“La lucha contra la trata terminó criminalizando a las trabajadoras sexuales”

Desde la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina dicen que la actividad sexual no es delito. Piden que se les reconozcan derechos laborales para poder salir de la clandestinidad.

9 de Noviembre de 2014 09:45

"La lucha contra la trata terminó criminalizando el trabajo sexual y a las trabajadoras, y terminó confundiendo el delito con una actividad lícita", advierte Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), quien en los últimos días pasó por Mar del Plata para dar precisiones sobre un proyecto de ley que ya se trata en la legislatura porteña y que autoriza la habilitación de espacios para practicar la actividad. La libertad de elección, la reprobación social hacia las trabajadoras sexuales y el caso Madaho's son algunos de los temas que la dirigente gremial abordó en una entrevista con 0223

- Existe cierto rechazo a la hora de hablar de trabajo sexual, de una mujer que elije ser una trabajadora sexual. ¿Por qué creés que ocurre?

- Siempre se suele ver a la trabajadora sexual como víctima; se construye una mujer sin oportunidades y que, ante la ausencia del Estado, terminó parada en una esquina. Sin embargo, nosotras hablamos de la elección del trabajo sexual, no de explotación. Hay otros trabajos en los que hombres y mujeres son explotados, de hecho, vivimos en un sistema capitalista. No vemos por qué no se escandalizan tanto cuando se habla de empleadas domésticas, de las compañeras que trabajan en los supermercados chinos o de los operarios de las grandes fábricas; pero sí cuando decimos que decidimos trabajar con nuestros genitales y vender esa fuerza de trabajo.

Hay construcción social sobre un estereotipo de mujer: la mujer buena, la mujer que debe formar una familia, la mujer pura y digna. Entonces, cuando planteamos trabajar con la sexualidad, mercantilizar, de brindar servicios sexuales a cambio de dinero, nos ponen en otra categoría de mujer. Tiene que ver con qué se asocia la sexualidad. Esa es la gran pregunta que nos hacemos y todavía no encontramos respuesta del otro, sobre todo de quienes están en contra del trabajo sexual. Tiene que ver con qué uno cree que está atada la sexualidad. No creemos que eso esté ligado ni al matrimonio ni al amor y entendemos que ese es el gran problema por el cual las trabajadoras sexuales existimos: hay una demanda.

- Desde Ammar plantean que se pasó de la luchar contra la trata de personas a criminalizar el trabajo sexual.

- Hay un gran desconocimiento, no hay una mirada amplia y tampoco un margen para hablar de trabajo sexual. Ahora, todo es trata. 

También creemos que hay, sobre todo, mucha hipocresía y prejuicios que incluso hablan de por qué históricamente el trabajo sexual en la Argentina no fue regulado. Es un tema que traviesa cuestiones moralistas y siempre se nos intenta ver como 'las víctimas', las que no decidimos, las que somos empujadas por un tercero. 

Ni siquiera el derecho penal respeta el consentimiento porque con la modificación de la ley de trata del 2012 se quitó ese término. Es decir, ni siquiera tiene validez la mirada de las supuestas víctimas. Nunca fuimos convocadas al debate previo a la sanción de estas leyes. Fuimos totalmente invisibilizadas y quienes llevaron nuestras voces claramente tienen una postura abolicionista y prohibicionista con respecto al trabajo sexual. Por eso  no quedó ningún margen para que pueda existir la mujer que decide libremente ejercer el trabajo sexual.

- Semanas atrás, la Justicia clausuró Madaho's e imputó a los propietarios por explotación sexual  y trata de personas. ¿Ustedes no lo consideran un caso de trata? 

- Las compañeras que trabajaban en Madaho's ganaban más de 20 mil pesos por mes y hoy, con la clausura, se vieron totalmente afectadas. Cumplían un horario de trabajo, regresaban a su casa; cada una había decidido en qué momento y a qué edad empezar a ejercer el trabajo sexual. También decidieron bajo qué condiciones hacerlo. 

Cuando una va a trabajar a un cabaret como Madaho's pregunta en qué condiciones lo va a hacer, cuáles son los horarios, cuál va a ser la ganancia que se va a llevar. La última decisión siempre la tenemos nosotras.

Victimizar a quien no es víctima no está bueno ni para la lucha contra la trata ni para rescatar a las verdaderas víctimas de trata, que no somos nosotras.

La lucha contra la trata terminó criminalizando el trabajo sexual y a las trabajadoras, y terminó confundiendo el delito con una actividad lícita. Estas leyes que prohíben cabarets y whiskerías modificaron nuestro ámbito laboral y el mercado sexual. Mientras tanto, nosotras resultamos perjudicadas y precarizadas.

- Piden que se regule el trabajo sexual autónomo y ya presentaron un proyecto de ley. ¿Qué dice la iniciativa?

-El año pasado presentamos uno a nivel nacional en el que se propone que tanto las mujeres, mujeres trans y hombres mayores de 18 años que por decisión propia quieran practicar esta actividad puedan hacerlo dentro de un marco regulatorio que les permita acceder a una obra social y jubilación. Para ello deberíamos inscribirnos como monotributistas, en la categoría de servicios personales y, además, inscribirnos un registro para que no pase lo que sucede hoy: allanamientos compulsivos, se clausuran nuestros lugares de trabajo y se nos cuenta entre las víctimas de trata rescatadas.

En Capital Federal, en tanto, presentamos el mes pasado otro proyecto con la legisladora María Rachid (FpV), que busca modificar el código de planeamiento urbano, crear una nueva figura para la habilitación de casas de servicios personales en donde las compañeras puedan trabajar en cooperativas. Esto es ni más ni menos lo que hacen ahora pero sufren contínuos allanamientos y la policía les exige el pago de coimas o de favores sexuales. Entonces, de esta manera, se le quitaría poder a la policía.

También habría un órgano de control que podría ingresar a esos lugares las veces que sean necesarias para verificar que no existan situaciones de trata o de explotación sexual. Creemos que el pedido tiene aceptación no sólo de los legisladores, sino de la gente en general.