“La Justicia Federal debe controlar al poder central y hoy está puesta para encubrir”

Gerardo “Tato” Young presentó en Mar del Plata “El libro negro de la justicia, la lógica del dedo en el gatillo". Habla de un derrumbe moral que comenzó en los 90 y que hoy está en una etapa de desconcierto que debería llevar a un reconocimiento del problema.

17 de Febrero de 2018 19:35

Por Redacción 0223

PARA 0223

Desde su primer contacto con la Justicia cuando trabajó como “pinche” en un Juzgado hasta su tarea como periodista en diferentes medios, el conocimiento de los entretelones ayudaron a Gerardo “Tato” Young a encontrar una lógica del funcionamiento de la Justicia Federal que se repite aunque cambien los actores. 

Mientras se preparaba para su presentación en en el tradicional ciclo Verano Planeta, Young habló con 0223 acerca los jueces que buscan ganar poder, de los que solo están interesados por el dinero, de la relación con el poder político de turno, con los servicios de inteligencia y de qué manera se volvieron expertos en el manejo de los tiempos.

- En el libro recuerda sus inicios de trabajo en la Justicia Federal, su alejamiento y a varios de sus compañeros que se esforzaban trabajando para mantener esperanzas de que haya un cambio en la Justicia. ¿Creé en serio que se puede dar?

- Todo esto que pasa , lo que denuncio en el libro y vemos que pasa viene desde hace muchos años. La buena noticia es que hoy se ve claramente, se pone sobre la mesa. El gobierno lo ve, todavía no tomó la decisión de cambiarlo. Ahora está por lo menos puesto sobre la mesa y las cosas cambian cuando empiezan a verse como problema. La mayoria de la gente se da cuenta de que es un problema. El tema es que es un sistema muy arraigado, corrompido hace años porque la Justicia Federal debe controlar al poder central y hoy está puesta para encubrir y no para controlar.

- En sus dos primeros años de gestión el gobierno midió fuerzas con la Justicia. ¿Ahora juega el mismo juego que ellos?

- El gobierno de Mauricio Macri arrancó reconociendo el problema, (el ministro de Justicia y Derechos Humanos) Garavano intentó licuar el poder de los jueces federales, pero empezó a ceder a viejas practicas a través de operadores como Daniel Angelici que tenía influencia en la Justicia de Buenos Aires y ahora la tiene en la Justicia Federal. Angelici es el que salva a Servini, le da más tiempo para que sobreviva e hizo los mismo con Ariel Lijo y Rodolfo Canicoba Corral. Entonces el gobierno empezó a jugar el juego de los jueces. Esto es peligroso, por lo que se va a apelar al gradualismo también en la relación con la Justicia Federal. El gradualismo no cuenta con estos jueces que vieron pasar a muchos presidentes. Las mañas no cambian, tienen que cambiar el sistema, es un sistema oscurantista, hacen lo que quieren con las causa, meten presos a quien quiere, no tienen controles internos o externos, se manejan como el siglo 19 con expedientes de papel. Es un sistema de otro siglo.

- ¿Qué sucede en los niveles superiores de la Justicia Federal? ¿Cambian las cosas?

Hoy los doce jueces tiene un control supuesto de la Cámara Federal, pero la Cámara está hecha pelota, tiene vacantes. Estaba Eduardo Freiler que lo echaron por ladrón, está Jorge “Pati” Ballesteros que no resiste un archivo, está Eduardo Farah que fue puesto por la SIDE. Los que tienen que hacer el control son iguales a ellos porque el sistema está corrompido. Una clave es entender que los jueces tienen un poder excesivo, hay que achicárselo. Vienen haciendo lo mismo, abren causas e investigan o no de acuerdo a su voluntad, no para buscar la verdad, sino para manipular expedientes por sus intereses personales para mantenerse en el poder como Servini o hacerse rico como Canicoba Corral.

- En este reacomodamiento y necesidad de mostrar cierto empuje y libertad de trabajo, ¿no considera que hay algunas causas que terminaron con el encarcelamiento de personas que estuvieron mal hechas?

- Lo que nace mal es difícil corregirlo sobre la marcha. Si escondés expendientes durante casi ocho o nueve  años y los sacás a la luz y te querés hacer el justiciero poniendo gente presa, tomás decisiones irruptivas que son desprolijas y están mal hechas como la detención de Amado Boudou. Fue un bochorno, lo meten preso en una causa que nadie esperaba que estuviera preso con el argumento insólito de que tenía poder para intervenir: si la Justicia puede ser interferida por Boudou, cierren Tribunales. El mismo juez que lo mete preso se olvida de procesarlo, es una escándalo delirante ¡y no pasa nada y Ariel Lijo sigue como Juez! En cualquier otro lado se paraliza el país y es un escándalo. Al gobierno esta reacción de los jueces fue funcional, los invitó a no avanzar sobre ellos y ahora están viendo a ver qué pasa. Cuando hablo con alguien del gobierno siento que están desconcertados, les da un poco de miedo meterse, porque algunos de esos jueces ya tienen causas abiertas que pueden complicarlos, y lo miran como un territorio difícil de gobernar.  El problema es querer gobernarlo, hay que cambiarlo para sea sólido, autónomo.

- ¿Y cómo ve el control del gobierno sobre los servicios de inteligencia si -como suponemos- de la mano de ese supuesto avance sobre los jueces aparecen los “carpetazos”?

