Altamira: “La labor de los sindicatos ha sido de una miserable colaboración”

El fundador del Partido Obrero pasó por Mar del Plata y habló de la realidad nacional e internacional. Analizó el futuro del Frente de Izquierda en las próximas elecciones y, al criticar la gestión de Cambiemos, expresó: “Macri puede sacar decretos porque sabe que el Congreso argentino es cobarde”.

5 de Febrero de 2017 14:32

De visita por Mar del Plata para brindar una charla sobre política internacional a partir de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el dirigente político del Partido Obrero, Jorge Altamira, dialogó con este medio sobre la actualidad nacional, las aspiraciones del Frente de Izquierda en las próximas elecciones y la gestión del gobierno conducido por Mauricio Macri.

Un análisis sobre el complejo panorama económico, la importancia de las legislativas 2017 ante un triunfo o no de la fuerza Cambiemos y la conflictiva unión de los sectores de la oposición, fueron el foco de las principales respuestas que incluyeron un párrafo aparte sobre la visión de la realidad marplatense, con durísimas consideraciones respecto al intendente Carlos Arroyo

-En la Argentina, luego de un año de gobierno de Macri y luego de los años de gestión kirchnerista, pareciera que la izquierda está ante una buena oportunidad para ocupar más y mejores espacios. ¿Las próximas elecciones pueden significar una marca en ese sentido?

-El Frente de Izquierda es una unidad y con todos los problemas que tiene, que son serios y agudos, llama la atención que se mantenga y que haya hecho un acto en el que llenó el estadio de Atlanta. Hay un proceso político de aglutinamiento de fuerzas con vistas a arrancar poder de mano de los partidos tradicionales. Un frente divido, con grandes divergencias internas, contradictoriamente se ve forzado por la presión de los obreros y organizaciones de lucha, a canalizar una iniciativa popular. El Frente de Izquierda coloca a la izquierda en esta situación porque ha actuado con homogeneidad. ¿Qué rinde más, tres organizaciones que actúan sobre una base homogénea en ciertos terrenos, o 140 que le muestran al electorado que cualquiera podría disparar para cualquier lado? A la hora de votar, la gente quiere saber si vota algo real o un invento. Hacer acuerdos que tienen otra intención que acomodarse electoralmente, son desmoralizadores para el electorado. Hay gente de izquierda, que no es del frente, que quiere venir con nosotros porque ya tenemos más de un millón y medio de votos. Ese es su único motivo, ¿qué puede prosperar de ahí?, ¿qué imagen damos?. Cuando el propio Frente de Izquierda pone de manifiesto sus divisiones, retrocede en la expectativa del electorado. La gente quiere tener una alternativa de poder que le solucione los problemas. No quiere simplemente que alguien diga “soy indudablemente más honesto frente a todos estos chorros”.

-¿Coincide con la visión social respecto a la débil labor de los sindicatos durante el 2016?

Ha sido una labor de miserable colaboración. El día en que decidieron apoyar el pago a los fondos buitres, tomaron una determinación estratégica que luego los obligó a quedarse ahí. El gobierno de Macri creó un contexto de endeudamiento que cualquier persona mínimamente madura y los burócratas de la CGT, -que podrán robar mucho pero maduros son-, saben que estaban votando una salida a la totalidad de la crisis que pasaba por ese endeudamiento. Eso significa también que si vos tenes una hipoteca al mismo tiempo la vas a tener que pagar. A partir de eso se deriva toda una política de conducta de concesiones. Las patronales tienen que despedir, y bueno, tienen que despedir. Pero vos sos un sindicato. Sabes lo que pasa, si no los dejamos despedir, Argentina no brinda confianza. Y si no inspira confianza, ¿cómo se paga la deuda?. Hemos decidido contraer deuda, tenemos que dar confianza, hay que chuparse esto. Hay una CGT que estuvo pensando en cómo el obrero se podía adaptar a las determinaciones de la patronal y no a cómo forzar a la patronal a que respete a los trabajadores. Está complementa entregada. De todos modos, en la medida en que el conflicto crezca, los parámetros serán diferentes. 

-¿Las decisiones de Macri generan que la gente deba resolver a su suerte los problemas que la aquejan?

