Sergio Hernández le dijo "hasta pronto" a Peñarol después de seis años brillantes

Ojos brillosos. El "Oveja" se quebró luego de la reproducción de un video con sus 6 años en Peñarol. (Fotos: Francisco Giovanoni).

7 de Mayo de 2013 23:23

Por Redacción 0223

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Por Francisco Giovanoni

Serpentinas, banderas, hinchas "locos". Todo por un hombre. Al pisar la vereda de la calle Garay, la emotividad de la gente de Peñarol comenzó a sentirse a flor de piel. Todos fueron, en familia, fieles y con un dejo importante de nostalgia, a despedir al tipo que más alegrías le dio en toda la historia. Sergio Santos Hernández, "Oveja", acudió al hermoso microestadio Domingo Robles para despedirse de su gente, en dos horas de profunda emotividad. Atrás, muy atrás, quedó la semifinal perdida el jueves ante Lanús. Presentes, muy presentes, estuvieron los diez títulos obtenidos bajo su mandato, en donde Peñarol se coqueteó amigablemente con la gloria.

Pasadas las 19.15, cruzó la puerta de la calle Santiago del Estero como un rockstar, y comenzó la ovación. Como aquel día de junio de 2007, cuando ingresó al entonces gimnasio "Américo Gutiérrez" y declaró: "Ustedes están todos locos". Hoy, el lugar, como un significado de este período exitoso gestado por él, se remodeló por completo para ser un microestadio más moderno y coqueto. 

Más de 500 hinchas se ubicaron en las gradas para vitorear, por última vez, y hasta la próxima, al entrenador de un ciclo exitoso por donde se lo mire. 

Bajo la moderación del periodista Carlos "Cachacho" Pascual, Hernández se sentó en la mesa, y su primera acción fue llamar al presidente de Peñarol, Domingo Robles, para que esté a su lado. Y empezó a hablar, con sinceridad, compromiso, con ganas de llegar al oído de la gente y la prensa presente.

"...Tengo la sensación que Peñarol y yo, como entrenador, necesitamos de una pausa, de terminar un ciclo muy emparentado con el éxito. Era muy difícil para mí tomar esta decisión, que la tenía clara. Hasta que la uní a otra decisión, que fue no dirigir la Liga Nacional el año que viene, porque era lo que me trababa a decidirme terminar un ciclo con Peñarol. Estuve en otros procesos largos, pero este fue muy especial, muy fuerte. Y no me imagino sentado en el banco de otro equipo".

Luego de esa explicación inicial sobre su no continuidad, agregó: "Mis más de 20 años en la Liga y mi identificación con Peñarol es tan fuerte...no lo merecería otro club. Va a ser muy difícil en Argentina sacarme la camiseta de Peñarol. Lo digo sinceramente. Es difícil decir esto porque uno no quiere sonar demagógico o político. Digo lo que pienso y siento, eso lo aprendí", expresó.

Se notaba en su rostro la emoción. La mirada, algo triste, lo delataba. Pero Sergio Hernández, ante la gente, ante los jugadores de su plantel en primera fila escuchando atentamente su último relato, continuó contando sus sentimientos: "Le agradezco enormemente a Domingo (Robles) y sus compañeros por confiar en mi persona. El haberme demostrado que yo no era tan optimista como creía. Cuando vine acá pensaba que era una persona positiva, y cuando conocí a Domingo entendí que yo no era ni el 10% de él. Eso lo aprendí. Siempre protegió a su querido Peñarol. Por eso es el mejor presidente de clubes que he conocido en mi vida", elogió al mandatario "Milrayitas".

Antes de las preguntas de los periodistas, pidió seguir teniendo la palabra para contar la intimidad de la última derrota, como para explicar el por qué, y sus sentimientos: "Cuando terminó el partido con Lanús, yo no hablé nunca con el equipo. Es la primera vez que los veo. No me salía nada, estaba vacío". Y agregó: "Fue tan fuerte este play off, fue tan duro el año, y los anteriores llegando a finales, que cuando terminó el partido con Lanús sentí que me habían hecho una transfusión, me habían quitado toda la sangre, estaba como en shock. No entendía nada. Y no era por el final de mi ciclo, era por la derrota. No me pareció un buen momento para hablar con ellos. Llegué al hotel y pensé más en mí que en ellos."

En la continuidad del relato, elogió a sus dirigidos: "Para los entrenadores, el primer punto de partida del éxito o el fracaso, es la elección del personal que vas a utilizar. Somos lo que tenemos, y Peñarol ha tenido unos jugadores increíbles en todas las temporadas que he estado acá, dirigí jugadores tremendos, además de buenas personas que eso está comprobado. Jugadores que se han comprometido de una manera con la camiseta de Peñarol que te hacen sentir un orgullo impresionante."

Entonces, llegó el momento de una explicación de la derrota bastante sincera: "Este año quedamos en semis, es verdad. Pero otro equipo, teniendo en cuenta todo lo que nosotros vivimos en los últimos cinco años, hubiese quedado afuera antes. Porque nosotros nos quedamos sin nafta, de alguna manera. Y llegamos a un quinto juego, y tuvimos muchas chances de ganarle a Lanús (incluso 3 a 0), pero porque buscábamos una gota de sangre en cualquier lugar poder seguir. Jugadores lastimados, cansados, con un estrés competitivo casi intolerante, porque el deporte es así. Yo sé que hay trabajos mucho más pesados y menos gratificados, que nosotros somos privilegiados de vivir de lo que nos gusta, pero la competencia deportiva profesional, cuando sabés que hay miles de personas pendientes de que cuando tires, entre o no entre...en algún punto vos sabés que si metés ese tiro, haces feliz a media Mar del Plata, o la mitad más uno...(aplausos). Y si no entra, podes hacer llorar a esa gente. Vos sabés que es así. Es muy difícil la competencia. Y llegamos a semifinales por ese espíritu competitivo y ese compromiso que tuvieron y tendrán siempre estos tipos. Me siento tremendamente orgulloso de ellos. Los llevo en el corazón siempre. No necesitan que les diga nada, saben que los quiero y que prefiero perder con ellos y no ganar con otros".

Luego fue el tiempo de las preguntas, con extensas respuestas. Recordó los momentos más gratos, ubicando el título de la Liga de las Américas en Mexicali (2008) como el más importante. Se refirió a su futuro inmediato: "No sé de cuánto será la pausa, desde los 18 años soy entrenador y nunca había frenado. Viajaré, sumaré conocimientos, leeré, me dedicará a proyectos estancados...", declaró. Y no quiso meterse en la designación del próximo entrenador, siendo su ahora ex asistente Fernando "Tulo" Rivero un firme candidato: "No corresponde que yo diga si tiene que estar él o no. Fue un gran ayudante mío, está metido en el club y tienen en él un elemento clave de todo lo conseguido en Peñarol. Ojalá lo puedan seguir disfrutando".

En el final, Robles le entregó una camiseta con su nombre y la leyenda "6 años de gloria", además de un anillo de oro con el escudo de Peñarol. Hasta que llegó el momento más emotivo, con la lectura de un texto y la posterior reproducción de un video que resumió su ciclo en el club. Al retorno, cuando las luces volvieron a prenderse, los ojos de Hernández se llenaron de lágrimas y ya no hubo necesidad ni tiempo para palabras. Sólo gestos de agradecimiento, y una ovación inolvidable de los hinchas para un tipo que se va de Mar del Plata dejando un sello imborrable, que promete tener continuidad alguna vez...

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