Ahí hubo cambios. Los Servicios se metieron en los 90, colaborando con los jueces, invitándolos a cursos, comprando jueces y designando jueces más tarde. Manejaron casi a “gusto y piacere” los juzgados federales. Jaime Stiuso entraba a los despachos como si fuera su casa, es amigo de Serivni, su hija trabaja con Serivni. Pero eso cambió, hoy la ex SIDE o AFI no los domina, aunque empuje alguna causa como la de Omar “Caballo” Suárez o una supuesta cueva de la AFIP. La experiencia demuestra que es una relación promiscua, los servicios trabajan con fuentes y fondos secretos, la experiencia demuestra que terminan contaminando a la Justicia. Aunque no es lo mismo que antes, el gobierno le está encontrando el gusto a la idea de que los jueces federales pueden ser útiles para las batallas políticas. Eso es peligroso.

 

- Insisto con el tema, considera que el gobierno tiene control absoluto o la AFI mantiene cierto grado de autonomía?

La SIDE tuvo un antes y un después con la salida de Stiuso. No es lo que era. Se fue él con su gente, también se fueron (Fernando) Pocino y otros agentes que equiparaban el nivel de Stiuso. Los fuertes de la SIDE en la democracia ya no están más. Hoy está lejos de ser lo tenebrosa y todo poderos que fue hace años, es menos influyente y por suerte con menos peso en la vida pública argentina. Hacen investigaciones con fuentes abiertas, intermedias, internet, hacen cosas pero no hay una persecución a periodistas o infiltrados. Lo que sí hay es una tendencia a usar las herramientas públicas sobre opositores. Eso es una cosa peligrosa, no solo desde los servicios sino desde la UIF y las unidades fiscales: hoy descubren que (Hugo) Moyano es un delincuente, y si realmente lo es no empezó hace diez minutos.

- Usted conoce la actividad de los servicios y escribió sobre ellos, y está dentro del mundo periodístico. ¿Cree que los servicios le hacen un guiño a algunos colegas que trabajan con ellos como una fuente de referencia?

- Me mataste, no que yo sepa. No creo que lo hagan hoy, repito no es lo que era. Está llena de ñoquis la SIDE. No lo descarto, pero no es la mega organización clandestina paraestatal que fue. Puede ser que haya algunas cosas que haga, pero no mucho.

El rol de los fiscales, la postura de la Corte

- ¿Es viable un cambio en la Justicia Federal que incluya un fiscal que instruye, un juez de Garantías que vela por el correcto desarrollo del proceso?

- Esos son los cambios profundos que necesitan. Podemos hablar de nombres, pero es más profundo. Hay que hablar de males y no de malos. Es una discusión que hoy no está en la Justicia Federal que depende de los caprichos de los jueces y de las causas que quieren manipular o no.

- ¿Y cuál es el rol de los fiscales federales entonces?

- Muchas veces están pintados, no les manda ni las causas. No nos olvidemos que vienes de ser dirigidos por (Alejandra) Gils Carbó que los molestaba mucho. Hay muchos fiscales buenos pero, otros que no. El poder genera algo atractivo que obliga, empuja a quedarse quieto en sus lugares de privilegio. Muchos son muy cómodos y solo instruyen las causa que les convienen o empujan las que quieren. Son una parte del problema, no la única. 

- Menciona en el libro y algo dijo en el comienzo de la nota de cierto optimismo. ¿No cree realmente que la situación de la Justicia no mueve para nada el amperímetro de la sociedad?

Es cierto, pero está preso medio gabinete de Cristina, en el gobierno de Macri eso lo miran con preocupación porque muchos ministros empezaron a decir “no me tocará a mí en algún momento”. Esta reacción desprolija los preocupó y toda la clase política cree que es como un monstruo que se le fue de las manos. Me hace acordar a los dirigentes con los barras bravas que las , armaron como grupo de choque y terminaron como rehenes de ese grupo. A la política con la Justicia Federal le pasa lo mismo. Hay una sensación que los doce jueces federales (once por la vacante no cubierta de Norberto Oyarbide) se les fueron de las manos, que hacen lo que se les canta, que pueden meter a alguien preso en cualquier momento, que puede enterrar o descubrir una causa. Es una preocupación de la dirigencia política, sindical y empresaria. Creo que se vienen tiempos de cambio, pero no se a qué  profundidad y velocidad.

- ¿Empresaria también?

- Creo que en 2018 van a ir sindicalistas y empresarios a la cárcel. El año pasado fueron ex dirigentes kirchneristas, hoy esos otros.

- Da a entender que los jueces tienen etapas de simulaciones para el tratamiento de las causas. ¿Esa etapa terminó, volvió?

- Los jueces viven simulando, hoy están preocupados que por dichos de (Eugenio) Zaffaroni o la fortuna de los sindicalistas. Simulan todo el tiempo, no buscan la verdad sino beneficios. Tienen intereses personales o políticos. No tienen deseos de verdad o de Justicia.

- En el libro desarrolla las idas y vuelta de la relación de Servini con el presidente de la Corte.

- Lorenzetti intentó dominar el fuero, lo desea y no se resigna a que eso no ocurra.

- ¿Y el resto de la Corte?

- La Corte Suprema está lejos de los problemas de la justicia real. El único que lo ve es Lorenzetti, pero creo que también él por estar hace mucho como presidente, está entrando en otro juego. Pero hay que empezar a mirar a la Corte.

- Uno supone que el Consejo de la Magistratura debería evitar estas situaciones que describe en el libro.

- El Consejo es una vergüenza, es un papelón lo que hicieron con ese organismo. Ahora lo van a intentar reformar porque el gobierno tiene el control, Lorenzetti y la corte tienen la posibilidad de recuperarlo para su dominio y creo que es un año en que se va discutir, se va a pelear por eso. Eso puede ser el principio del cambio, no puede ser que lo inventaron para traer soluciones y hoy se ha convertido en esto.