidades abajo. Y en las de abajo, la escuela tiene que dialogar con la comisaría, tiene que dialogar con el hospital, y darle un entorno a los pibes que los contenga y les enseñe. Los padres tienen que demandar eso. Los padres no estamos pidiendo mejor escuela para los pibes.

 

-¿Hoy la escuela es para enseñar o para que los chicos vayan a comer?

-Todavía hay un sentido que es que algo tienen que aprender sí o sí, por eso se caen la mitad de los pibes. El gobierno anterior intentó mucho el trabajo de asistente social y este gobierno todavía no ha podido construir un nuevo proyecto educativo. En la Provincia de Buenos Aires, las escuelas con comedor, lo tienen dentro del horario escolar. Los pibes de sectores más jodidos no tienen cuatro horas de clase, tienen menos porque tienen comedor. No podemos permitir eso, porque levantar su nivel educativo va a costar muchísimo.

-¿Y se los subestima a los chicos?

-El contexto es una gran explicación. Esta idea de que el contexto, la mamá, el papá… Yo le diría que porque la mamá eso y el papá eso, vos tenés que exigirle mucho más. No podemos dejar a los pibes caer, que el mundo adulto tiene que hacer de adulto. Tenemos que reformular la escuela secundaria y también una primaria, con sectores con mucha más capacidad de contener y escuchar.

-¿Y hay voluntad política?

-Tengo la sensación de que hay más voluntad que un saber cómo se hace. Hay que recuperar mucho más saber técnico, de cómo se reconstruye una escuela que contenga y retenga. Hay que darles mucho más poder a los directores y a los profesores. Hay que exigirles mucho más: los profesores están vencidos y esos profesores vencidos son un modelo desastroso para los jóvenes. Necesitamos que recuperen la idea de que van por algo y ahí van a poder entusiasmar a los jóvenes. Hoy los pibes no saben muy bien para qué están ahí. Pero cuando mirás las encuestas los pibes quieren llegar al final, quieren ir a la universidad, quieren trabajar, no quieren tirar todo por el demonio. Lo que piden es una generación de adultos que haga de adultos. Que se ocupen, exijan y contengan. Y eso cuesta mucho: los papás quieren hacer de amigos, los profesores quieren hacer de compinches, pero nadie quiere hacer lo que tiene que hacer. Somos una generación a la que le cuesta mucho hacer lo que hay que hacer.

-¿Cuándo pasó eso?

-Esto empezó a pasar en los '80, cuando nos peleamos con la dictadura, pero éramos la generación de The Wall. Los adultos venían a pedir una escuela totalmente distinta a la que habían tenido. Yo era director de escuela por aquellos años y discutíamos en mi equipo: ¿Le corrijo la ortografía? ¿Le corrijo la caligrafía? Y le terminábamos pidiendo que vengan al escritorio a leernos lo que escribían porque no se entendía nada. Ese fue un momento muy de quiebre, en el que todos queríamos tener más derechos y libertades.

En aquel momento decidí reinstalar el cuadro de honor en la escuela que dirigía. Primer mes fue más o menos bien. Segundo mes la maestra de cuarto quiere poner a Lorena. Yo le dije, ¿Por qué a Lorena? Estamos todos laburando con ella, con los padres, con la maestra particular. Me dice: Porque me parece que es muy solidaria. Otro quería mandarlo a Felipe porque le parecía que era un mensaje para que Felipe le pusiera más voluntad. Nos cuesta mucho decirles a los pibes que es mejor estudiar que no estudiar, que es mejor hacer el esfuerzo que no hacerlo. A los cinco meses sacamos el cuadro de honor.

Lo que me di cuenta es que no podíamos decirles a los pibes claramente qué era un buen alumno. Si era uno solidario, si era un buen compañero, si era uno que hacía los esfuerzos. A nosotros nos pasa algo con el mérito, la idea del esfuerzo y los resultados. Nos cuesta mucho decirle a los pibes que es mejor estudiar que no estudiar.

-Ese ejemplo me dispara a la polémica por los exámenes a los docentes que propuso el gobierno provincial. ¿Está de acuerdo?

-Yo no soy un enamorado de las evaluaciones docentes. En general creo que hay que evaluarlos por los resultados con los chicos. No está mal evaluar a un docente si lo tomás como un insumo de mejora, si lo tomás como un mecanismo de control creo que no sirve. Nuestra agenda hoy es jugar del lado de los docentes y directores; darles poder para que se animen.

-Pareciera que el gobierno aplica una estrategia contraria.

-Creo que el gobierno no tiene estrategia. Me parece que la estrategia debe ser: necesitamos que la escuela tenga un proyecto, que vos seas protagonista y yo te voy a bancar en ese proyecto. Lo que dicen los directores es Los padres no nos dan bola, nos vienen a putear, a pegar. Eso no puede seguir pasando.

Los pibes tienen que entender que los profesores tienen un rol, que son importantes y la sociedad les tiene que valorar este rol. Cuando uno habla de los maestros de la generación dorada, no eran maestros que estudiaban mucho. La maestra Carmelita era una señora que repetía la carpeta todos los años, pero tenía un valor social enorme. En algún lugar necesitamos medir eso.

-Mencionó el trabajo de la gestión anterior con asistentes sociales. También se instruyó la educación secundaria obligatoria, amplió la educación inicial. ¿En qué se equivocó?

-Esas normas no se trasladaron a políticas. No se trabajó en la mejora de la calidad. Si tenemos más pibes en la escuela es muy bueno aunque no aprendan nada. Eso no existe: calidad e inclusión son objetivos comunes. Los pibes tienen que aprender, saber, ir a una escuela que tenga contenidos. Creo que se equivocaron en eso, en esta idea de no exigir nada. Y en el fondo jugaron a una cosa populista con los docentes, pero no con una cosa de contención y cuidado. Le dieron juego a los gremios, pero no a los docentes.

-¿Se puede revertir el traspaso de la escuela pública a la privada, que cada vez es más amplio?

-Hay que fortalecer mucho la escuela de gestión estatal. Eso requiere darle más poder al director y a la escuela. La clase media tiene que volver a la escuela porque siente que en esa escuela pasa algo bueno. Cuando miro ciudades como Mar del Plata digo La escuela municipal es o era superprestigiosa. No puede ser que uno no pueda recuperar ese valor. Tiene que haber un proyecto de mejora, tiene que haber evaluaciones, que los padres vean que los chicos saben más y avanzan.

-¿Cuán indispensable es el rol de la familia teniendo en cuenta que en los sectores más vulnerables muchos padres no tienen la posibilidad de acompañar a sus hijos en la etapa de aprendizaje?

-Ahí hay un trabajo fuerte. Hay un modelo de familia nuevo, que ni siquiera sabemos bien cuál es. Pero hay que trabajar con ellos mucho más. Probablemente la escuela tenga un trabajo casi didáctico con los padres: explicarles qué tienen que hacer, trabajar con ellos. En esos sectores es mucho más fuerte la idea de presionar para que la escuela mejore. Ahí es donde no te podés entregar, seguro.

Las clases medias, cuando vean una escuela que empiece a tener valores, van a volver. Todavía en la Argentina hay mucha memoria de una buena escuela estatal.