Escuela rural denunció que fue fumigada con un producto que EEUU usó en Vietnam

Se trata de un colegio de la localidad de San Antonio de Areco. Su directora, que el año pasado sufrió parálisis facial, recibió ayuda universitaria para dar registro de que en el lugar hay hasta 7 agroquímicos.

Una de las tantas escuelas bonaerenses que sufren la actividad agropecuaria.

23 de Octubre de 2015 12:32

Por Redacción 0223

PARA 0223

Ana Zabaloy es, desde hace seis años, la directora de la escuela rural N°11 José Manuel Estrada, ubicada en cercanías de la localidad bonaerense de San Antonio de Areco, una región con gran actividad agropecuaria. En junio del año pasado, mientras brindaba clases en el establecimiento, observó el paso cercano de una máquina de fumigación. Salió al campo, le hizo señas al conductor y una vez en contacto directo, le solicitó que cesara con la actividad. Al día siguiente, y por el lapso de dos semanas, sufrió una parálisis facial de la que pudo sobreponerse totalmente, recién dos meses después.

La gravedad de la situación quedó en evidencia luego de comprabar que en esa ocasión, los empresarios agropecuarios habían aplicado un producto muy fuerte, prohibido en muchos países del mundo. En reciente diálogo con el programa El Mañanero, de radio De la Azotea FM 88.7, Zabaloy contó que el insecticida utilizado se llama “2,4-d, al que se lo conoce como agente naranja, utilizado por los norteamericanos en las selvas de Vietnam, para expoliarlas. Es un herbicida terriblemente potente, muy neuro tóxico”.

“La fumigación fue alevosa, en horario de clase, pegada al alambrado de la escuela. A partir de ese hecho, lo primero que hicimos fue acudir a Medio Ambiente de la municipalidad y al Consejo Escolar, que en ese momento no tenía inspectora distrital. Presentamos las notas para notificar la situación. Hubo repercusión en los medios locales, se generaron discusiones, pero la postura básica de los productores es que las fumigaciones no hacían nada malo, que el producto cae en un lugar y ahí se queda y que es inocuo. Luego de la denuncia tuvieron lugar otras fumigaciones en horarios de escuela y en cercanías del colegio, en los terrenos aledaños: en septiembre, otra en marzo de este año y la última el 5 de octubre pasado, justo cuando estaban los nenes en las hamacas, con las máquinas a 40 metros de la escuela”, detalló Zabaloy.

Aunque la problemática llegó hasta los poderes ejecutivo y legislativo locales y se trató una ordenanza al respecto de las fumigaciones, nada cambió. Según contó la docente, “por cuestiones político económicas, los concejales hicieron un arreglo en el que pusieron una zona de exclusión de 100 metros y fijaron que no se puede fumigar en horario de clases, además de que los productores tienen que avisar 48 horas antes de la aplicación de herbicidas. Sin embargo, cuando se hacen las denuncias, los que fumigan por fuera de la normativa no tienen ningún castigo”, expresó.

La palabra que define esto es impunidad, pero para nosotros es impotencia. Creemos que la ignorancia está sólo al nivel de los empleados rurales, que repiten lo que dicen sus jefes y aplican estos venenos sin ropa adecuada, cuando encima se sabe que ni eso los protege. Los productores, muchos de ellos ingenieros agrónomos, no pueden desconocer esto”, graficó Zabaloy.

Sin respuestas en la región, la directora de la escuela llegó hasta la Universidad de La Plata, que realizó un trabajo de investigación en la zona y confirmó, entre otras cosas, la imposibilidad de utilizar el agua para consumo de los niños. “Las fumigaciones rociaron el tanque de agua del colegio. Ahora exigimos que nos traigan agua envasada. Cuando vinieron en marzo pasado los especialistas, además, comprobaron la existencia en el patio de la escuela de hasta siete agroquímicos diferentes, algunos prohibidos en varios lugares del mundo”, insistió Zalaboy.

El día a día de la escuela encuentra a los nenes con problemas respiratorios crónicos, sangrados de nariz y erupciones en la piel. “Es lo más común. Y los alumnos son hijos de puesteros rurales, por lo que además, donde viven, son también fumigados constantemente. Estos chicos no tienen otra posibilidad que venir a esta escuela. Es su única actividad social”, concluyó la directora, visiblemente angustiada y a la espera de que, por fin, algo cambie.

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