De eso no se habla

Hay una sensación de agobio en todos los marplatenses, que observan que nada funciona y que además eso que no funciona, es caro.

Transporte, energía y servicios municipales llevan el común denominador de ser ineficientes y caros, pero comparten otras características: son servicios públicos y están concesionados a privados.

Muy lejos de las proclamas del libre mercado sobre la eficiencia privada vs la incapacidad estatal, no hay ni un ejemplo en varias décadas de privatización y concesión de servicios públicos que satisfaga ni en la más mínima expectativa, todo lo contrario estas concesiones terminaron vaciando las empresas que eran patrimonio público.

¿Es acaso exitosa la concesión del transporte público de pasajeros?, ¿alguien está conforme con la concesión de la recolección de residuos urbanos?, ¿ha beneficiado a las arcas municipales la tercerización del cobro de tasas en mora y la concesión del sistema de detección, verificación, determinación, liquidación, seguimiento de pago y gestión prejudicial por derechos de publicidad y propaganda, de ocupación o uso de espacios públicos y tasa por inspección e instalación de antenas?, ¿estamos conformes con el servicio de ambulancias?, ¿las concesiones de distribución de electricidad y gas responden de forma económica y eficiente a las necesidades de la ciudad?.

Hay en la política y en la marplatense en especial, un temor reverencial ante los concesionarios, ya que se discuten tarifas, se cuestionan servicios, se hacen reclamos administrativos, pero en ningún caso se debate sobre el fracaso indisimulable y categórico de las políticas de concesión de servicios y espacios públicos.

La inversión y administración privada, instrumentadas a través de los contratos de concesión, explica en gran medida la crisis estructural de nuestra ciudad. Porque en esto hay que ser claros, Mar del Plata no sufre una crisis estacional o por un puntual evento pasajero. 

La crisis marplatense es de un empobrecimiento estructural en todas sus líneas y los concesionarios de servicios públicos cumplieron un rol fundamental para lograr este resultado.

Los servicios concesionados son sinónimo de subsidios para garantizar rentabilidad, adelantos en liquidación de regalías, empleados truchos, incumplimiento en la inversión, mal servicio, precarización laboral, etc. es decir tienen todos los elementos como para denominarlos como verdaderos bolsones de corrupción, por lo que es fundamental e imprescindible terminar con las políticas de concesión de servicios y administración de bienes públicos, por otro modelo de gestión.

El paso de los años, al igual que el curso de un rio, ha dejado la hojarasca al costado, pero es claro y evidente que hay un modelo de gestión que se levanta victorioso y es Obras Sanitarias Sociedad de Estado.

Que Osse tiene problemas y hay cuestiones criticables, por supuesto que sí, pero cada ciudadano del Partido de Gral. Pueyrredon al abrirla canilla de agua, debería imaginarse la calidad de servicio que tendría y el precio, si esta empresa hubiera sido administrada por los mismos que administraron la electricidad, la distribución de gas, el transporte público de pasajeros, la recolección de residuos o las concesiones de playa.

Sin duda el paradigma de gestión de los servicios públicos pasa por la creación de Sociedades de Estado que las administre y que estas Sociedades de Estado no signifiquen monopolio estatal que ya también ha fracasado.

Este nuevo modelo de gestión a través de estas Sociedades de Estado deben ser el vehículo para que toda la ciudadanía tenga la oportunidad de trabajar e invertir en ellas, estas Sociedades de Estado se desarrollan con el único fin de dar el mejor servicio y hace en eso un fin en sí mismo, en contraposición del monopolio privado que lo único que le interesa es hacer caja.