El zen es el mayor engaño de todos los tiempos

La Pequeña editorial edita en forma artesanal El zen es el mayor engaño de todos los tiempos, de Kodo Sawaki. Una adaptación a nuestro idioma de uno de los textos fundamentales de la práctica del Zen que solo se conseguía en formato digital.

Sawaki dirá que no hay que imitar, sino que hay que crearse uno todo el tiempo.

13 de Noviembre de 2022 14:15

Mientras transitamos nuestros días en forma monótona y rutinaria, quizás en algún instante se nos dio por preguntarnos si tiene esta vida algún sentido. Quizás Camus respondería que no se trata de que la vida tenga o no sentido, sino el de la pretensión de buscarle un sentido a ella (Quizás, también darse cuenta de eso, sea aprender a vivir).

Volví al absurdo de Camus al ver una edición local de Zen es el mayor engaño de todos los tiempos de Kodo Sawaki.

La obra, corpus central del Zen, desde hacía ya un tiempo circulaba como libro casi de culto en una edición electrónica. Fue hecha por un por un templo en España, con quienes se comunicaron desde La pequeña editorial. Hablaron con su Abad, Dokushō Villalba, y con el traductor Javier Fernández Retenaga buscando adaptar el texto a nuestro idioma para poder compartirlo en una edición artesanal. El resultado: El Zen es el mayor engaño de todos los tiempos (La pequeña editorial – 2022) en lugar de El zen es la mayor patraña de todos los tiempos.

El texto de Kodo Sawaki está sentado en el tipo de Zen que él practica y defiende. Se trata de una postura que busca darle a la palabra del Zen un fin través de la práctica. Es decir, tiene que ver con el estar todos los días en un continuo Kōan, que es la vida doméstica, en contraposición de un discurso o de un iluminarse a partir de discusiones. Buscar darse cuenta que la palabra sin la práctica es un engaño. Que solo la práctica le puede dar sentido a cualquier palabra sobre el Zen.

El zen es el mayor engaño de todos los tiempos.

Santiago Studdert, director de la editorial, explica que “Esta es la explicación más cabal del título del libro. Solo la práctica le puede dar sentido a la palabra sobre el Zen. El Zen como género literario es un engaño siempre y cuando no se lo asocie a una práctica particular, propia”.

-¿Quién fue Sawaki?

- Él se autodenominó un inútil, un parásito que se pasó toda la vida sentado mirando la pared. Un huérfano que vivió en la pobreza entre medio de borrachos y prostitutas. Tuvo una vida miserable hasta que encuentra, en una familia que lo toma a su cuidado, la cultura del Zen. Y desde ahí se pone a practicar y decide que ese es su camino. Fue veterano de guerra y, al volver de ella, se dedica toda la vida a peregrinar, a vagar…

- Me llamó la atención que no tenía un templo…

- Era uno de los pocos que no tenía. Según él, la institución en el Zen está muy ligada a las prácticas del lenguaje y a las prácticas de los ritos. Del establecerse, también, del asociarse a un determinado significado y a una determinada manera de decir lo que se dice, que engrana rápidamente con la comunidad, porque no todo el mundo quiere o puede sentarse a practicar muchas horas. Su sucesor, Kosho Uchiyama, al morir Sawaki, lo hace más fino y dice: Zazen sin juguetes. O sea, la menor cantidad de ritos posibles, soltemos los pensamientos y a vivir plenamente el momento en que estamos.

El Zen puede llevarte a vivir una vida poética, “pero no es una expresión poética”.

Por estos tiempos, mucho tiende a enturbiar la percepción inmediata de lo cotidiano, y esa inmediatez es sobre la que trabaja Sawaki, sobre la que trabaja su Zen, reivindicando el presente y el ahora. Él sostenía que “La práctica es todo el tiempo, no es en el templo en determinadas situaciones particulares.  El Zen es todo el tiempo, en todo lo que haces”. Por consiguiente, la experiencia Zen lleva a encontrarse a las personas como son, como se muestran en ese momento. No como deberían ser, ni como fueron, sino como sos y lo que tenés en ese momento. Sawaki diría que no hay que imitar, sino que hay que crearse uno todo el tiempo. Ahí aparece aquella sentencia de “Si ves a Buda, matalo”. No quieras imitarlo, no quieras ser como él. Esto es ahora, no hay más allá.

Santiago Studdert cuenta una anécdota para ilustrar: “Cuentan que un empresario consultó a Sawaki para practicar, pero tenía la imposibilidad de hacerlo todo los días por su trabajo. Él le asegura que eso no importa. Que lo haga cuando pueda, un rato. ¿Qué va a pasar? Lo primero que va a pasar es que usted se va a sentir un poco mejor, un poco más contento. ¿Por qué? No se sabe, no es lo que importa”.

El Zazen no sirve para nada, según Sawaki. Si uno busca que sirva para algo lo limita, lo determina, lo fuerza. Todas cosas que son opuestas a lo que debería ser el Zen.

-¿El Zen no es una religión? ¿Cómo se lo considera?

- Hay muchas formas de abordarlo y muchas formas célebres de describirlo. Es una práctica religiosa que pueden practicar de manera laica quien quiera. Ahora, también la expresión religión tiene un anclaje de significados muy compleja, no solo lo asociamos con un montón de cosas que por ahí en Japón no se consideran así, y creo que inmediatamente hay que volver al título del libro. ¿Qué pasa con una palabra cuyo respaldo en la realidad no se condice exactamente con lo que la palabra comunica, que sería una vida religiosa en este caso? Y un poco el Zen apunta a eso. A una, según Sawaki y mi opinión, vida religiosa, pero no en los términos del dogma religioso, de la práctica religiosa tal como nos la pretenden comunicar o compartir las instituciones religiosas, que son conjuntos discursivos, sobre todo que devienen en prácticas que tienden a separarse de los conjuntos discursivos. En este caso, lo que se plantea es que uno puede prescindir de todos los detalles y juguetes de la religión para vivir una vida religiosa real en contacto con la realidad.

El absurdo deja de serlo en el momento en que aceptamos cómo es la cosa y dejamos de buscarle el sentido a la vida y a las circunstancias. Esto no significa que uno no la enfrente día a día, es decir, viviéndola. El camino es propio y personal.

Alberto Silva es poeta y traductor argentino que capta muy bien la idea sobre el Zen y su clave poética. Silva sostiene que el Zen puede llevarte a vivir una vida poética, “pero no es una expresión poética”. En el transcurso de la práctica, uno puede encontrarse con momentos conmensurables con un discurso poético, pero no es poesía. El Zen conlleva un discurso al alcance de cualquiera que lo quiera escuchar. No es tanto para interpretar, desentrañar, más bien todo lo contrario. Un proverbio chino dice que "Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo". Esta práctica del Zen apuesta a que levantemos la cabeza.