“Ni murales ni grafittis: Intervenciones artísticas”

Es profesor de arte y artista plástico. Sus pinturas son expuestas a menudo en galerías de Buenos Aires y por estos días también se pueden ver en el espacio cultural del Paseo Aldrey. Pero eso no es lo que llena a Nahuel Santiago todos los días. Fue el desafío de llevar esas obras a las paredes lo que empezó a completarlo hace alrededor de un año y medio cuando se animó a arrancar.

Santiago nació en la ciudad de Quilmes, allí realizó sus estudios. Pero hace tres años atrás se casó con una marplatense y se instaló en la ciudad. La idea surgió cuando tenía su taller en San Telmo, pero la demanda visual que había por las calles porteñas no lo motivaba a comenzar ese proyecto allí. “Yo quería hacerlo en Buenos Aires, pero veía tantas paredes pintadas, que no le encontraba razón de ser”, contó a 0223 sobre su proyecto. Sin embargo en Mar del Plata vio que “había mucho espacio vacío”.

Hoy se pueden ver sus obras en los negocios de las esquinas de Gascón y La Rioja, Santiago del Estero y San Lorenzo, y en su taller ubicado en Paso y Corrientes. Además, prepara la fachada de una farmacia en Coronel Vidal.

Murales académicos de los años ’70 o grafittis. “Yo no me encuentro en ninguno de esos dos lugares”, dice Santiago y explica: “Lo mío son intervenciones urbanas”.

Si uno pasa por una de las esquinas en las que están pintadas las paredes con sus trabajos, puede quedarse tranquilamente varios minutos tratando de investigar qué provocan. A ciertas personas les apasiona, a otras les genera rechazo, “y eso es lo mejor”.

“No los entiendo, pero me encanta”, le dijo una vez una señora al artista. “De eso se trata”, resume él y cuenta que en la esquina de Santiago del Estero y San Lorenzo son dos los locales pintados, uno con muchos colores y el otro en tonos opacos. “La gente toma partido por uno o por otro y eso es fascinante”, dice.

La idea de Nahuel Santiago es generar “anomalías dentro de la cotidianeidad de los barrios”. Así describieron su trabajo en la beca que recibió del Fondo Nacional de las Artes en conjunto con el Centro Cultural Néstor Kirchner sobre análisis de proyectos. Ese “espacio que sirvió para la reflexión”, duró tres meses y le permitió al joven terminar de comprender cuál era su lugar.