Se toman un conjunto de medidas para disciplinar. Se empieza a aplicar una línea política que toma resoluciones sobre lo que la gente estaría más dispuesta a tolerar. Y marca una línea reaccionaria. Macri tiene mucha de las características de Trump, en el sentido de arrasar con todo y que le importe un bledo, y ahora está tratando de sacar una reforma de la Ley de Trabajo por decreto. Él puede sacarlos porque sabe que el Congreso argentino es cobarde. Él es minoría y la mayoría, en vez de reunirse y ser oposición, apela a la justicia. Entonces Macri cuenta para actuar en forma despótica, con el desarme completo de la oposición.

-En el pasado, las elecciones legislativas mostraron no ser tan determinantes dos años después, ¿este año sí podrían serlo?, ¿qué tendencia generaría por ejemplo una victoria de Cambiemos?

Nosotros hicimos una gran elección años atrás y luego no pudimos repetirla. No marcamos evidentemente una tendencia inmediata. Finalmente logramos tener cuatro diputados nacionales, que es muy bueno, nunca los tuvo la izquierda. Pero son cuatro de 152 legisladores. A la elección subsiguiente, pudo producirse un freno a lo que se insinuaba. Pero si esta elección que viene a nosotros nos lleva a tener 10 diputados, no habrá ejecutiva posterior que nos frene. Podemos volver a retroceder, pero no será por una elección ejecutiva. Hay que armar una masa crítica que pueda superar las tendencias de una elección parlamentaria o de una elección ejecutiva. Esta será una elección importante porque el sistema democrático es un peaje que tienen que pagar los partidos tradicionales. Ellos preferirían que no exista esta elección de medio término. Tiene sus ventajas: si Macri gana neutralizará la oposición aún más. Lo que importa en las legislativas que vienen es que la izquierda pueda dar un salto, porque cambiará el tablero. Que el macrismo sea derrotado, no moverá demasiado el avispero. Porque la burguesía argentina no está en la fase de ganar plata vía el aumento de producción, está en la fase de liquidar la crisis desde el hundimiento de la fuerza de trabajo: reducir salarios, terminar con los juicios laborales, imponer condiciones económicas, modificar los criterios previsionales. Lo que no se entiende es que el negocio capitalista actualmente es el proceso mismo de la crisis. Depurar todo lo que haya que sacar y el gobierno se lo facilita con una cantidad de ventajas, dice `Si baja la producción, a mí me nefrega´.

-¿Cuál es el análisis que hacen desde los movimientos políticos de izquierda sobre la victoria de Donald Trump?

Hay una crisis interior en los Estados Unidos que no se analiza demasiado. Se describe a Trump como un tipo que viene con un plan determinado y se dice que habrá que abrir el paraguas porque habrá que aguantar los cascotes. Pero será él quien tenga que aguantarlos. Hay una crisis mundial que ha llegado a un punto de impasse absoluto en el cual, al cabo de 10 años, y luego de utilizar varios recursos extraordinarios para salir de ella, está peor que nunca. Para ilustrarlo recurro siempre al mismo punto: la tasa de inversión. El capitalismo es la acumulación del capital. Tenes 100, ganas 25, te quedas con 125. Ese mecanismo está empastado, totalmente emperrado, particularmente en Estados Unidos. No hay forma de revitalizar el desenvolvimiento de las fuerzas productivas. Entonces ahora viene un proceso centrífugo que es el siguiente: yo tengo que resolver esto en mi país, si el mundo no lo puede resolver que se arregle. Voy a sacarle mercado a los demás, característica básica del capitalismo: en eso se sostiene la competencia, soy mejor que vos y te saco del mercado. Ahora la problemática tiene un carácter de una guerra, de poner los dispositivos del Estado al servicio de esa política. Eso divide enormemente a la burguesía en Estados Unidos y a nivel mundial. Y ese impasse se manifiesta también en temas de política internacional, como lo es el tema de Oriente Medio, donde Trump dice que en vez de pelearse con Rusia, que ahora es una potencia contra revolucionaria, se asocia y busca tutelar esa sociedad. Entramos en un punto de turbulencia absolutamente extraordinario que no solo garantiza salir de la crisis, incluso puede llegar a potenciarla. A esto se le suma China, donde hay grados de insolvencia y pérdida de dinero récord. La situación mundial se va a agudizar. Todas las contradicciones van a tomar una virulencia fenomenal.