Arroyo, entre los planes del futuro y las urgencias del presente

27 de Julio de 2016 21:22

El  municipio de General Pueyrredon combina por estas horas cuestiones que llaman la atención: planea renovar cinco centros de salud, poner en marcha un Metrobus e iniciar un sistema de fotomultas y al mismo tiempo debe acordar con una estación de servicio para que no frene la provisión de combustible a patrulleros o resolver la situación de los recicladores que llevan adelante un reclamo desde hace días. Esa dicotomía es, ni más ni menos, que una de las claves para gestionar una gran ciudad como ésta: hacer conjugar las grandes obras con las urgencias.

En medio de la crisis política más intensa, la principal herramienta que encontró el intendente Carlos Fernando Arroyo para responder a las críticas que le llovían de todos los sectores eran las iniciativas privadas que se anunciaban: desarrollos inmobiliarios en el Superdomo y el Hotel Royal y desembarco de grandes superficies como Easy, Coto o Unicenter. Por fuera de eso, se le hacía difícil exhibir logros cuando luchaba con constantes paros de municipales, recolectores y protestas diarias de distintos actores sociales de Mar del Plata.

Aquella situación es un mal recuerdo. Siguen los paros, los reclamos y demás, pero el jefe comunal y su equipo ya lograron cierto margen para manejar estas situaciones  transitarlas con el nivel de conflictividad lógico, pero sin que signifiquen un drama superlativo. Eso le permitió comenzar a planificar los proyectos con los que sí soñó cuando llegó a la Intendencia y que quedaron en un segundo (tercer) plano en la medida que comenzó a enfrentar distintas crisis.

Pero, ¿cuáles son esas ideas que el jefe comunal quiere cristalizar a lo largo de sus cuatro años de gestión porque, entiende, servirán para cambiarle la vida a los marplatenses?

No es ningún secreto que de toda la tropa del Pro el intendente tiene mayor afinidad con Horacio Rodríguez Larreta. Es, de hecho, quien mantuvo una charla dura con el intendente cuando atravesaba su peor momento y le insistió para que aceptara el desembarco de Agustín Cinto, hombre cercano al jefe de Gobierno porteño, en el gabinete local. Pero más allá de eso, Arroyo comulga fundamentalmente con la fama de gestor de Rodríguez Larreta. Por eso durante la campaña fue uno de sus principales logros haber firmado un hermanamiento entre General Pueyrredon y Caba. Y por eso, hoy, promueve dos proyectos como el desembarco del Metrobus y un cambio urbanístico en el microcentro para que Luro, Rivadavia y San Martín se asemejen más a la porteña calle Florida.

Ningún sondeo de opinión pública tiene estos temas como prioritarios. La ONG Mar del Plata Entre Todos le entregó en mano al intendente un completo informe, que incluía una encuesta de percepción ciudadana elaborada por zonas. En todas, la principal preocupación de los vecinos era la misma: la seguridad.

Sin embargo, el intendente quiere avanzar con estas dos cuestiones. Y tiene otra más en mente: reparar las calles. “Ya tuvimos varias reuniones y tenemos la promesa de acompañamiento”, deslizaron desde el entorno de Arroyo. Y en las últimas horas dio un primer paso: ordenó una auditoría sobre todas las obras que realizó el Emvial en los últimos 4 años. En el comunicado oficial apenas desliza la intención, pero quedó clara: quiere saber si hubo corrupción. Si no la hubo la idea quedará instalada durante un tiempo.

A su vez, consiguió fondos millonarios del gobierno nacional para obras en El Martillo y Belisario Roldán. De concretarse esa promesa serían inversiones inéditas para los vecinos de esos dos barrios. En los próximos días, anunciará licitaciones para remodelar cinco centros de salud. Y, aunque más lejos de las promesas concretas, insiste con la repotenciación de la Central Eléctrica 9 de Julio y la ampliación del gasoducto de La Costa, que incluye obras en Las Armas, el barrio El Tejado y Tandil.

En todos los casos, la suerte de esos planes está atada a los fondos que los gobiernos nacional y provincial bajen para la ciudad, lo cual siempre puede implicar más idas y venidas de las esperadas. Pero ya quedó claro que si en el peor momento de Arroyo la Provincia y la Nación no le soltaron la mano es porque Mar del Plata les importa más allá de quién esté en el sillón principal de la comuna.

Detrás de esos proyectos grandilocuentes, o mejor dicho delante, está la urgencia que Arroyo debe resolver día a día. Sin el agobiante ritmo que se vivió a principio de año, es cierto, pero sin demasiados días en el mes que le permitan relajarse. Tras superar el conflicto con los municipales y los recolectores de residuos (al menos por este mes) y apaciguar las aguas en las gestiones de Educación y Cultura, en los últimos días surgió el conflicto con los integrantes de la Cooperativa Cura, que reclaman que el municipio les dé un subsidio fijo y lance una fuerte campaña para incentivar el reciclaje.

Los reclamos en materia de salud también son moneda corriente. Mientras el secretario de Salud Gustavo Blanco busca darle un golpe de timón al modo en que la gestión de Gustavo Pulti manejó el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (Cema) desde la oposición lo acusan de querer provincializarlo. A eso se le suma falta de definiciones claras en torno al futuro del exsanatorio Emhsa y las dificultades del Hospital Interzonal General de Agudos (Higa) más allá de los anuncios de inversiones inéditas del gobierno provincial y nacional.

El plan de repavimentación que tiene el intendente en mente choca también con la realidad que desnuda cada lluvia: calles anegadas, intransitables, que le impiden a miles de vecinos tomar el colectivo, que entren taxis, ambulancias y hasta patrulleros. En el último mes y medio, el intendente enfrentó al menos tres manifestaciones de habitantes de barrios del sur de Mar del Plata. Los reclamos son tan variados como históricos: arreglo de calles, fallas en la recolección, mayor presencia de policías.

En estos siete meses, el intendente tuvo un guiño del azar: el Indec suspendió la difusión de todos sus índices. Recientemente volvió a publicar la tasa de inflación, pero aún no hubo datos del desempleo, un índice que sin duda volverá a colocar a General Pueyrredon en sitial desagradable. Y Arroyo deberá enfrentar las críticas por no haber podido torcer la historia. Puede sonar injusto porque apenas lleva 8 meses en la gestión, pero las preguntas llegarán y deberá tener, al menos, algún logro en cuanto a la generación de puestos de trabajo se trate.