El último romántico del multilateralismo

Alberto Fernández sigue apostando a una salida global de la crisis a pesar de la inacción de las principales estructuras internacionales. 

Alberto Fernandez en la reunión virtual con líderes del G20

14 de Abril de 2020 07:54

Alberto Fernández se puso al hombro la gestión de la crisis del coronavirus en Argentina. Eso le valió elogios pero también lo expone a las críticas más furibundos. Los resultado dirán si sale fortalecido o sufrirá un golpe fuerte que condicione el resto de su mandato, mientras tanto, Fernández pone la mirada en la región y el mundo para comparar realidades pero también como un interrogante respecto de lo que se viene. 

Durante la reunión virtual con los líderes del G20, el presidente argentino se sumó a la propuesta del secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, de construir un fondo de emergencia para enfrentar la pandemia que fue rechazada. 

A diferencia de la crisis de 2008, la salida de la crisis no es multilateral y eso hace que la decisión recaiga en los estados nacionales. Eso mismo sucede en la Unión Europea cuya fisura ya es una fractura expuesta y en América Latina en donde no existe una estructura regional capaz de pensar colectivamente. 

A pesar de esta situación, el presidente argentino confía en que el mundo del futuro tiene que ser mejor, mas solidario y humano, aferrándose a la idea del Papa Francisco de terminar con la "Cultura del Descarte" y la concepción del planeta como la "Casa común". Francisco va más allá y pide la condonación de deuda para los países pobres, el levantamiento de sanciones y la aplicación de una renta básica universal. 

¿Habrá más conciencia respecto de la necesidad de contar con una región integrada y en constante coordinacion? Hoy parece lejos esa posibilidad si tenemos en cuenta la persistencia de la OEA y el Grupo de Lima de seguir su ofensiva contra Venezuela, la desarticulación de Unasur y  las dificultades de la Celac. 

Por su parte, el Mercosur se despertó de la siesta y aprobó un Fondo de Convergencia Estructural en el que los estados miembros podrán disponer de 16 millones de dólares para la compra de equipamiento médico, insumos, materiales para la protección de operadores y kits. Esta iniciativa podría haberse encarada en toda la región suramericana pero la falta de ámbitos de confluencia y el sesgo ideológico que caracteriza a buena parte de los gobiernos no lo hicieron posible. 

Alberto tiene una mirada integracionista y multilateral pero carece de aliados para concretarlas. El sábado se realizó una reunión de los líderes del Grupo de Pueblo (que reúne a referentes de centroizquierda) con presencias fuertes como la de Rafael Correa, Lula Da Silva o Fernando Lugo. 

El problema de este espacio es que no tiene representación institucional, sirve para construir una línea de intervención en la coyuntura e instalar algunas temas de agenda pero no influye en las decisiones de los gobiernos. 

De todas formas, mientras Argentina transita la pandemia con un poco más de tranquilidad que otros países, Alberto Fernández aprovecha para plantear algunos debates que puede ser importantes en el futuro: nadie se salva solo y el levantamiento de bloqueos y sanciones a los países que tiene que contar con reclusos para sobrellevar esta crisis en alusión a Cuba y Venezuela. 

Esto le permite caminar en esa tercera posición que pretende ubicarlo como interlocutor de las diferencias que puedan existir entre los gobiernos. El equilibrio es fino y el camino es espinoso pero vale la pena intentarlo sobre todo en temas estructurales como la persistencia de algunos sectores de flexibilizar el Mercosur y abrirlo de manera indiscriminada. 

En este contexto, abrirse a un mundo en recesión sería como tratar de encontrar agua en el desierto. No es descabellada que la región construya anticuerpos para recuperar un maltrecho comercio intrarregional que ayude a nuestros países a salir del pozo produnfo en el que nos dejará el Coronavirus. 

La magnitud de la crisis revitaliza el rol del Estado y la necesidad de integración, dos conceptos que Alberto Fernández está dispuesto a debatir en todos los ambitos interacionales. 

Las caracteristcas del mundo que viene es imposible de pronosticar y analizar el futuro como la foto del presente puede servir de nada, no obstante, en plena catastrofe, Fernández se muestra como el último romántico del multilateralismo.