Expresiones de origen divino

Incontables expresiones de uso diario tienen su origen en la antigua Grecia o en la vieja Roma. Desde por qué la araña se llama así, hasta los signos del zodíaco y pasando por la Vía Láctea, vieron sus raíces en aquella mitología y que arrastró a Occidente hasta hoy.

5 de Septiembre de 2021 08:31

Muchas de las expresiones que habitualmente usamos no sabemos de dónde provienen. Sus orígenes son remotos y, generalmente, responden a circunstancias particulares que terminaron dando origen al término. Muchos de esos casos tienen sus raíces en la mitología grecolatina.

Diversos personajes históricos, así como diferentes hechos, propiciaron expresiones reconocibles fácilmente hoy en día. Fernando Castelló, autor de Hablar como los dioses (Evohe, 2010) manifiesta que, “Pero las huellas que ha dejado en nuestro habla no siempre son populares, dado que los hechos que reflejan son a menudo desconocidos por el pueblo llano y el sentido expresivo que transmiten no siempre es claramente reconocido”.

Nuestro idioma se ha enriquecido con todo aquello. Hoy, frases hechas o términos que nos acompañan antiguamente en Grecia o Roma alimentaban el sentido mitológico o divino de los pueblos. Metáfora mediante, nuestra lengua se ha apropiado de aquellos hechos o personajes para plasmarlos en el uso cotidiano.

La dispersión de esos términos antiguos se combinó con nuestro idioma original. La discusión sobre conquista o influencia quedará para otro momento, pero sí vale, al menos, reconocerlos desde su raíz, aunque sea para terminar de entender el sentido de lo dicho con aquella sentencia.

Vía láctea: tiene su origen en los primeros meses de vida de Heracles (Hércules). Hermes, aprovechando que la diosa Hera dormía, puso a Heracles a mamar de su pecho. Tal era la fuerza del héroe griego que la diosa deja escapar un chorro de leche hacia el cielo dando su origen a lo que se conoce hoy como la Vía Láctea, camino de leche, o galaxia que, en uno de sus brazos, se encuentra nuestro sistema solar.

Valle de lágrimas: ¿Qué es estar en un valle de lágrimas? ¿Cómo es ese valle? La raíz aparece en Virgilio. Él, en la Eneida, ubica como una de las estancias del Averno que visita Eneas, a ese “campo lloroso”. Según el poema, allí “Secretas veredas que circundan una selva de mirtos ocultan a los que consumió en vida el cruel amor y que ni en la muerte olvidan sus penas”. Dido, quien se quitó la vida por amor a Eneas cuando la abandonó, transita ese valle.

Signos del zodíaco: las doce constelaciones que recorre el sol durante un año. Cada uno corresponde a algún mito griego. Algunos ejemplos:

  1. Aries o carnero, recibe su nombre del carnero cuyo vellocino de oro fueron a buscar Jasón y sus cincuenta y cuatro Argonautas.
  2. Cáncer o el cangrejo hace referencia al cangrejo enviado por Hera para morder a Heracles mientras este lucha contra la Hidra de Lerna.
  3. Leo es el temible león de Nemea. Heracles lo mató como uno de sus primeros doce trabajos. Con su piel y su cabeza, el héroe se vistió y se convirtió en invulnerable.
  4. Piscis, algunas versiones hablan de los dos peces que transportaron a Afrodita, recién nacida, hasta la isla de Citerea.

Dar a luz: esta expresión también tiene su origen en el mundo griego antiguo. En la actualidad, se utiliza para indicar el tener un hijo o parir. La voz responde en realidad a la función de “alumbradora” de la vida que se le atribuía a la diosa Ilitia. Esta es la divinidad griega de la maternidad y es la que ayudaba a parir a las mujeres. Protectora de las comadronas, la envía su madre Hera a ayudar a las parturientas. Su imagen se representa sosteniendo una antorcha que simboliza la vida que nace a la luz desde las tinieblas del no ser.

Cereales: son aquellas plantas de la familia de las poáceas cultivadas por su grano. Son plantas gramíneas como el trigo, la cebada, entre otras. En realidad, su nombre viene como desprendimiento del nombre de la diosa latina Ceres (en Grecia, Deméter). Ceres facilita la germinación y garantiza la cosecha.

La historia de Ceres gira en torno al rapto de su hija Perséfone por parte del dios de los Infiernos, Hades, que estaba atrapado por su belleza.

Los gritos de terror de su hija alertaron a Ceres, quien bajó del Olimpo a buscarla. Nueve días la buscó, hasta que Helios, el sol que todo lo ve, denunció al raptor. La diosa, indignada, abandonó el Olimpo y se refugió en Eleusis en casa del rey Celeo. Para agradecerles su hospitalidad le enseñó a uno de sus hijos el arte de arar, sembrar y cosechar cereales.

“Entre tanto, tras el abandono del Olimpo de Deméter, la tierra se había hecho estéril y el hambre y las epidemias amenazaban a la humanidad. Zeus, preocupado, habló con su hermano para que este devolviera a Perséfone a su desconsolada madre. El astuto Hades, enamorado realmente de la joven, a la que había hecho su esposa, recurrió a una treta para conservarla consigo: le hizo comer unos granos de granada, el alimento infernal, ruptura del ayuno que impedía el retorno al mundo de los vivos desde el de los muertos. Finalmente, se llegó a un compromiso mediante el cual Perséfone pasaría seis meses con su esposo bajo tierra y el resto del año con su madre en el cielo, división que se corresponde con las estaciones en que el grano se siembra y se entierra (otoño-invierno), y aquella en que germina y se cosecha (primavera-verano). Algunos sostienen que el pacto consistía en que Perséfone pasaría en los infiernos cuatro meses y no los de las estaciones frías, sino durante el verano, entre las siega y la siembra” explica Castelló en su libro.

Araña: según la definición, las arañas son un tipo de animal artrópodo, perteneciente a la clase de los arácnidos. Tienen cuatro pares de patas y algunas herramientas para sobrevivir como su famosa tela que sirve, entre otras cualidades, para atrapar su alimento.

En su origen, Aracne era la princesa de Colofón, muy diestra en el arte de tejer. Atenea, hilandera del Olimpo, tuvo envidia de ella y la retó a hacer el mejor tapiz. Aracne hizo la mejor obra, Atenea rompió la suya y la amenazó con la lanzadera. Aracne, desesperada y humillada, se colgó de una cuerda. Entonces, Atenea aprovechó la situación y la convirtió en una araña y la condenó a tejer eternamente.

Fernando Castelló ha logrado en Hablar como los dioses un diccionario que señala el origen y muestra la explicación mitológica grecolatina de muchas de nuestras expresiones y términos coloquiales. Por orden alfabético, el autor explica más de trescientos términos que nos llevan a las raíces de nuestra lengua, pero también de nuestra cultura.