Cambiemos, un frente partido en tres

El frente que gobierna Mar del Plata comienza a exhibir sus internas. El arroyismo puro, el Pro y la UCR, tienen intereses particulares y la necesidad de convivir para poder sostenerse en el poder. 

20 de Julio de 2016 21:18

El sector más débil es del intendente, pero las acciones crecen porque justamente ostenta el cargo más importante de General Pueyrredon. Luego está el PRO, con una estructura escueta en Mar del Plata, sin figuras con peso específico, pero con un plus obvio: es el partido del presidente y la gobernadora. Y la tercera pata es la Unión Cívica Radical, un partido histórico, con mucha tradición en Mar del Plata, pero que tuvo que incorporarse al frente para recuperar un sitio de privilegio. 

Así se compone Cambiemos, la fuerza que conduce Mar del Plata y es lógico que comiencen a surgir los problemas. Y más lógico todavía que esos problemas queden expuestos en la medida que la situación de convulsión política con la que arrancó la gestión de Carlos Arroyo comienza a navegar por aguas más calmas. En los malos momentos el espíritu de equipo, aunque ficticio, sale a la luz. En los de mayor normalidad las miserias afloran.

El último fin de semana trascendió la puja entre el único concejal puro del Pro, Juan Aicega, y la Agrupación Atlántica. El edil amagó con partir el bloque y separarse de la estructura que hoy comanda Guillermo Arroyo, el hijo del intendente. Las charlas durante el fin de semana fueron intensas: la escisión no solo era una mala señal hacia la comunidad, sino que en términos prácticos podía terminar con la mayoría automática que hoy reúne Cambiemos (Agrupación Atlántica-Pro, por un lado, y la UCR por otro) en el Concejo Deliberante.

Además, en cada sesión y ante cada proyecto de relevancia, queda en evidencia que la Agrupación Atlántica no sólo necesita a sus aliados por la cuestión numérica: los radicales son los que llevan la voz de mando en las peleas con la oposición.

Aicega es un concejal de perfil bajo, pero en su entorno esperan que comience a crecer su imagen para fortalecer al Pro. Tiene dos contras: no es afecto a la exposición y pasa varios días de la semana fuera de Mar del Plata, pues ocupa un cargo en el ministerio de Justicia de la Nación.

“El domingo habló con Arroyo y puso algunas condiciones para seguir dentro del bloque”, confiaron desde el Pro local. Finalmente, se hizo público un comunicado en el que el bloque AA-Pro reconocía que había analizado la posibilidad de dividir fuerzas, pero finalmente había desistido.

Sin embargo, las tensiones permanecen. En el entorno del jefe comunal hay algunos modos de los dirigentes del PRO que no caen del todo bien. La personalidad de Gustavo Blanco, por caso, suele provocar fricciones en el Gabinete. “Muchas veces habla de más”, explicaron. Y sin decirlo explícitamente le apuntaron a sus últimas declaraciones sobre los sueldos excesivos y la idea de que los funcionarios públicos no perciban salario.

En ese grupo también se encuentra Agustín Cinto, el flamante coordinador que llegó “sugerido” por Horacio Rodríguez Larreta. Las versiones sobre él son variadas, aunque todos reconocen que sus lazos con las máximas autoridades del gobierno nacional son una carta necesaria en estos tiempos. El grupo Pro, además, lo componen Guillermo Volponi (Emder), Silvana Rojas (Cultura) y Ricardo De Rosa (Producción), todos estos de bajo perfil, más allá de los problemas que enfrenta Rojas por su gestión en el área.

Mientras esa interna dentro del municipio libra sus primeras batallas, la de la Unión Cívica Radical permanece opacada, pero latente. Entenderla no es fácil: el radicalismo arrastra divisiones de antaño que se suman a peleas coyunturales. Así se conforma en un partido con tantos matices que hace difícil seguir la huella de los conflictos.

Cada uno de los cinco concejales de la UCR tiene su particularidad. Luis Rech, hoy, responde al diputado provincial Maximiliano Abad. Mario Rodríguez fue siempre el principal representante del alfonsinismo en Mar del Plata. A pesar de que muchas veces estuvieron enfrentados estos dos ediles, por intereses comunes, parecen jugar en tándem.

Luego están Nicolás Maiorano, Gonzalo Quevedo y Cristina Coria. El primero fue socio histórico de Abad pero desde hace algunos años se pelearon. No se podría decir que hoy son enemigos, pero casi. El hombre del Vara –que como Aicega también tiene un cargo en Caba- está construyendo lazos con un sector del Pro cercano al presidente de la Cámara de diputados Emilio Monzó.

Lo de Quevedo es más sencillo de definir: es un fiel soldado de Vilma Baragiola. La jefa del bloque, en tanto, no tiene jefes, ni referentes. Aunque tras la salida de Héctor “Toty” Flores logró que Arroyo sume al equipo de Producción a su marido Alberto Becchi.

Dentro del Gabinete, a su vez, también parece haber dos facciones radicales: Baragiola y el resto. En rigor, no está sola. Pese a haberse enfrentado con el intendente en las Paso, Vilma pudo acomodar en segundas y terceras líneas de la gestión a mucha gente de su entorno. En estos meses, la secretaria de Desarrollo Social se mostró públicamente ordenada. Reconoce el liderazgo de Arroyo y trata de no generar conflictos. Sin embargo, tanto desde el Pro como desde el arroyismo puro, cada tanto, le desconfían: saben que aunque su posicionamiento está lejos de ser el de 2013, cuando arrasó en las elecciones legislativas y era firme candidata a ganar la Intendencia en 2015, ella no pierde las esperanzas de llegar al sillón principal de General Pueyrredon.

Del otro lado, se ubican tres secretarios claves: Alejandro Vicente (Gobierno), Guillermo De Paz (Planeamiento) y Gustavo Schroeder (Hacienda). Los tres tienen un pasado común identificado con un nombre propio: Daniel Katz. Pero más allá de la referenciación con el exintendente cada cual logró en estos meses edificar una buena relación con el arroyismo más puro. Los dos últimos, incluso, lograron algo que pocos funcionarios de la actual gestión consiguieron: que los hombres más cercanos al intendente y aquellos que vienen del Pro hablen bien de ellos.

En rigor, queda otro radical en la primera línea del gabinete, el presidente del Enosur Eduardo Abud. Sin embargo, el exconcejal trata de pasar por la gestión sin formar parte de las roscas. Y aunque cosecha críticas de algunos sectores hace oídos sordos y solo se limita a cumplir su rol lo mejor posible.

La mira está puesta en 2017. Y los tres sectores que conforman Cambiemos tienen aspiraciones para fortalecerse de cara al 2019. Habrá que ver si son capaces de lograr que los intereses de cada uno no rompan el armado, algo que, a simple vista, no parece tarea sencilla.