En el día del tango, Boca hizo el 2x4 en el Monumental

En el mejor superclásico de los últimos tiempos, el equipo de Guillermo Barros Schellotto arrancó ganando, River lo dio vuelta y, de la mano de Tevez, el "xeneize" hizo su propia fiesta en la casa del rival de toda la vida.

Tevez es abrazado por todos. En lo que pudo ser su último superclásico, el "10" la rompió y encaminó a su equipo a la victoria. (Foto: NA)

11 de Diciembre de 2016 19:32

Por Redacción 0223

PARA 0223

Hacía mucho que no había un clásico del fútbol argentino con tantos condimentos, con tantas alternativas, resultados cambiantes y muchas emociones. Quizá por no ser crucial para el campeonato, los dos salieron con propuesta ofensivas y esto hizo que se diera un juego abierto, de ida y vuelta, con situaciones en ambos arcos. Boca se adelantó rápido por intermedio de Bou, en una ráfaga lo dio vuelta River, y en el complemento dos apariciones de la gran figura de la tarde, Carlos Tevez, y la explosión de Centurión en el final le dieron el festejado 4 a 2 al equipo de Barros Schellotto en un partido que quedará para la historia. Triunfo y salto a la punta del "xeneize", a la espera de que juegue Estudiantes de La Plata.

Boca cortó una serie de dos empates (0-0) en los Superclásicos, con un triunfo gigante por lo emotivo e intenso que fue el desarrollo del partido que lo pone como uno de los mejores de los últimos quince años.

El "xeneize" arrancó mejor y abrió el marcador a través del sorprendente Walter Bou, quien remató cruzado dentro del área grande luego de una gran jugada de Carlos Tevez, que fue apenas un adelanto de lo influyente que fue después en el partido y en el resultado final.

En el mejor momento del equipo de los "mellizos", aún con un Fernando Gago sin peso ofensivo ni defensivo, River reaccionó de la mano de Andrés D'Alessandro, que sí jugó su último Superclásico, ya que a fin de año deberá retornar a Internacional, de Porto Alegre, que hoy descendió a la segunda división del fútbol brasileño.

D'Alessandro fue la manija del equipo de Marcelo Gallardo, le ganó el duelo -y la espalda- a Fernando Gago, en uno de los duelos más interesantes que se daban en la previa.

En el gol de Sebastián Driussi abrió, la fue a buscar y desde la línea de salida sacó el centro de derecha que Gino Peruzzi rechazó para el medio y el goleador del torneo con nueve gritos mandó al fondo del arco con una fuerte volea que dejó sin reacción al debutante Axel Werner.

Luego, en el tanto de Alario inició la jugada con un centro peligroso desde la derecha que luego terminó en los pies del paraguayo Moreira, quien colocó un pase preciso a la cabeza del santafesino, que a pesar del gol sigue peleado con el arco y lo demostró en la parte final con dos acciones que pudieron haber cambiado la historia.

Casualidad o no, el gol del empate de Tevez, tras un grave error de Batalla, llegó dos minutos después de la salida del "Cabezón", que fue ovacionado por la gente de River cuando fue reemplazado por Iván Rossi y generó el enojo de Guillermo Barros Schelotto en la demora para salir ("tardé porque era mi despedida del Monumental", se justificó después D'Alessandro).

Cuando River lo tuvo para liquidar apareció Tevez en Boca y ya casi que no quedó tiempo para otro empate histórico 3-3 como aquel del cabezazo postrero del paraguayo Celso Ayala en aquel 24 de marzo de 1997. Incluso, para más alegría de los de La Ribera, el cuestionado Ricardo Centurión sentenció un resultado mentiroso que seguramente quedará en la historia.

Boca también pudo dejar sin reacción a River en el primer tiempo, pero falló en la definición y permitió la remontada del equipo del "Muñeco" Gallardo.

En un Superclásico donde la atención estaba puesta en los jóvenes arqueros, fue Batalla el que falló en una jugada determinante y Werner, sin responsablidad en los goles, salió ileso.

El técnico de River se la jugó y puso lo mejor para este Superclásico en la previa de una final que será la llave de acceso a la Copa Libertadores de América y el plan le salió mal, ya que además del desgaste físico llegará a un partido trascendental también golpeado psicológicamente.

Boca salvó un año olvidable de la mano de un gigante Carlos Tevez, quien puso en duda su continuidad en la previa del partido, que tampoco aclaró demasiado después, y ahora deberá buscar motivación en su amor por la camiseta para seguir en el club, ya que un inviable y largo torneo no opacará la tristeza de ver por televisión su tan querida y ansiada Copa Libertadores en todo 2017.