En los papeles, no hay crisis

Pese a la parálisis que denunció la intersindical pesquera, los desembarques del año pasado en Mar del Plata se redujeron apenas un 10% en relación al 2013. Falta el pescado negro.

8 de Enero de 2015 08:33

Si se le hubiese pedido a Cristina Ledesma, líder de los obreros del pescado, o a Pablo Trueba, que heredó el mando al frente de los marineros del Simape, un balance del año que pasó, ambos hubiesen coincidido en graficarlo como uno de los más difíciles que ha regalado la industria en los últimos años.

El 2014 fue el año en que resultó anecdótico el desfasaje del incremento acordado en paritarias con la patronal, en comparación con el ritmo inflacionario. Nadie se quejó que la actualización salarial fue insuficiente. Pidieron simplemente por trabajo, o advertían de su carencia. Esta necesidad básica corrió de foco otros aspectos centrales de las relaciones laborales.

Los marineros denunciaron una merma en la actividad de la flota fresquera de altura, la que alimenta la ocupación a lo largo de la cadena productiva. De acuerdo al mes del año, el porcentaje de barcos inactivos osciló entre el 70% y el 20%.

Con menos actividad, los tripulantes se embarcaron en menor cantidad de mareas, los fileteros lamentaron la disminución en la cantidad de cajones de pescado fresco que descargaban los camiones en la puerta del frigorífico y los estibadores languidecían entre descargas esporádicas.

Pero la radiografía que emite la Subsecretaría de Pesca de la Nación, con el detalle de las descargas declaradas en los muelles marplatenses, contradicen el panorama apocalíptico resaltado por los gremios.

De acuerdo a la estadística gubernamental, hasta el 22 de diciembre pasado, en Mar del Plata se habían descargado, al menos oficialmente, 408.432 toneladas entre pescados, moluscos y mariscos, sobre un desembarque general, en todos los puertos marítimos que alcanzó las 764.534 toneladas.

¿Qué pasó con los desembarques en el 2013? Los números están lejos del panorama apocalíptico que describieron los gremios. El puerto marplatense recibió un 10% más de materia prima marina en el 2013 en relación al año pasado. Fueron 446.605 toneladas acá, sobre 822.483 globales. Al 31 de diciembre, todo incorporado

Y la brecha se puede achicar aún. Más allá que en vísperas de las fiestas toda la flota ya estaba amarrada a muelle, es posible que las cifras se actualicen con algunos parte de pesca demorados.

Todos los puertos recibieron menos descargas, con excepción de los situados en Chubut. Obra y gracia del langostino, la estrella del caladero nacional, con récord de desembarques que perforaron el techo de las 100 mil toneladas. Comodoro Rivadavia, Rawson y especialmente Puerto Madryn mostraron números positivos a partir de la mayor cercanía con las concentraciones de las principales especies.

Pero volvamos a Mar del Plata. En el comparativo por flota, los buques fresqueros trajeron a puerto 182 mil toneladas el año pasado, cuando en el anterior la cifra alcanzó las casi 202 mil toneladas. Las descargas de merluza hubbsi muestran un movimiento similar: 179 mil toneladas sumando el stock sur y norte del efectivo en el 2014, contra 196 mil toneladas en el 2013.

Desde el sector armatorial sostienen que el último trimestre del año la flota mostró mayor movimiento y eso ayudó a maquillar la radiografía global. Pero la estadística no concuerda mucho con ese argumento. Entre octubre/noviembre/diciembre del 2013 se descargaron 105.567 toneladas. El año pasado fueron 101.752, toneladas, con el incentivo del diferimiento de las paradas biológicas.

La merluza si tuvo mayor participación en los muelles en el último trimestre del año pasado y generó convocatorias masivas en fileteros, peones y envasadoras, que contribuyeron a bajar la tensión en los frigoríficos.

A diferencia del 2013, el 2014 mostró el fracaso de la temporada de caballa y anchoíta, que se destacan en los desembarques de cada última porción del año. Lo que faltó de las especies pelágicas, se compensó con una merluza que demandó menos consumo de combustible y menos tiempo para completar bodega.

Si vamos más atrás en el tiempo -separamos el 2011 y 2012 en que primero el Soip y luego el Simape encabezaron conflictos que interfirieron en la normal actividad de la flota pesquera- los números tampoco se subieron al tobogán.

En el 2009 Mar del Plata recibió 427 mil toneladas. Al año siguiente, aumentó a 449 mil. Ahora volvió a bajar. Sin embargo, hace un lustro los gremios no peregrinaron hacia la casa de Gobierno con estrategias e incentivos para fomentar la zarpada de buques fresqueros.

Básicamente hace cinco años, pasaba lo que hoy ya no pasa: subdeclarar capturas. Por ejemplo, descargar 300 toneladas de merluza, pero en el parte de pesca y para la contabilidad de las cuotas individuales transferibles de captura, solo hacer figurar la mitad. La otra parte, especies disímiles, como Pargo, Savorín, etc.

Sin incentivos para sacarle provecho a la cuota y estirarla varios talles, los armadores pesqueros en el 2014 se limitaron a declarar lo que pescaron. Es la pesca en negro lo que falta; lo que brilla por su ausencia de la estadística oficial y aísla de la crisis a la estadística.

Todos saben de ese pescado que corre por los caminos informales gracias al peaje que paga cuando baja del barco. Lo extrañan los marineros que pueden hacer viajes adicionales, al igual que los obreros registrados, porque les completa la semana de pleno empleo. Cuando abunda no es otro que el alimenta circuitos de trabajo precario, que ni siquiera entra en el molde de la tercerización cooperativa.

Más allá de las reuniones y promesas gubernamentales, la pesca marplatense se prepara para transitar otro año complejo: atraso cambiario, alta inflación, suba de los costos laborales, y sin chances que broten variables que mejoren la rentabilidad.

Un combo explosivo que no asoma en la estadística oficial.